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El concepto y la fotografía

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Micó ha hablado. Y cuando un teórico de esta talla habla, toca escuchar aunque no diga nada nuevo. Pero lo dice tan bien, tan extensa y rotundamente que el universo fotográfico se tambalea. Dice Jesús que para seleccionar obra para la Kursala busca aunar “la calidad estética o formal y la relativa a la idea y los contenidos del proyecto, lo que viene a denominarse como el concepto.”

Pero qué ocurre cuando un trabajo no contiene “la excelencia visual y la conceptual” a un tiempo, como debe ser. Es decir: cuando el concepto es excelente y las fotos parecen una mierda. O viceversa: cuando hay suma poesía u originalidad en las imágenes pero éstas no cuentan NADA (silencio). ¿Qué puede hacer el fotógrafo ante esta fatal descompensación? ¿Cómo puede hacerse escuchar con tamaña contradicción?

En estos casos, nosotros proponemos que ahonde en el discurso justificador y por ello recomendamos que, al igual que cuando uno aprende un idioma, el fotógrafo en formación vaya haciéndose con un vocabulario conceptual básico. Porque la fotógrafía, aun siendo un lenguaje visual, precisa, hoy más que nunca, de la palabra esclarecedora para no estrellarse en la incompresión.

Jorge Fuembuena: #02. Serie Crash

Por tanto, si la citada descompensación es tu problema y no tienes ni idea de como metérsela a tu público, lo que tienes que hacer es dotar a tu trabajo (proyecto se tiende a decir ahora como si estuviera siempre inacabado), tenga la forma que tenga (libro, exposición, porfolio…), de un texto introductorio que conceptualice adecuadamente tu fotografía, que le de cuerpo, que le otorgue el sentido del que carece. Y decimos bien: introductorio, porque has de insistir en que éste sea lo primero en que ponga la atención tu espectador, antes que en las fotos. Se trata de bombardearlo con un léxico portentoso que le haga sentir que tu idea y tus fotos son muy potentes, aunque éstas por sí solas no transmitan ni cuenten NADA (nuevo silencio). Si las imágenes callan, ¡habla tú por ellas!

Hay una exposición en Tabacalera Madrid en la que podrás enriquecer notablemente tu léxico fotográfico: Contexto Crítico. Un mejunje que reune a los más emergentes de la fotografía española. Quedan pocos días para que cierre sus puertas. ¡Visítala! Antes de acudir, no olvides tu cuaderno de notas y tomar algo para el dolor de cabeza.

Nosotros nos centraremos en las cartelas de la expo porque son oro molío. Muchas de ellas se podrían resumir en uno o dos párrafos breves pero los autores no escatiman vocablos y generosamente nos regalan complejas, pero clarificadoras, explicaciones. El efecto narcotizante de las palabras es instantáneo, ayudado por la iluminación ténue y la magia del edificio: el espectador antes de empezar a ver la primera foto del artista que toque ya está inmerso en un atontamiento similar al de Sthendal, que le hará creer que lo que van a ver sus ojos es la leche.

Ángel Luis González, el director de PhotoIreland, ha resumido su visita a la expo de esta manera: “Espacio 10 puntos, trabajos 7, textos ¡terribles!” Pero no, Ángel, erras. Lo que parece verborrea, barroquismo y redundancia no son sino exitosos intentos para que el concepto quede diáfano.

Fragmento de cartela de Vanessa Pastor con las frases más lúcidas subrayadas para interiorizarlas mejor

Fragmento de cartela de Vanessa Pastor con las frases más lúcidas subrayadas para interiorizarlas mejor

Voy a ser bueno y te voy a ahorrar trabajo. He seleccionado 8 autores de los 20 de la muestra (Guerrero, Paula Anta, Ali Hanoon, Salván, Tornero, Jesús Madriñán, Vanessa Pastor y Anna Huix). Y de ellos unas cuantas palabras y expresiones que usan y te vendrán bien para tu propósito. Algunas de ellas se repiten en las cartelas porque son palabras totémicas: mételas aunque sea con calzador en la teorización de tu proyecto, porque te darán suerte, te acercarán al éxito. Toma nota:

Proyecto, síntesis, mirada, estudio, búsqueda, propuesta, imaginario (colectivo), emerger, interactuar, profundizar, work in progress, estancia, entorno (personal), periferia, ausencia, presencia, concepto, identidad, honesto, subyacer, fragmentos de realidad, efímero, eterno, explorar, memoria (colectiva), olvido, referentes, visión poliédrica y transversal, recorrido, paraísos artificiales, realidad cambiante/dual, ética coyuntural, dócil y dominado, huellas del pasado, transformación, catalizador global, intersticios, silenciosa y tranquila, calma y serenidad, binomio equidistante en continuo conflicto, yuxtaposición, materialización, imprevisto, intuitivo acercamiento, atmósferas, articular, subversión, construcción de la identidad, contradicción, magnetismo, discordancia, simbiótica, inacabado…

A modo de ejemplo vamos a utilizar dos fotos de Alec Soth. No son trabajos completos, pero nos valdrán para demostrar que estas palabras son un excelente recurso parar articular el concepto, allá donde las esclafes. Fijaos como el texto puede ser válido para ambas imágenes:

Fotos: Alec Soth

Fotos: Alec Soth

“Esta mujer parece cuestionar su identidad. Su presencia se torna efímera. Ausente en una realidad cambiante, subyace en un entorno donde no puede interactuar, en un binomio equidistante pero en continuo conflicto entre las huellas del pasado y un imaginario paraíso artificial. Pero su mirada es honesta, eterna. Y sigue silenciosa y tranquila, con calma y serenidad, en eterna búsqueda de referentes. Sigue explorando y profundizando con intuitivo acercamiento en su work in progress.”



El Génesis según S. Salgado

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Tarde tonta en Madrid. Estaba en la capi, donde se cuece todo, así que tenía que aprovechar el tiempo y culturizarme un poco. Revisé el catálogo de exposiciones fotográficas y después de mucho pensar elegí una. Acerté, sin duda.

Por momentos llegué a plantearme esa de “Crisis / Contestación Social“, sobre la actitud de cuatro fotógrafos ante los malos tiempos que corren. Pero para una tarde que tengo libre no quiero ver miserias, sangre y cosas desagradables. Hay gente que sólo tiene ganas de amargarnos la vista, siempre en plan salvapatrias. Así que me fui a ver algo más amable, más anestésico. Fui a ver la exposición ecologista de Salgado en Caixa Forum.

Salgado nos dice que ha tenido la oportunidad de contemplar el Génesis de primera mano, aunque yo no lo hacía tan anciano.  Además, nunca he sido un buen estudiante, me lío mucho con eso de la Prehistoria, Adán y Eva, Darwin, el continente Pangea y demás teorías sobre evolución. Menos mal que Sebastián nos lo aclara todo con su trabajo y en algunos vídeos. Él no escatima en gastos y presenta fotos a cascoporro, concretamente 245, en las que se puede apreciar que ya por entonces había humanos, que no fueron sólo 2 sino muchos, y que la mayoría de los animales no han evolucionado nada desde entonces, están igualitos. No es que el título de la exposición sea pretendidamente grandilocuente, no, es que alguien tenía que aclarar esta confusión histórica de una vez por todas.

El mundo tal y como era cuando se fotografió para Génesis.

El mundo tal y como era cuando se fotografió para Génesis.

Dice el maestro Salgado que la espera debe ser una de las mejores cualidades de un fotógrafo y yo voy por buen camino, pues la cola que tuve que hacer para entrar fue de aúpa. Parece ser que desde Peio Riaño escribió eso de que se ven pájaros haciendo el amor aquello está hasta la bandera de niños y adultos. Daba la impresión de que la mayoría no sabían cómo habían acabado allí. Seguramente era gente muy concienciada con el mensaje de que nos estamos cargando el planeta, pero sin ganas de ver peces muertos, cráteres de pruebas nucleares, pájaros llenos de petroleo ni exterminios de indígenas. Si los de la exposición que descarté, esa de la crisis, hubieran optado por mostrar fotos de casas lujosas, cenas fastuosas y demás escenas optimistas, igual se les habría llenado la sala. Que tomen nota.

El amor y los pájaros. (c) Sebastiao Salgado. Génesis.

Las amables fotos del referente brasileño sin embargo desprenden otras sensaciones. Habrá quien piense que no es muy coherente irse a las zonas más vírgenes del planeta, hacer fotos que pretendan actuar como documentos fidedignos y que luego se te vaya la mano en el retoque, rozando el HDR. Yo no lo veo así y tengo otra teoría. Creo que Walter Benjamin estaría emocionado al comprobar cómo Salgado consigue plasmar esa aura a la que el intelectual alemán hacía referencia en sus escritos. El maestro ha utilizado técnicas ancestrales de fotografía, con largas exposiciones, que permiten captar perfectamente el halo benjaminiano. Además le permite plasmar los niveles de radioactividad a los que están sometidos los animales en los polos, pues sólo así se entiende que los pingüinos emitan una luz como la que irradian en las fotos de la exposición.

Sobre el montaje expositivo también quiero destacar algunas cosas que me cautivaron. En primer lugar, un auténtico detallazo. Todo está lleno de cómodos sofás en los que echarte una siestecita. La estética de Salgado, tan amable, recuerda mucho a los documentales de la 2, y todos sabemos que en cuanto vemos dos leones, un elefante y alguna tribu africana el sopor se apodera de nosotros. Si además a eso le unes un alto rango dinámico, los ojos piden descanso a gritos constantemente. Los sofás se ponen tan a tope  que hubo gente que no tuvo más remedio que echar la cabezada en la sillas de los vigilantes de sala. Señores de Caixa Forum, más sofás, por favor.

Visitante disfrutando de la experiencia genética

Visitante disfrutando de la experiencia genética

En segundo lugar, me gustaron mucho las cartelas. Los textos eran largos e instructivos. Tanto que hasta me alegré de no haberme dejado más dinero en el audioguía de rigor. A mí me llamó especialmente la atención una cartela que remarcaba el hecho de que las mujeres de cierta tribu se pintan de color rojo el cuerpo. ¡Sebastián, qué traviosillo eres! Mira que poner esa cartela con fotos en blanco y negro…

En tercer lugar, hay que aplaudir lo de reciclar las fotos que ya tenía producidas para otras exposiciones. Algunas fotos de África ya aparecen en su anterior libro, pero puestos a hablar otra vez de África mejor reaprovechar esas copias que tenemos en el garaje. Ahorramos papel, ayudamos un poco más a reforestar el Amazonas y nos sale mejor de presupuesto.

Y por último lugar, me pareció una decisión muy acertada que la foto más grande de la exposición fuera la que tiene en primer término a una foca mirando a cámara. Sólo al ampliarla tanto es posible ver reflejado en el ojo de la foca al propio Sebastián. Chapó por esa solución elegante que consigue dar protagonismo al autor, y no esas cosas horribles que hacen ahora (y que ya hemos mencionado aquí) de poner la firma con Arial 72 puntos.

(c) Sebastiao Salgado. Génesis.

En resumen, creo que es justo considerar al maestro Salgado como el nuevo Moisés de la fotografía digital. De hecho me quedé con muchas ganas de comprar la edición especial del libro de Génesis. Sólo son 8.500€ y se habría venido conmigo si no fuera porque los de Ryan Air no me habrían dejado meterlo como equipaje de mano debido a su formato de tablas bíblicas.


Esa foto ya la hizo fulano

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No falla. Cada vez que enseño fotos a un visionario, tarde o temprano sale de su experimentada boca el mismo comentario: “Esta foto está bien, pero ya la hizo fulano”. Ocurre siempre, ya sea taller, festival o visionado; hasta en reuniones informales. Allí donde muestro mis fotos, me entero de que siempre hay un “grande” que ya ha hecho una foto similar antes que yo. Es decir: que en el fondo soy un genio, pero siempre llego tarde. Soy capaz de hacer grandes fotos, pero no tiene mérito porque ya estaban hechas; y por eso ya no valen.

La pregunta que tenemos que hacernos es obvia: ¿queda alguna foto por hacer? Yo he llegado a la conclusión de que no, que ya está todo hecho. Salvo que se insista en hacer algo muy distinto; por ejemplo, algo que sea mediocre pero que tenga una carga conceptual brillante que lo haga bueno (para eso os puede ayudar el post del concepto) o algo alejado del lenguaje fotográfico clásico, algo más contemporáneo. Pero para estas soluciones, hay que valer.

Aaron Siskind

Aaron Siskind

Si el “esa foto ya la hizo fulano” también os jode a vosotros y os ha llevado a un punto muerto, sabed que no todo está perdido. No desesperéis. Hay salida. Y os lo voy a demostrar:

Lo primero que hay que hacer es olvidarse de ser original. Aunque no lo sepas, y aunque sea en las antípodas, alguien habrá llegado antes que tú a lo mismo. Mentalízate. Este punto es el más difícil porque exige grandes dosis de humildad, virtud repartida con cuentagotas por cualquiera de los mundos de la fotografía.

Para asimilar esta dura verdad, a mi me sirvió de mucho la meditación. Ponte cómodo en un sitio con pocas luces. Puede valer un bosque en penumbra, una apartada orilla al atardecer o tu humilde morada. Cierra los ojos y haz respiraciones profundas. Cuando estés relajado, repite al expulsar el aire estas citas bíblicas a modo de mantra: “Vanidad de vanidades; todo es vanidad. Nada nuevo bajo el Sol”.

Sólamente cuando hayas superado el punto anterior, es cuando tienes que pasar al siguiente: ponerte a trabajar, a hacer fotos. La cuestión es revertir el proceso: no ir de lo pequeño a lo grande como pretendías hacer antes infructuosamente, sino de lo grande a lo pequeño. Tienes que reinterpretar las fotos de los grandes, de grandes fotógrafos. Mejor si no son muy conocidos, cosa frecuente por otra parte.

Con todo esto, además ganarás en credibilidad porque estarás demostrando que sabes de fotografía y que tienes referentes. Los referentes son imprescindibles en fotografía; sin ellos no vas a ningún lado.

Bill Brandt

Bill Brandt

¿Cómo se lleva a cabo esta recreación, la citada reinterpretación? No queráis que os lo dé todo hecho. Es cuestión de echarle imaginación. La mayoría de las ocasiones no es necesario esforzarse mucho. Busca tus métodos.

Bueno. Lo mejor es dejarnos de palabrería y verlo todo con un ejemplo. Habéis visto que hemos ilustrado este post con dos fotografías de dos maestros: Siskind y Brandt. A continuación, bajo estas líneas, la muestra de como una lectora de nuestro blog ha sabido reinterpretar sus fotografías a la perfección, sólo con cambiar un poco el punto de vista y añadiéndole color al asunto. Un acierto esto último, porque hoy en día el blanco y negro cada vez se lleva menos. La única pega, pero subsanable, es que se ha olvidado de citar a los referentes en su texto explicativo. Por lo demás, impecable y muy creativo, como todos los demás trabajos de esta autora.

Tola Castillo

Tola Castillo

Seguro que vosotros conocéis más ejemplos, ¿verdad?


A mi novia le gustaban mis fotos

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Ando completamente perdido. La fotografía contemporánea está destrozando mi mente y mis relaciones sociales. Yo pensaba llegar al estrellato y resulta que me estoy estrellando.

Cuando empecé en el mundo de la fotografía mi mayor obsesión era reproducir las fotos que aparecían en los libros de culto para mí, casi todos de la editorial Anaya. Y en poco tiempo le fui cogiendo el truco. Había que madrugar mucho para fotografiar al amanecer, jugarse el tipo en lugares abandonados para sacar texturas, perseguir siluetas a contraluz o comprar rosas frescas para hacer macros (como el de abajo). Pero todo ello tenía sentido. La recompensa era enorme. A mi novia le encantaban mis fotos.

Foto de Nacho Canon

Foto de Nacho Canon

Adoraba que le hiciera books en plena naturaleza siguiendo los consejos del ingeniero. No paraba de decirme que tenía una delicadeza fuera de lo común. ¡Menuda colección de fotos subiditas de tono le hice con el rollo de la sensibilidad! Por ahí las tengo guardadas. En cuestión de pocos meses me había convertido en artista para ella. Y todo ello sin ningún tipo de conocimiento sobre historia de la fotografía ni sobre fotógrafos clásicos. Sus fotos siempre me habían parecido muy fáciles de reproducir, no había razón para estudiarlos.

Todo se torció a partir de una conversación con un compañero de trabajo, maldita la hora. Me habló de un proyecto fotográfico que llevaba entre manos, algo sobre la equidistancia entre pareceres antibióticos. Yo no entendí una leche, pero el tipo parecía convencido de lo que decía. Me enseño unas cuantas fotos que llevaba en el móvil, algo en la línea de la foto de abajo. Al enseñarle yo mis coloridos macros de florecitas fue cuando me hizo la gran pregunta: “¿Qué me estás contando con eso? Yo sólo veo imágenes bonitas, no me transmiten nada”.

Foto de Rocío Morales

Aquello fue un mazazo tremendo. ¿Pero desde cuándo las fotos tenían que contar algo? ¿No basta con que sean bonitas? ¿Y entonces lo que dice Michael Freeman? ¿Tú sabes cuántos favoritos tengo yo en Flickr? Empezó a hablarme de la superación de la fotografía clásica, del alejamiento del pictorialismo y demás verborrea. Como no le entendía en absoluto, me recomendó que le acompañara a unas charlas que organizaba una escuela de fotografía, lo cual me sonó un poco a secta, la verdad. ¡Con lo orgulloso que estaba yo de ser autodidacta y ahora tenía que ir a clases!

Esos talleres cambiaron para siempre mi vida. Tuve que cambiar de localizaciones a la hora de fotografiar. Ya se sabe: la periferia, los huertos urbanos, los descampados, etc. Yo no tenía ni pajolera idea de qué estaba buscando exactamente, pero era lo que se llevaba. Cada vez fotografiaba menos a mi chica y tampoco le dejaba que se viniera conmigo, porque me impedía conectar con mi visión poliédrica. Las veces que accedí a fotografiarla siempre acabaron mal. Ella no paraba de sonreír y yo le reiteraba que en la fotografía contemporánea la expresión tiene que ser mustia, está mal visto salir contento en las fotos.

Estaba empezando a barajar la posibilidad de abandonar el moderneo, me estaba causando demasiados problemas. Sin embargo, Indalecio, un friki de los fotolibros al que había conocido hacía poco, me dijo que mis fotos expresaban bien la ausencia de presencia cósmica. Aquello me envalentonó y decidí enseñárselas por primera vez a mi novia esperando que aquello compensara todo el sufrimiento causado. Se le dislocó la mandíbula. Tampoco lo arregló mi argumentación sobre la presencia cósmica. Me dejó.

Foto de Solange Adum Abdala

Ahora tengo un nuevo proyecto fotográfico, un work in progress todavía más conceptual (similar al de la foto de arriba). Ya lo he presentado a cinco concursos, tres becas y dos rallies. Todavía no he tenido  éxito, pero estoy seguro de que cada vez estoy más cerca de que me premien. ¿Que cómo lo sé? A mi madre y a mis amigos no les interesa ni lo más mínimo, cada vez le gusta más a Indalecio y, sobre todo, a mí el proyecto me parece una mierda que se filtra por los intersticios de la subversión.

Ya no me como una rosca. Sólo me queda el consuelo de tener en el disco duro las fotos en bolas de mi ex.


Una palabra vale más que mil fotos

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Lewis Hine no llevaba razón. El que dijo “si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara”, se equivocó de lleno.

Ya os hemos dicho de varias maneras que el concepto en fotografía a día de hoy es imprescindible. Es por esto que en Cienojetes hoy inauguramos una nueva sección, una página fija. Se trata del diccionario fotográfico cienojetero, disponible ya para todos los estudiosos de la fotografía.

Nuestra intención es doble: por un lado enriquecer el discurso conceptual fotográfico de quienes nos leen; por otro, dotar a nuestros queridos lectores de un conocimiento básico en términos frecuentemente usados en Cienojetes y que, si no se captan en todo su significado, impiden la correcta asimilación de las sesudas reflexiones que proponemos en cada uno de nuestros post.

Asimismo os queremos proponer un juego que será al mismo tiempo un ejercicio para vosotros. Aunque ya podéis encontrar varios términos, nuestra intención es que el diccionario esté en constante actualización. Así que os invitamos a que en los comentarios de la página del diccionario nos dejéis vuestras palabras y definiciones. Las mejores aportaciones serán integradas en el diccionario.

¡Ánimo y a colaborar desde ya mismo, amigos! ¿Quién es el primero?
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Have a nice… boob

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(Español)

Inauguramos hoy en Cienojetes una nueva sección de videos, inspirada por webs tan conocidas como Have a nice bookPhotoBookStore, a la que iremos trayendo fotolibros que nos han llamado la atención. Un nuevo servicio que Cienojetes pone a vuestra disposición y que o bien fomentará la compra del libro enriquecedor, o bien evitará la inútil perdida de capital para un objeto destinado únicamente a ocupar sitio en vuestras estanterías. Allá cada cual…

Animamos a los autores y editoriales que quieran ver su libro en esta sección (nos parece una estupenda plataforma para la promoción) a que se pongan en contacto con nosotros para concertar envíos. Para el próximo video, prometemos limpiar el sensor y cuidar el balance de grises.

Sin más preámbulos, ahí va nuestra primera entrega; uno de los grandes de nuestra fotografía patria.

(English)

Today we add a new section to our blog. It will contain videos inspired by well-known webs such as Have a nice book or PhotoBookStore, and we will be adding some photobooks that we find interesting. This is a new service provided by Cienojetes in order to encourage the purchase of rewarding books or to avoid the unnecessary expense of some stuff that will be taking up space of your bookshelves. It is up to you…

We encourage authors and editors who want to show their books in this section (it is an outstanding platform for advertising) to get in touch with us using our email. For the following videos, we will clean up our CCD sensor and we will pay more attention to the white balance.

Here is our first video: one of the greatest photobooks of our country.

The PIGS – Carlos Spottorno
Ed. RM Verlag – Phree
27×19 cm.,  112 pages
English / Spanish

(Music: “Hay que venir al sur” – Raffaella Carrà)


¿Se puede vivir de la fotografía de autor?

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Amigos, la cosa pinta mal. Hace muy poco me enteré de que Kowasa, la famosa librería-galería especializada en fotografía, pide ayuda a gritos y, salvo milagro, cerrará sus puertas próximamente. No sé si éstos se pensaban que los fotógrafos, que son los únicos que compran libros de fotos, iban a pagarles a ellos cuando pueden obtenerlos más baratos, sin IVA o incluso gratis de la manos de los propios autores. ¡Apoyemos al menos con likes en facebook!

La pregunta viene sola. ¿Es que no se puede vivir de la fotografía en España?

Tengo claro que la fotografía BBC puede dar mucho dinero. Me pensé el asunto cuando quise hacerle un book a mi nena. Pero reconozco que el posturero del mundillo de la fotografía de autor me seduce más. Además, mi psiquiatra me ha aconsejado que entre los dos caminos, tire por éste por el tema de reforzar el ego: la autoestima y tal. De hecho, sabéis que ya le he dado vueltas al tema, gastándome los cuartos en talleres y visonadores, muy animado a realizar un proyecto personal, como recomienda el bueno de Valbu. Y tenía intención de ponerme a ello, en cuanto se me terminara el paro.

Pero cuando ya me estaba creyendo que empezaba ser algo más que un número de teléfono, ante esta noticia de Kowasa, me ha asaltado un tropel de dudas. ¿Y si llego a ser un genio de la fotografía y a pesar de todo muero en la miseria como el gran Atget, o sin que nadie sepa quien fui como Munkácsi?

Concretizo las preguntas entonces. ¿Se puede vivir en España de la fotografía no comercial, de la fotografía creativa? ¿Con la fotografía de autor se puede hinchar la cuenta corriente y no sólo el ego? ¿Hasta qué punto la crisis afecta a nuestros fotógrafos artistas? Porque así desde fuera la sensación que da es que, salvo pocos afortunados, esta es una tropa de vendedores de crecepelo, cansados de recorrerse España con la caravana porque al final siempre van los mismos calvos a verlos. Muchos de ellos compaginan las fotos con la docencia, pero hasta las escuelas de renombre, que en este país son privadas, están en números rojos. Algunos ya se resignan a hacerlo todo casi gratis: conozco a uno que se ha hecho camarero y se conforma con que la administración le edite un catálogo y le de unos cuantos para repartir a los amiguetes.

En fin. Me he puesto a investigar por la red antes de tomar una decisión y ¡tela lo que me he encontrado! Parece que con esto de la crisis, muchos de los fotógrafos contemporáneos de renombre tienen actividades paralelas para ir tirando. Incluso algunos hacen otro tipo de fotografía que les da más dinerito; unas fotos muy distintas de las que presumen en público, en los saraos de los modernos. ¡Qué calladito se lo tenían! Estoy que me subo por las paredes.

Martin Munkácsi

Martin Munkácsi

  • Óscar Molina. De este pájaro ya hablamos hace un tiempo en Cienojetes. Pues parece que no sólo fotografía cajitas de acuarelas. Conociendo las dos, a cual de sus dos webs vais a entrar más? ¿A la de siempre o a la de retratos?
  • David Jiménez. Este fotógrafo se ha hartado de que la gente no sepa entrar a su web y a pesar de haber vendido libros hasta el infinito, ahora se ha tirado de lleno al mundo de la música y tiene otra vida como cantautor. A ver si le va mejor, porque se empeña en no dejarse barba larga y así no, David. Así no se venden fotos de la India.
  • Mellado. Ni el mismísimo se escapa de la crisis y ha tenido que arremangarse y hacer fotos de bodas. ¿Será que las performances y sus libros de alta calidad no le dan para un elevado tren de vida?
  • Valbuena. Este es el que he mencionado antes, que va por ahí dando talleres de cómo ser fotógrafo en el siglo XXI y afrontar la crisis económica. Pues todo apunta a que se queda con todo el personal y nos está tratando como si fueramos muñequitas.
  • Matías Costa. Otro moderno que quiere hacerse rico con la guitarrita.
  • Mikel Bastida. A este se le ha ido la cabeza con tanta batallita. En su otra web se define como ex-integrante de la Federación Galáctica. No creo que esto le dé mucho dinero, pero ¡adelante con el libre pensamiento!
  • Ricky Dávila. Famoso por ser uno de los guaperas de la actual fotografía española, debido a sus seductores ojos claros y su vocabulario engatusador, se ha ido a hacer las Américas aprovechando su atractivo.
  • Ana Galán. Sale hasta en la sopa. Este año el Pa-ta-ta incluso es casi un festival monográfico dedicado a ella. Pero no le basta. Quiere más. Su hambre no se sacia.
  • Juan González. Estar en el Diccionario de los Fotógrafos Españoles no da de comer. Acertadísimo su cambio de registro fotográfico. Mucho más actual y efectista.
  • Juan Carlos Martínez. Va a ser que música y fotografía tienen mucho que ver. A este le ha dado por tocar el bombo para de esta manera, poner sonidos a su mirada voyeurística. Bien.
  • Ana Nieto. Ya sabíamos que era una aficionada a la botánica. En su otra web opta por una fotografía más bonita, más natural, mucho más accesible que esas cosas raras que hace en su web seria.
  • Xavier Ribas. Los pleitos le darán más dinero que las fotos.
  • Txema Salvans. No estoy seguro si será él, pero todo apunta a que sí, por su querencia a fotografiar cierto tipo de mujeres. Aquí lo hace de un modo más práctico y directo. Gracias por este estupendo manual de fotografía Night Club.

En fin. Podría seguir con alguno más. Pero creo que ya es suficiente para que os hayáis quedado como yo, de piedra. ¡Se nos caen los mitos, muchachos! Nos quedamos sin referentes.

Destrozado ante la falta de honestidad (esa virtud de la que muchos hacen gala) y las dobles vidas que llevan algunos de los nombres de la fotografía española contemporánea, bajo al bar y me doy de bruces, en el periódico de la barra, con esta frase de Díaz Burgos:

Diario La Verdad (12-5-2013)

Diario La Verdad (12-5-2013)

No sólo las fotos, maestro, no sólo las fotos. ¡Cuánto pájaro, madre mía!


Cuanto más fea sea, mejor

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Llevo mucho tiempo dándole vueltas a una cuestión que me tiene en un sinvivir, pero creo que tras mucho meditar he dado con la respuesta. ¿Por qué hay tanta foto fea en la fotografía contemporánea?

Hace años que voy peregrinando de exposición en exposición, cuanto más moderna mejor, con el fin de abrir mi mente a nuevos lenguajes  que iluminen mi concepción clásica y bressoniana de la fotografía. Sin embargo, estaba llegando un momento en el que no podía más, me resultaba ya casi insoportable posar la mirada sobre tanta foto incómoda de ver, de belleza distraída, antiestética, de escuela privada sectaria.

No faltará el listo que ahora mismo esté pensando que lo de “feo” es un juicio de valor completamente subjetivo, que lo que para mí es desagradable para otro puede no serlo. Parafraseando a Coco Chanel, alguien podría decir que no hay fotos feas, sino fotós que no han sabido arreglarse con Photoshop. Pues no, ahí van una serie de pruebas irrefutables. Se puede decir sin miedo que una foto es fea si:

  1. Al pasar por delante de ella en una exposición es inevitable arrugar la nariz, entornar los ojos y mirar a ambos lados en busca de una respuesta que nunca llega. A menudo el vigilante de la sala se encoge de hombros en un gesto de complicidad.
  2. No sacas el móvil para fotografiarla como recuerdo, o si lo haces que sea con esa sonrisilla que antecede a enviarla al grupo de WhatsApp en el que ponéis a parir todo.
  3. Si ese grupo de señoras mayores, que a veces acaba por error en las exposiciones modernas, están comentando entre ellas “mi nieto sí que hace unas fotos preciosas”.
  4. Si se parece a las fotos que te mandó un amigo acerca de cómo iban las obras de su casa nueva.

Cuando la foto gusta la reacción es distinta. Foto de Teodora Dakova.

Es decir, hay criterios sobradamente universales para saber que las fotos son feas. ¿Será entonces que el autor de la foto está incapacitado para ver la fealdad? En fotografía se habla mucho de la carga emocional que lleva asociada normalmente una foto por circunstancias derivadas del momento de la toma. No hay nada de eso, no hay espacio para el romanticismo cuando se trata de pegar el pelotazo conceptual. No, amigos, no. Ellos lo saben bien. Lo hacen a propósito, pero yo les he descubierto. Hacer fotos poco agraciadas son todo ventajas, tantas que yo creo que no volveré a hacer una foto agradable nunca más. Os lo demostraré.

Comenzaremos con una razón de peso: el ahorro en equipamiento y tiempo. Imaginad que necesitáis introducir algún tipo de motivo vegetal o floral en vuestro proyecto fotográfico. Tenéis la opción de comprar un buen pepino macro, de esos que valen más que todos mis estudios, y luego ir hasta hasta la cima de no se qué montaña en busca de la planta que sólo florece el 29 de febrero. O tenéis la opción de pegarle un flashazo con el móvil al primer seto con el que os crucéis. Está claro, ¿no?

Foto de M. Denyer

Foto de Valerio Platania

La segunda razón del triunfo de lo desagradable está en lo útil que resulta para tapar todas las impericias técnicas que tanto abundan en el panorama emergente. El tiempo dedicado a saber a qué huelen los papeles de los fotolibros en lugar de a controlar unas bases técnicas mínimas se acaba evidenciando. Ante el peligro de que la gente descubra que ni siquiera sabes lo que son los esquemas de iluminación (¡cómo se puede vivir sin saber eso!) ellos dejan caer esas fotos grotescas en las que no hay espacio para el debate de la calidad técnica. Eso y alguna frase del tipo “la técnica no me interesa, eso es para gente que no tiene la mirada madura”. Pero claro, vamos a pasar hambre como tengamos que elegir restaurante atendiendo a las fotos de la carta hechas por los modernos.

Foto de Alamy

Foto de Louis Porter

Y una última razón que suelen esgrimir para seguir haciéndonos daño a la vista es que el mundo está lleno de cosas desagradables, que hay cierta poesía en lo incómodo, en la monstruosidad, en lo decadente. Vamos ver, todo el mundo sabe que la gente se aficiona a la fotografía para mostrarle al mundo todo lo bello que hay en él, para capturar lo hermoso de la vida, que si no es tan hermoso a simple vista ya lo será tras pasar por el Photoshop. Pero claro, los modernetes tampoco controlan mucho el tema del Photoshop y, como ellos no le tienen miedo al flash, una vez que se pasan luego no saben arreglarlo con el ajuste de curvas.

Foto de José Antonio Fernández

Foto de Tatjana Schloer

En conclusión, la belleza puede ser algo subjetivo, pero lo que está claro es que no te vas a comer una rosca en el mercado contemporáneo como les sigas teniendo cariño a tus fotos. Cuanto más te repulsen más cerca estarás de la fama.



¿PHE vs Fotogenio? ¿Cuál es el mejor?

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No le vuelvo a hacer caso al Sr. Canon. Porque no es lo mismo ir a un festival que te pilla a menos de una hora en coche que zamparte 400 Km. al volante para que te la metan doblada. Ayer fue fiesta en la Comunidad Autónoma de Murcia y al menda no se le ocurrió otra cosa que hacerle caso al amigo y trasladarse todo el puente a la capi. Y todo porque el señorito con ansias de modernidad se había empeñado en ir a ver lo más emergente y cool de la fotografía española.

De regreso se lió, porque no pude callarme. Más o menos así pasó:

Pepinos: Una vez más hemos perdido el tiempo y los cuartos. ¡Menuda metida el Pe-hache-é ese! Otra pa-ta-ta más.

Canon: ¿Pero qué dices, Nicon? Está claro que PHE probablemente es a día de hoy el mejor festival internacional de fotografía y artes visuales de toda Europa.

P: ¡Una leche! Más cercano y mejor tenemos el Fotogenio, que en un fin de semana logra reunir a más fotógrafos que PHE en tres semanas. 1200 asistentes en esta edición. ¡Nada menos!

C: ¡Bah! Eso no tiene mérito. De todos esos frikis con los pepinos colgando que van allí, sólo repiten 200. El resto cambian cada año porque son los aficionados que se han comprado la nueva Eos 5D Mark VI y se creen el nuevo Salgado. Pero en unos meses abandonan y además con graves problemas de visión, por forzar los ojos con tanto postprocesado HDR.

P: ¿HDR llamas a unos mínimos ajustes? ¿Y quiénes asisten a PHE? Los postfotógrafos esos que, en el fondo, aspiran a ser tan populares como Salgado. Los cuatro posthipsters que quizás podrán entrar alguna vez dentro del mini-circuito ese de elegidos. Esos que se creen en el ombligo del mundo pero que sólo se conocen entre ellos. Esos que están siempre en el caralibro o en tuiter, mecenándosela los unos a los otros, pero poniéndose verdes a las espaldas por la tirria y la envidia que se tienen. Los emergentes pedospé. Los de los proyectos workinprogress con titulitos en inglés. ¡Anda ya!

Foto de Joel Robinson

C: (poniéndose profundo) Por lo menos esos modernos que tanto odias te cuentan algo con sus fotos. No como los medallistas que se tiran un día entero para hacer una sola foto que no dice nada y luego colgarla en el flickr para chuparse la gaita los unos a otros. ¿No es mejor contemplar un paisaje que convertirlo en uno tan irreal que parece sacado de la película avatar?

P: ¿Estás insinuando que a los que les mola Fotogenio son tontos? Pues que sepas que hasta expiden un Título de Experto Universitario en Fotografía. ¿Y eso del Master y de la Escuela de FotoEspaña qué es? Con razón le han puesto Pica, porque van a ver cuánto incauto pica. Por lo menos Fotogenio es un festival donde se aprende, donde los grandes maestros se remangan y te explican la regla de los tercios si hace falta. ¡Ni un solo dato EXIF he visto en las cartelas de PHE! Sí mucha búsqueda efímera, visión poliédrica y presencia de la ausencia… Palabrería y más palabrería conceptual. A todos esos los ponía yo a cavar huertos urbanos en la periferia esa que tanto les gusta.

C: Pues si después de años dedicándose a la fotografía de alta calidad, lo mejor que tiene uno de tus maestros es decir en una conferencia ante cientos de personas qué es la proporción áurea, eso lo dice todo. Y si todo lo que el genial público tiene que preguntarle a Salgado es por qué son tan planas sus fotografías… ¡Menuda cara se le quedó al brasileño cuando le confirmaron que era esa la cuestión! “¿Mande?”

Foto: mazarron.es

P: Mira. En Fotogenio las autoridades locales se vuelcan con el evento y los concejales dicen que es el “mayor encuentro de fotógrafos de España”. ¿Ha dicho algo la Botella de lo relaxing que es pasar una tarde viendo exposiciones en PHE? ¡No! Porque cuando llevas cinco se te pone la cabeza loca de las metidas que llevas y más loca aún de pensar en las que te quedan.

C: (elevando la voz) ¡Claro, claro! ¡Es mucho más glamuroso celebrar un festival en una nave de tomates que en el Círculo de Bellas Artes. ¡Eso sí que es qualité, chaval! (Dándole una colleja a Pepinos. El coche da un volantazo, pero Nicon consigue controlarlo y regresar a su carril).

P: (gritando) ¡Pues sí! ¿Qué pasa? ¡En la nave Paloma y no al aire! A la sombrita, bien resguardados del sol mazarronero. El Círculo… ¿el Círculo ese de señoritos donde hasta ha expuesto Ouka Leele?

C: ¿Pero dónde están los fotolibros de autor en Mazarrón? ¿Y los colectivos? ¿Y las exposiciones? Que sólo suele haber una y con fotos en cartón-pluma pegadas con chicle.  (Dándole manotazos en el hombro a Nicon) ¡Dimeeeee, Pepinoooos, dimeeee!

P: (soltando las manos del volante y zarandeando a Nacho) ¿Y dónde te enseñan en España en tres días a fotografiar cielos estrellados, a jugar feliz como un niño con las luces y a afotar pájaros silvestres? ¡¡¿Eh, dónde, dóoondeeee pajarraco?!!

En estos momentos pierdo el control del vehículo que tiene una salida de vía y cae por un terraplén de La Mancha albaceteña. Como caballeros de triste figura permanecemos sentados en la cuneta dos horas, esperando a la grúa, sin agua y sin mediar palabra alguna. Al fondo modernos molinos de viento mueven sin cesar sus aspas metálicas y parecen decirnos una y otra vez: “¡Tooontos, tooontos!”

Ramón Masats

De esta guisa quedó el utilitario. (Foto: Ramón Masats).

Y nos llamaban exagerados con lo de los universos paralelos. Hasta en las carnes sufrimos la pirotecnia y la trascendencia. Nueva pelotera y nueva crisis, y no es la primera, del colectivo Cienojetes.

Encima, el coche era el mío.


Los 7 pecados capitales en la fotografía: la envidia

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Cada vez soy más maligno. Desde que me metí en el mundillo este de la fotografía no paro de acumular pecados. Además veo que a mi colega Pepinos le pasa lo mismo, esto nos está corrompiendo. A modo de penitencia hemos decidido compartir con vosotros, en una serie de entregas, de qué manera acabamos sucumbiendo a las tentaciones. Hoy os hablaré de la envidia.

Yo la envidia ya la traía de serie antes de empezar a fotografiar. Muchos acabamos en la fotografía porque se nos da fatal dibujar y no servimos ni para pintores de brocha gorda. Yo me estuve informando en su momento y averigüé que muchos profesores de fotografía de escuelas públicas tenían la misma carencia, ni idea de cultura visual, pero si habían acabado de funcionarios segando la carrera artística de sus alumnos es que se puede llegar lejos. Elijamos la fotografía, me dije.

Al principio me lo tomé como un  aficionadillo más, sin pretensiones. El problema es que incluso a ese nivel ya empiezan las rivalidades. Primero le tomé pelusa a algunos amiguetes míos que eran mucho más pudientes y que disponían de un variopinto arsenal de objetivos, cámaras y accesorios. Y ahí estaba yo, con mi réflex digital de 600€ y el prestigioso 18-55mm.

Esto es lo que se llevaba un amiguete mío en nuestras quedadas

Esto es lo que se llevaba un amiguete mío en nuestras quedadas

Menos mal que pronto me dijeron que había otras formas de inflar tu ego sin necesidad de hacer inversiones sustanciales. Me hablaron de foros y portales de fotografía en los que no existía el rencor y todo el mundo era muy adulador. Parecía el paraíso, porque todo el mundo sabe que lo que un principiante necesita cuando está empezando es que todo el mundo le diga que es muy bueno y que ya es un artista. Me lancé de cabeza.

Pronto me di cuenta de que por esos lares el inconveniente era otro. ¿Cómo podía ser que hubiera gente que se hinchara a conseguir alabanzas y favoritos con la enésima foto del dichoso Río Tinto? En un afán desmesurado por conseguir “likes” en mis fotos acabé alterando seriamente mis biorritmos al pasar noches enteras dándole al “me gusta” en todas las fotos habidas y por haber. Aquello produjo resultados al principio, pero cuando mis fuerzas comenzaron a flaquear también lo hicieron mis aduladores. Quizá fruto del cansancio acumulado, la emprendí a lo Risto Mejide, a saco con las fotos que me parecían un asco. Ya no me sentía con fuerzas para seguir mintiendo al decir que las fotos de las calas me parecían “¡Preciosas!”.  Y claro, aquello fue el fin. Las reglas son las reglas, no se rompen. Un aficionado no está ahí para aprender a base de críticas.

Afortunadamente, yo llevaba ya algún tiempo dándole vueltas a la posibilidad de volverme un modernete, un fotógrafo contemporáneo de traca. El acicate definitivo fue cuando comprobé quién había ganado un año el Premio de Pilar Citroën. Al ver la foto me dije “¡Esa foto también la hago yo, no te fastidia!”. Mira que me reventaba que los fotógrafos se llevaran premios a los que no me presentaba. Qué animosidad, qué rencor me producía ver cómo alguien se llevaba 15.000$€ con una foto que yo también podría haber hecho si me pusiera. Y todos esos fotógrafos contemporáneos que no paran de aparecer en los medios con esa labia incomprensible y fotos mal encuadradas. Eso era un filón, éxito sin técnica, como decían mis colegas del foro.

Foto de Jorge Yeregui. Ganador del Premio Pilar Citroler 2011.

Además, el mundo de los fotógrafos en general suele ser muy solitario. Sin embargo estos modernos suelen conformar sus clanes, sus sectas, y si encontraba la forma de entrar en alguna todo sería mucho más fácil. Pero ahí estuvo la perdición definitiva. Una vez dentro no pude soportar que algunos de ellos triunfaran en los visionados, en las becas, los premios, fotolibros, etc. Yo no me presentaba a casi nada, ni le dedicaba mucho tiempo a las fotos, me gustaba más lo de los actos sociales que otra cosa. Pero aún así, los premios me los tenía que haber llevado yo, que cualquiera que entre a mi Web sabe que mis fotos lo petan más.

Y encima algunos de ellos conocen a los fotógrafos famosos y yo no. Son sus amigos de Facebook y a mí no paran de salirme ahí en la lista de “Personas que quizás conozcas” como diciendo “Tú los conoces, pero ellos a ti no, chato”. Los saludan por la calle mientras que yo tengo que quedarme al lado con cara de tonto. Ahora, que me cobro mi venganza cuando mis colegas de secta me enseñan sus trabajos y me piden mi opinión. Yo podría hacer aportaciones valiosas que les ayudarían a mejorar, pero no lo hago. Me las reservo para que no ganen el próximo premio de turno. Eso sí, me quedo con sus ideas con el fin de incorporarlas a mí trabajo, tonto no soy.

Podría haberle aconsejado que la repitiera con un polarizador para quitar el reflejo, pero no lo hice. (Foto de David Salcedo)

Estoy llegando a un punto en el que me planteo abandonar la fotografía. No soporto más que nadie aprecie la valía de mi obra. Es completamente imposible que todos ellos lleven razón. Panda de envidiosos. Al final conseguirán que no enseñen mis fotos a nadie y la humanidad saldrá perdiendo.

 


¿Y mi trozo del pastel?

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Hace poco tiempo me armé de valor y decidí presentarme a lo que pensaba era un prestigioso premio internacional de fotografía de autor. Ingresé 40 euros a la organización, envié unas fotillos por correo electrónico y no tuve más que esperar. Días después recibía una llamada en la que se me comunicaba que había obtenido el primer premio.

No cabía en mí de gozo. Por fin llegaba un trampolín hacia el éxito. Mi interlocutora me informaba de que el reputado galardón incluía una exposición y la publicación de un fotolibro-catálogo. Después de felicitarme, la señorita me preguntó si conocía las condiciones del premio que iban contenidas en no sé qué bases. Pero yo ya era presa de la emoción y casi no la escuchaba. No dejaba de pensar en lo que estaba por venir: en el famoseo, en dejarme barba ante la futura inauguración, en comprarme nuevas gafapastas, en codearme con los popes en festivales y saraos, en las ganancias venideras, en las hipsters que me iba a ligar… Yo le contestaba a todo que sí con una sonrisa de oreja a oreja. “¡Sí, sí, gracias, gracias!”.

Decidí celebrar el triunfo con un fin de semana de comilonas y copas con los amigos. No tuve problema en que me fiaran en los bares diciéndoles que en breve iba a cobrar un pastizal. A mediados de la semana siguiente, y una vez superada la resaca, me puse a trabajar en las fotos. Yo sólo había presentado doce fotos, dije que mi proyecto era un “work in progress” y la verdad es que no tenía hechas muchas más. Me puse como un loco a fotear y fui a lo seguro: cama deshecha, retrato desenfocado de espaldas en una ventana, farola en la noche… con eso y un poco de concepto quedaba completado el proyecto.

A los días se me ocurrió mirar las bases esas. “Oh oh, aquí no dice nada de premio en metálico. ¡Tiene que ser un error, copón!”.

Cuando descubrí que había finalizado el plazo para renunciar al premio, me desmayé. Todo consistía en una exposición en un reputado museo de trajes regionales. La producción y envío de fotos las tenía que costear yo. Para el fotolibro me daban unos 500 eurillos y el resto también lo tenía que apoquinar yo. Eso sí: muy amablemente me sugerían que las fotos fueran bien grandes. “A tu proyecto le pegan unas cajas de luz a lo Jeff Wall, de 2x3m por lo menos. Pregunta por mi primo Paco el carpintero y dile que vas de mi parte”. Por lo demás, me daban un 20% de las ventas de unas fotos que no compraría ni el tato porque nadie me conocía. Y del libro se imprimirían unos 200 ejemplares; tenía derecho a quedarme con la mitad para vender, regalar o lo que quisiera. Resumen: 500 euros, una pared y cajas de libros que acabarían en mi trastero, es lo que tenía.

Pregunté por ahí y cuál fue mi sorpresa cuando me decían que eso era lo normal, todo era muy normal. ¿Qué pasa, que o se da el pelotazo o aquí todo el mundo cobra, menos el autor? Me sentí una especie de E.T.T. que daba trabajo a todo el mundo pero sin oler un céntimo.

A la inauguración fueron muchos amigos, que no compraron nada, pero a los que tuve que agradecer su asistencia poniéndoles vino y jamón, a mi cargo, claro. Lástima no haber ido antes a algunas expos algo p-2 de PHE 2.0 14, porque con unas fotocopias y unas chinchetas también hubiera resuelto la papeleta. Al menos me ahorré la empresa de catering porque me ayudaron a servir unos amigos en delantal, a los que tuve que regalarles libros y pagarles el viaje, claro.

Estaba asombrado con lo que generaba mi arte fotográfico; con el movimiento económico que se movía en torno a unas pocas fotografías mías. Y al mismo tiempo con la cantidad de dinero que orbitaba alrededor de mi persona creadora sin que pudiera echarle mano. Cobró todo dios, excepto yo. Recordando de pasada, sacaron tajada del pastel:

  • Los que organizaron el concurso
  • El pintor de brocha gorda
  • El montador
  • El interiorista
  • El impresor
  • El diseñador
  • El del laboratorio y tienda de fotografía
  • La empresa de telefonía (tuve que hacer cientos de llamadas)
  • El que cría el cochino
  • El viticultor y el bodeguero
  • Los del jurado
  • El supermercado
  • Ikea (al final compré marcos baratos)
  • Los hosteleros
  • La Renfe y el taxista
  • El banco (pedí un préstamo para poder pagarlo todo)
  • El psicólogo.

Seguro que hay comensales de los que me olvido. Os dejo a vosotros completar el pastel a vuestro gusto. Lo que está claro es que las ganancias del fotografo suelen ser negativas. Todo pérdidas.

Un día, muy desalentado, me puse a hablar del tema con un amigo, fotógrafo reconocido, que alguna vez había sido miembro de un jurado de este tipo de convocatorias.

- “Con unos cuantos ilusos como yo, este país se levanta. Pero con estas condiciones tan cojonudas, con estos chollos, los fotógrafos de autor, salvo que sean de otro mundo o afronautas, ¿de qué viven? ¿En qué cobran estos tíos, en qué?”, le decía amargamente.

- “Les pagan en ego, Pepinos, cobran en ego”, me contestó. “La próxima vez, léete las bases”.

- “Toma, contesta tú, por favor. Di que no estoy. Es el del bar preguntándome cuando voy a pagarle la púa”.

Postdata.

Aquí cobra todo el mundo y Nacho y yo a dos velas. Encima nos acusan cada dos por tres de hacer marketing viral y nosotros no sabemos ni lo que significan esas palabras por separado. Hasta el momento el blog sólo nos ha dado muchas alegrías; pero de oler billetes, nada, oigan. Así que vamos a ver si al menos cubrimos gastos, aunque sea para pagar la gasolina y poder ir a los saraos; o para costear el mantenimiento de la web. Lanzamos nuestra propia gama de productos. Pincha en el enlace para conocer:

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¡Los productos Cienojetes!


Los 7 pecados capitales en la fotografía: la pereza

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¡Qué pereza me entra de pensar en escribir un post a estas alturas del verano! Soy un gandulazo, pero ante todo soy fotógrafo, y una cosa lleva a la otra.

Empecé en esto de la fotografía porque un amiguete me pasó un DVD que explicaba las 10 reglas de oro para ser un buen fotógrafo. “Venga, en una hora aprendo que me aburro si dura más”, pensé. Un presentador repetía que era muy importante aprender a utilizar la cámara en modo manual. Menudo lío tenía yo con el obturador, el diagrama, el ISO, las focales, etc. Cuando al fin le cogí el truco fui corriendo a hablar con mi amiguete, para darle las gracias por desvelarme las claves. Para mi decepción me dijo: “Bueno, yo es que por desgana las tiro en modo automático. Soy tan gandul que ni elijo la escena adecuada. Auto a full frame”. Alguna vez el tipo se ha dejado mal puesto el balance de blancos, le salen todas las fotos azules y va diciendo por ahí que era intencionado, que buscaba una estética más fría.

Por algo va en verde el modo auto.

Por algo va en verde el modo AUTO. Para los perezosos.

Este colega era el mismo que quedaba conmigo para que fuéramos al día siguiente a fotografiar amaneceres en la playa. El mismo que luego se quedaba dormido cuando iba en mi coche a recogerlo, el que me contestaba con voz de ultratumba cuando le llamaba al móvil para que bajara y me decía “uf, qué pocas ganas tengo de ir ahora… pasa esta tarde y fotografiamos el ocaso”. Al final se me pegó esa gandulería, porque si decidía ir yo solo me decía a mí mismo: “Uyyy, con esta luz que hay hoy pocas fotos se pueden hacer”. Estuviera nublado o soleado, no era la luz para mi proyecto. Es el síndrome del fotógrafo metereólogo, mirando siempre los partes del tiempo para justificar quedarse en la cama. Claro, eso explica por qué hay tantos atardeceres en los discos duros de los fotógrafos. Amaneceres pocos, ¡ganduletes!

Uyyy.. un día nublado… Como mucho para HDRs, pero no tengo cuerpo de eso hoy.

Para las quedadas fotográficas mi colega aparecía con la mochila llena de objetivos, dos cuerpos de cámara y el trípode enganchado. Recorríamos las calles de la ciudad para buscar esos instantes decisivos que nos encumbraran y entonces venía lo mejor. Ahí estaba el tío, con su móvil chino de 5 magapíxeles haciendo fotos a destajo, sin sacar la réflex. “Así las subo más rápido al instagram. Se me han quitado las ganas de sacar ahora el cuerpo, montarle un objetivo y demás. Total, los móviles de hoy en día son la leche”, me soltaba tan pancho el muy huevones.

Si la foto es un desastre siempre puedes decir “es que la hice con el móvil”

Y esta práctica se extiende como la pólvora. Ahora lo que mola es ser una escuela de fotografía de esas de 12.000€ el curso, que cuando publican en Facebook alguna noticia sobre los saraos que organizan las ilustran con fotos hechas con el móvil del primero que pasó por allí. Eso no es moderno, es dejadez, bonicos.

También he de reconocer en público que padezco el síndrome de diógenes fotográfico. Dejo que la tarjeta de memoria acumule raws hasta que ya no le entren más. Vuelco las fotos sólo cuando no tengo más remedio y cuando caen todas al disco duro, no borro ninguna ni las clasifico. Porque no se le puede llamar clasificación a tenerlas guardadas en carpetas llamadas por ejemplo “febrero-junio 2014″. Sé que existen eso de los metadatos, pero si soy fotógrafo no querrás que me ponga a escribir o documentar. Cada uno a lo suyo.

La verdad es que, ahora que caigo, igual soy un poco perro de más. Llevo 3 años con las mismas manchas en el sensor de la cámara, pero eso de quitarlas a mano o llevarla a que la limpien me supera. He encontrado una opción en el Photoshop que me las quita automáticamente. Además, aunque más de una vez me han dicho en los visionados que debería repetir algunas de mis fotos, yendo otro día al mismo sitio pero con mejor luz, eso es que me puede. Ajusto sombras e iluminaciones y listo. ¡Para repetir fotos está uno!

Hasta confundí una de las manchas con un ovni y mandé la foto a Cuarto Milenio (foto: ojodigital)

Mis amigos los fotógrafos modernos también sufren de esto. Hacen pocas fotos y les meten mucho concepto. Salir de casa da mucha pereza, hay tantos fotolibros que ver a través de la Web, tantas redes sociales que atender, tanto concurso al que presentar las mismas 15 fotos. Además, hay que hacer tiempo para que se vayan caducando los carretes con los que hacer las fotos, y para eso nada mejor que tumbarse en el sofá con el iPad en el regazo.

¡Ojo! Que esta apatía, este abandono, esta poltronería que estoy reflejando aquí también les afecta a los fotógrafos consagrados. Todos ellos, sin excepción, plantean que su obra culmen es el producto de revisitar su archivo. Vamos, que se acabó eso de salir a hacer fotos. Mejor se quedan en casa, rebuscan por las carpetas esas de nombre inservible, y a esas fotos que en su momento descartaron, porque no sabían qué leches significaban, ahora les dan una interpretación a posteriori que sea trascendental. Es un plan perfecto, hay que reconocerlo. Además se las dan de profundos, que hoy en día es lo que se lleva. Y claro, acaban en PHE.

Seguro que cientos de lectores están deseando comprarse nuestra camiseta a precio reducido antes del 15 de julio, pero encuentran una excusa perfecta para dejarlo de un día para otro. No tenemos solución.


Filósofos de la fotografía. Hoy, Ouka Leele

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La que le ha caído a la pobre Ouka Leele por querer ganarse las habichuelas. A caer de un burro por una fotografía. ¡¿A dónde vamos a parar?! Las críticas a esta mujer (recordamos: Premio Nacional de Fotografía) tienen un tufillo envidioso que nos recuerdan a las que sufrió Cristina García Rodero cuando le hizo las fotos a los ahora monarcas. Y es que algunos se piensan que los fotógrafos viven del aire. Pues no, a veces deben aceptar encargos para ir tirando, como le ocurrió a Lachapelle con una foto de corte similar que le hizo a los Kardashian como postal navideña. Parece ser que el hombre se negó al principio, pero luego entró en juego la persuasión de Kim y 250 mil dolares que le vendrían muy bien para echarle algo a la olla. Y es que no sólo de ego viven los fotógrafos.

Lo que ha hecho Ouka, ¿no es simplemente ejercer de fotógrafa y “acariciar con sus colores a todos los de Sálvame”? Qué duda cabe que la artista ha logrado “una foto de las que dejan huella”, dándolo todo”, hasta quedándose “sin vacaciones”, como ella misma dice.

Foto: Ouka Leele

Ouka Leele (foto para Telecinco)

Ouka no es como aquellos de los que habló Bill Jay cuando dijo que “la triste realidad es que la mayoría de los fotógrafos no escriben o discuten sobre su propio sistema de valores porque no lo tienen…”. No. Ella no es así; y para demostrarlo usaremos algunas reflexiones de su cuenta de Twitter (en letra cursiva):

- A aquellos que acusen a Ouka Leela de ser oportunista y pesetera, les diremos que su fotografía y ella misma están cargadas de reflexión interna y trabajo duro:

  • Cada día miles de fotos hasta caer exhaustas por la noche… Asturias es un escenario con un despliegue de luz sorprendente a cada segundo.
  • Estar con quien sentir, con quien ser, o con quien charlar, o estar. Elijo con quien ser. ¿Ser o estar? No hay dilema, por supuesto, ser.
  • Me encantan los mensajitos del Yogu Tea… pic.twitter.com/l0OfFBGEYv

- A todos los que acusan a Ouka de vulgar por fotografiar a gente del periodismo rosa, les diremos que es una persona muy espiritual, atenta a todo lo que le rodea. Tiene un alto grado de iluminación, como sus imágenes:

  • En el cielo siempre hay algo, al levantar la vista. http://instagram.com/p/oLNwFckjgU/
  • Estoy en el retiro, oigo como una explosión y miro hacia donde ha sonado. Un árbol entero ha caído. pic.twitter.com/Pdv8gGi8IN
  • Hoy una garrapata gorda como una habichuela caminaba por el sofá. Qué bien, pensé, que los parásitos decidan marcharse por sí mismos.

- A todos aquellos que han acusado a Ouka de traicionar la más pura esencia de la fotografía en cuanto disciplina artística, les diremos que Ouka siente amor profundo por todo arte:

  •  Pregunatarle (sic) a un artista ¿cómo ve el panorama del arte en su país? ¿No es un poco absurdo? Su panorama es intangible y su ley muy diferente.
  • Me preguntan: ¿qué hace a una fotografía convertirse o no en obra de arte? Caramba con la preguntita…
  • Monacalmente existiendo. El arte nace del silencio. Yo no encuentro otra manera.

- A todos los que le acusan de barroquismo y artificiosidad, les diremos que el amor por las cosas sencillas le caracteriza; para ella el tamaño no es lo que importa:

  • Lo de verdad, es fácil, lo bueno es fácil. Sólo es complicado lo que no nos corresponde, lo que no es.
  • Ayer llovía. Paseando Madrid, qué extraño se me hizo, no tener que tener cuidado para no pisar caracoles…
  • Hay fotógrafos que hacen fotos que quedan muy bien como posters de IKEA, cuidado con esas fotos, mejor darles un repasito o deshecharlas.

- A todos los que acusen a Leele de individualista, les decimos que ella siempre brinda su apoyo a los grandes maestros de la fotografía:

Foto: mcu.es

Foto: mcu.es

Recordemos que una de las primeras atribuciones que se otorgó al retrato fue la de inmortalizar al modelo. De hecho, en las antiguas civilizaciones sólo podían acceder a este honor los personajes de más alta condición. Así, por ejemplo, ocurría en el Antiguo Egipto con los faraones, divinidades para sus súbditos.

Ouka, tú has sabido entender cuales son los nuevos dioses y los has puesto en conexión directa con el pueblo español, empleando tu fotografía simbolista y llena de color. No te preocupes si la feroz crítica no ha sabido entender tu obra. A pesar de que tú misma dijiste en la tele que la ves poco, es alucinante el estudio psicológico de los retratados que has llevado a cabo apenas sin conocerles. Has sabido ahondar en el subconsciente de los inmortalizados, captando la esencia vital de cada uno de ellos, toda su profundidad. Lo tuyo es toda una reinterpretación del retrato de estudio, que aúna nuevos caminos fotográficos con la mejor tradición pictórica simbolista. Nuestra enhorabuena.

Ouka. Sabes bien que con el tiempo, como tu hija le dijo a Jorge Javier, esta foto “va a pasar a la historia, tanto si gusta como si no”. Yo sé que mientras la luna esté negra, estarás escondida. Bien que haces.


Nos vamos de vacaciones (con concurso)

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Con el final de mes Cienojetes se va de vacaciones y cierra su segunda temporada. Nos vamos cansados pero muy felices porque vamos creciendo día a día.

Muchos de vosotros ya tenéis nuestras camisetas o estáis a punto de recibirlas; y otros las estáis pidiendo estos días. Espontánemente ha ocurrido que algunos cienojeteros han empezado a mandarnos fotos con su camiseta puesta, como dando fe de la feliz recepción del envío. Así que se nos ha ocurrido convocar un concurso. Se trata de que nos enviéis retratos o autorretratos (perdón, ahora hay que decir selfies), presumiendo de espíritu Cienojetes este verano. Pueden ser fotos formales, gamberras, cachondas, conceptuales, pirotécnicas, trascendentales… In common or uncommon places. ¡Echadle imaginación! Las ponéis en Facebook o Twiter y nos lo hacéis saber, enviándonos un mensaje, un mail, etiquetándola, etc. A la vuelta de vacaciones elegiremos la foto más…, mmm, más… la mejor. Y al/la artista le enviaremos una camiseta gratis.

¡Muchas gracias por estar ahí y feliz verano!

 

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Los 7 pecados capitales en la fotografía: la lujuria

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Lo confieso. Ni Cartier Bresson, ni Stephen Shore, ni Capa, ni Soth. En esto de las fotos, mi referencia más absoluta es Spencer Tunick. Bueno, él en realidad se considera un artista visual, así que precisamente por eso creo que es un fotógrafo muy contemporáneo.

¡Y tan visual! Admiro a este tío porque como ya se dijo de él es el “que más gente desnuda ha visto en la historia de la Humanidad”. Yo sueño imaginándome que de mayor soy como él; trabajando entre cientos de cuerpos desnudos, en esas enormes instalaciones -como él, que es muy listo, gusta llamar a sus trabajos-, colocando a la una y al otro en la posición que yo quiera… Cachondo perdido por dentro pero disimulando por fuera con un rictus serio y reflexivo, de profesional de la performance fotográfica. Dominando la escena, vigoroso.

En 2003 el colega vino a fotografiar a Barcelona, batiendo su record de voluntarios. Y allí estaba yo, de modelo suyo entre 7000 personas en porretas. Es que como los españoles de calientes, ningunos, oiga. ¡Me puse fino, queridos! Ya me hubiera gustado hincharme a hacer fotos, pero no había forma de esconder la cámara sin que fuera descubierto. ¡Ay, lo que hubiera disfrutado con unas Google Glass de esas que venden ahora…!

Y digo yo. ¿Quién en realidad reflexiona ante estos paisajes desnudos, esas masas de cuerpos en pelotas en espacios públicos, sobre el significado verdadero de la desnudez humana? ¿Quién se calienta la mollera sobre dónde están los límites entre lo púbico y lo público, lo moral y lo inmoral, lo permitido y lo prohibido, lo gregario y lo solitario, Sodoma y Gomera, etc.? ¡Nah! Lo que Tunick despierta en cada uno de nosotros es el insaciable voyeur que todos llevamos dentro. ¡Pocas noches he pasado yo descargando imágenes suyas de internet e interpolando a machete para poder ver bien los detalles…!

Hace meses le envié mi c.v. a Spencer a ver si me contrataba como ayudante. Pero no he obtenido respuesta. Así que, para satisfacer mi voyeur fotográfico he optado por un plan b: un curso de fotografía de desnudo artístico, para convertirme en el nuevo Helmut Newton, otro de mis ídolos. La crisis no ha podido con el culto al cuerpo y estos talleres siguen teniendo demanda. Hay buenos tutoriales on line del tema, pero ya sabéis que para aprender cualquier cosa lo importante es el contacto directo. Aquel que quiera dominar por completo el arte ecuestre tiene que saber montar a pelo.

helmut-newton

Lo primero que hice fue asegurarme de que el curso incluía prácticas con un modelo real, que éste era mujer y que habría desnudo íntegral. La fotografía artística de desnudo tiene que ser sin ropa: con lencería tiene su cosa, pero esas fotografías con tanguitas o con telitas pudorosas tapando pubis no llegan a ser fotos potentes, lo siento. Pero tengamos en cuenta que los buenos talleres de este tipo se caracterizan por no utilizar el cuerpo como mero objetos de reclamo publicitario; el concepto y la reflexión están por encima de todo eso. Eso es lo que yo buscaba; así que mucho cuidado con llamarme salido y pensar mal, ¿eh?

El día correspondiente me encaminé, con mi réflex, hacia el taller. Salí con unos pantalones anchos, con la holgura suficiente como para estar cómodo a la hora de moverme para disparar. Portaba además mi colección de pepinos y las tarjetas limpias como el jaspe. Como me temía, la gran mayoría de los asistentes eran maromos, con un rango de edad concreto, muy interesados en el mundo de la fotografía de desnudo, pero sólo femenina. Me llamó la atención uno, que iba todo el día con un objetivo de serie L bien tieso y que solía limpiarse cada cierto tiempo la babica. Se ve que tenía problemas digestivos.

El tiempo pasaba lento con las explicaciones, hasta que llegó la anhelada sesión con una modelo que estaba como un tren. Cuando llegó mi turno de practicar, comencé como un poseso a disparar en ráfaga desde todas las posiciones. Perdí el control. Comencé a gritarle a la modelo expresiones del tipo: “¡¡Sí, así, más, dámelo todo…!!” Yo no paraba de ponerla en distintas posturas, que había aprendido gracias al maestro del modelaje, hasta que me pasé de incidente, tocándola exposímetro en mano. Me expulsaron del taller.

Aun así, la experiencia me sirvió para empezar a entender de qué va esto del desnudo artístico; a dominar luces, composición, encuadres, poses. Fui a la biblioteca y saqué algunos libros especializado en el tema, que estaban muy manoseados, la verdad.

Al mes había conseguido montar un discreto estudio en el trasterete de mi vivienda, con un cómodo minisofá para re-posar, un par de sábanas y un buen trípode. Ahora que ya me había especializado e incluso llevaba tiempo profundizando en el tema en algún que otro foro, llamé a unas cuantas amigas intentando convencerlas para que posaran para mí. Angelines fue la primera que picó pero desgraciadamente la cosa terminó mal. Me demandó porque casi pierde los pezones por congelación, de tanto que le froté el cubito.



¡Menudos viajes me da la fotografía!

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Tengo que confesaros que a mí esto sacarle provecho a las fotos de viaje me está costando la salud. Por más que lo intento no lo logro. Haga lo que haga me sale el tiro por la cubeta. ¡Qué calvario estoy pasando!

Como casi todos los que empiezan en la fotografía, yo empecé con alegría mi andadura a través del cauce natural de las personas con una infancia feliz, es decir, a través de la pirotecnia visual. Al fin y al cabo los pirotécnicos no son más que coleccionistas de cromos de un álbum en el que las fotos ya están todas hechas, sin margen de añadir más. Lo más fácil era empezar por ahí.

Para terroríficas las fotos que hacía yo…

Al principio, lo que me molaban eran las fotacas exóticas de viaje, con su Naturaleza exuberante y su gente que viste y habla raro. Así que me suscribí al National Geographic dispuesto a copiar su estilo, con ganas de repetir exactamente las mismas fotos. Además me pareció entender que con la suscripción te regalaban unos McFlurrys de esos bien sanos. Cuando fui a canjearlos al fast food de al lado de mi casa me enteré de que no había nada de eso. Resultó ser un fotógrafo famoso.

En mis primeros viajes como pirotécnico me pillaba unas pulmonías de cuidado. Era lo que implicaba estar esperando 10 horas en un monte escarpado hasta que la luz incidiera en la catarata de forma óptima para realzar su volumen. ¿Cómo lo harán los genios de la fotografía de la naturaleza para no morir en el intento? ¿Será verdad eso de que ellos disparan desde casa por 3G y el que va a pelarse de frío es un becario? En fin, sólo tras unos cuantos viajes tenía la paciencia necesaria para pasar noches enteras en la playa haciendo fotos. No me iba hasta que no conseguía alinear el cinturón de Orión con la rama semisumergida en el agua. Yo por esa foto era capaz de cualquier cosa.

Mi reino por hacer esta foto de Lincoln Harrison

En los foros de Internet me habían dado pistas de cómo no relacionarme con los nativos de los países que visitaba. Me refiero a esas personas a las que no me acercaría en mi país ni loco pero que me atraen mucho en el suyo por lo exóticas que son. Yo siempre intentaba fotografiarlas sin preguntar ni cómo se llamaban ni establecer relación alguna. A mí su vida no me importaba una leche, era ese puntito negro en la frente lo que me tenía cautivado y dándole vueltas a qué estaba haciendo mal, por qué me perdía detalles en las sombras. Así fue como aprendí lo del modo de medición puntual. Si me lío a darle palique no habría caído nunca en la cuenta.

Llegó un día en el que pensé que tenía un trabajo muy maduro y muy McFlurry sobre la India, así que me hice un fotolibro Hofmann y lo mandé al concurso de RM a ver si sonaba la flauta. Nada. Subí las fotos a Ojo Digital y me las pusieron a bajar de un burro con la dichosa trepidación, el enfoque y los tonos medios. Yo ya no podía más. Me replanteé muchas cosas, entre ellas mi acercamiento a la fotografía. Pensé que como fotógrafo trascendental y moderno la cosa iría mejor. Me apunté a terapia para ser un atormentado (casi vuelvo loco al psicólogo explicándole los motivos). Al poco vendí la réflex y todo mi equipo, compré 100 carretes de medio formato y una cámara de los años 60 por eBay.

Mi amigo Indalecio me dio la clave definitiva para hacer proyectos de autor basados en viajes. Me dijo que debía hacer como Rinko Kawauchi y Katsumi Omori, que tienen un trabajo llamado ‘Istambul’ que podría estar hecho en Lavapies. O como Federico Clavarino con su libro ‘Italia o Italia’, que al parecer debe estar muy quemado con su país para hacerle esa publicidad. Es decir, que para ser moderno no tiene que reconocerse en absoluto el sitio al que has ido. Nada de caer en lo típico, en lo exótico. Hay que potenciar la visión personal, única e inédita de los no lugares. Fotos que no tengan ninguna opción de acabar en la Guía Azul.

Obviamente esa mirada y esas gafas sólo son de Istanbul (Foto de Katsumi Omori)

Sólo en Italia puedes ver ladrillos como estos (Foto de Federico Clavarino)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me fui de viaje a París, la ciudad del amor y la luz, con el firme propósito de hacer fotos oscuras de desamor. Ignoré sistemáticamente todos los monumentos, los cafés, las baguettes, el acordeón, el río, las gárgolas. Si a veces no había más remedio que meter en el plano algo reconocible entonces desenfocaba la foto a tope. En fin, que me quedó un reportaje que podía estar hecho en Seseña. Pues bien, no me lo aceptaron en ningún visionado. Me dijeron que me fallaba el concepto, que no podía presentar más fotos que texto. Además, mi novia casi me echa cuando volví con esas fotos a casa. Todavía sigue sin creerse que saliera de mi pueblo realmente, que más que ir a la ciudad de la luz yo donde estuve fue en el local de las lucecitas rojas.

Ahora entiendo bien por qué hay tanto proyecto basado en el viaje interior, porque fotografían lo que les da la real gana.


Los nuevos modus vivendi de los fotógrafos de hoy

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No todo el monte es orégano. Hace un tiempo se publicó un estudio que contrastaba la idealizada imagen que el gran público tenía de los fotógrafos con la cruda realidad. La estadística demostraba que en vez de hacer fotos, ir de fiesta y viajar a exóticos lugares, los fotógrafos profesionales ocupaban la mayor parte del tiempo en pesadas y variadas tareas.

Marketing, blogging, taking pictures, meeting, comunicating, editing… Demasiado “ing”. ¡Qué pereza! ¡Quita, quita!

Pero esto es lo que pasa con los fotógrafos profesionales de la BBC. Los trascendentales van de otro rollo y cuanto más concepuales, más tranqui. De ahí que, como ya sabéis, hace tiempo empecé a pensar si se podía vivir de esto de la fotografía de autor. Conforme he ido haciéndome algo de sitio en este otro lado, he ido conociendo nombres nuevos y poco a poco he descubierto en que emplean su tempus fotográfico. Viene a ser así:

modusvivendi_cienojetes

Como veréis, mucho más relajado porque el trabajo disminuye y fluye de manera más sosegada. La mayoría de él se va en cosas distintas a hacer fotos y como no me gusta moverme mucho, la opción me viene al pelo:

  • El retoquing se limita casi exclusivamente a aplicar filtros retro a pajera, simulando película; y a meter viñeteado a tope.
  • Lo de pensar, la interiorización, a mí se me da de miedo, sobre todo a la hora de la siesta.
  • El facebook y el twiter, para hacer autopromo a cada momento, me entretienen mucho. Se me pasan las horas muertas.
  • Respecto a lo de hacer fotos, si es poco tiempo, lo tolero porque además me divierte hacer la mayoría de ellas a base de flashazos.
  • Y no te digo nada de los saraos que organizan los modernos estos. En más de uno me he colado. Como la mayoría del tiempo lo dedican a hablar de como sus fotos reflejan sus tormentas interiores y a quejarse de que no se les valora por la tremenda falta de cultura visual que hay en este país, aprovecho para beber y comer a destajo; a veces he ligado y todo.

En fin, todo un modus vivendi. ¡Claro que esto mola mucho más!

Bueno. Sintiéndolo mucho no tengo tiempo para escribir más hoy. Debo irme ya hacia un sarao, de esos en los que presentan un fotolibro. Me gusta llegar pronto para poder elegir el rincón del suelo en el que sentarme. Como suelen proyectar fotos que no entiende ni el que las hace, a la peña le da una soñarrera importante; y es mejor apoyar la espalda en la pared si hay que echar una cabezadita antes de los vinos.

Foto: Julie Delabarre (Facebook Blankpaper)


Los talleres son los trailers

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Andaba con la mosca detrás de la oreja, pero ahora lo tengo claro. He sido víctima de un engaño y vosotros también. Me recuerda al que sufrí durante los primeros 16 años de vida cada 6 de enero. Siento quitaros la venda, pero lo tengo que decir: los talleres son los trailers.

Aquí estoy el día que descubrí la verdad

Aquí estoy el día que descubrí la verdad

He estado pagando cientos de euros con toda la ilusión del mundo, creyendo que podía comprar el conocimiento a plazos, con talleres de fin de semana. Ahora lo pienso y me siento tan iluso como cuando compraba los libros de Michael Freeman. O como cuando acudía a los hoteles de mi ciudad a recoger batidoras o tostadoras de regalo, y salía de allí con toda la Larousse ilustrada.

De verdad pensé que era posible aprender diseño de fotolibros en dos tardes, montajes expositivos en una casa rural durante un puente, o esquemas de iluminación en un polígono industrial un sábado por la mañana. Me daba igual que los carteles que anunciaban los talleres tuvieran faltas de ortografía, no eran escritores, eran fotógrafos.

El detonante fue un taller con un afamado autor, un fotógrafo de referencia. Como hacía buenas fotos pensé que sería un buen docente para un taller. Ser fotógrafo implica impepinablemente saber enseñar fotografía. Lógico, ¿no? La didáctica y la pedagogía vienen incorporadas con las dotes artísticas, por ciencia infusa.  El caso es que el taller transcurrió en base a proyecciones de sus trabajos. Aquello me dejó un vacío inmenso. Cuando terminó sentía que no había captado la esencia de su trabajo. A la semana siguiente me compré todos sus libros con el fin de imitar su estilo, hecho que publiqué en todas las redes sociales (luego esos mensajes los borré, porque ahora soy un autor consagrado y no puedo decir que me gustaba ese fotógrafo, está mal visto).

Pero una noche que andaba hojeando un libro de Chema Madoz fui consciente del timo. ¡Todo era humo! Nada era lo que parecía. Es decir, yo no había hecho un taller, yo le había pagado un publirreportaje al espabilado de turno, al que le acabé comprando libros y le hice de agente comercial. El taller sólo me había generado la necesidad de comprarle luego la película que tiene tan bien montada.

Esta imagen me hizo reaccionar (Foto de Chema Madoz)

Tan decepcionado quedé que juré que nunca más haría talleres de fotógrafos. Además, yo ya me consideraba un autor en toda regla. Ahora me interesaban más los relacionados con montajes expositivos o diseño de fotolibros, mi próximo salto de calidad. Pensé que esos profesionales sí serían gente seria, al menos tendrían estudios de verdad.

Ahí sí que la pifié bien. Jamás vi una diapositiva de esos talleres que tuviera más caracteres que un tuit. Ellos dicen que es por diseño, minimalismo pedagógico. Y venga a tratar temas distintos, pero ni uno de ellos en profundidad. Te enseñan decenas de trabajos a una velocidad que parece que los estén fotocopiando. La reflexión no tiene cabida. El mensaje que me quedó era claro: eso de diseñar fotolibros o de montar exposiciones era muy complicado. Mejor pagarle a alguien, los profesores parecían saber mucho, y ahorrarme así dolores de cabeza. Total, acabé convencido de que tenía que contratar sus servicios y encima les había pagado el trailer. Salí de allí haciendo el pingüino, sin los pantalones por los tobillos pero caminando igual. Me habían dejado a medio.

Pero aprendí la lección. Ahora doy talleres de gestión cultural. Al fin y al cabo esto es una estafa piramidal, así que quiero estar en la cima y ser el que más se forre.

 


Decálogo del retrato fotográfico moderno

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La fotografía de retrato es tan antigua como la propia fotografía. Siempre se ha fotografiado a las personas, pero en los últimos años el rollo ha cambiado un disparate y lo más probable es que, salvo que sigas con asiduidad lo que hace la élite, estés desfasado.

Si quieres dominar esta disciplina, deja de gastar tiempo y dinero en conseguir en tus retratos la iluminación Rembrandt o en lograr la perfecta composición. Eso ya no vale para nada. En este post te vamos a resumir los tipos de retrato con lenguaje visual más contemporáneo.

Antes de comenzar, unos consejos comunes a todas las técnicas siguientes: suelen funcionar de miedo los hombros caídos, la ausencia de sonrisa y, si vas a fotografiar en exteriores, los parajes desolados y recónditos.

Si quieres triunfar, estos son los 10 tipos de retratos que hoy hay que hacer:

1.) Retrato con mirada frontal; cuanto más inexpresiva, mejor. Aconseja al retratado que busque una postura ambigua. En este caso, Soth le indicó a la muchacha que imitara a un cóndor andino:

Alec Soth

2.) Retrato con mirada lateral, perdida e inexpresiva. Puedes provocar dudas en tu modelo, por ejemplo preguntándole si recuerda haber cerrado el coche o la llave del gas.

Alberto Feijoo

3.) Retrato con flashazo. Pon el flash a toda potencia y deslumbra al retratado. Contribuirá a generar rostros de perplejidad, de indeterminación, dotando a tu fotografía de un aire muy actual. Hay dos modalidades:

3.1.) Enfocada; fíjate en los ojos en el caso del ejemplo.

Julián Barón

3.2.) Desenfocada. Desactiva el autoenfoque (o vuélvelo loco moviéndote mucho) y dispara en las distancias cortas.

Aleix Plademunt

4.) Retrato de espaldas de persona abatida por las circunstancias. Útil para rostros difíciles. Puedes decirle algo triste a tu fotografiado; por ejemplo, prueba a preguntarle cuánto tiempo le resta para liquidar su hipoteca. En la foto de ejemplo, no hizo falta nada, porque bastante papeleta tenía esa mujer con el quita y pon de esa blusa:

Anni  Leppälä

5.) Desnudo frontal. Tiene que ser ostensible. Para personas sin complejos:

Anna Fox

6.) Desnudo trasero. Para los más pudorosos. En caso de ser en exterior, un retrato dando la espalda y con niebla puede dar un toque misterioso a una fotografía trivial:

Elina Brotherus

7.) El anti-retrato o retrato anónimo. Práctico para gentes a las que no les gusta posar, con poca prestancia para la cámara o que tú no quieras que sean reconocidas (amantes, famosos, delincuentes, etc.). Se oculta el rostro, usando variados métodos como:

7.1). El pelo

Miren Pastor

7.2.) Volver la cabeza

Laura Henno

7.3.) Descuidar el encuadre, cortando ojos o cabeza:

Tatjana Schloer

7.4.) Taparlo con un objeto que tengamos a mano:

Emily Call

Emily Call

8.) Retrato estilo carné, formando retículas con todos los personajes que se te ocurran y tengan algo importante en común. Por ejemplo, con todos los de tu ciudad que se apellidan Sánchez y nacieron en febrero. Aquí tienes que currarte de manera especial el concepto:

Thomas Ruff

9.) Retrato con los ojos cerrados. Útil para personas tímidas o con mirada poco agraciada:

Dorothée Smith

10.) El retrato invasivo. Se trata de hacer ver que el retratado está muy molesto con que le fotografíen, ya sea ese desagrado real o teatralizado. Nuestro amigo el flash, nuevamente aquí, ayuda un monzón:

Óscar Monzón

Es importante subrayar que los retratos ganan enteros si presentan una tez pajiza. A falta de modelos albinos o nordicos, recomendamos desaturar al estilo Escuela de Helsinki. También se puede prepapar al modelo con sustancias psicotrópicas hasta obtener el tono amarillo o la blanca deseada. Advierta el lector como en la foto ejemplo se solapan magistralmente los estilos 1 y 2:

Thomas Ruff, again

Como habrán podido apreciar los más avispados, las técnicas que explicamos se pueden combinar entre sí para obtener un resultado más potente. Por ejemplo, en esta imagen que ponemos a continuación se combina la mirada frontal inexpresiva, el bosque recóndito, el desenfoque, el anonimato, el flashazo, la cara pajiza y los ojos cerrados. El resultado (no podía ser de otra manera) es un retrato redondo, un fotón:

Anni Leppälä, again.

Por último, aclarar que la inmensa mayoría de las fotos que nos han servido para ilustrar este post son muy recientes, del siglo XXI. Y aunque en realidad todas estas modalidades de retratos se han hecho desde hace muchísimo tiempo, este detalle no tiene porqué saberlo mucha gente. Tú, a lo tuyo. No estás aquí para saber ni enseñar Historia de la Fotografía.


Fotolibros que hacen daño: PAIN

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Tengo una crisis profunda, casi existencial. Un día me gusta lo moderno, al siguiente no. Siempre tenía el apoyo de Nicon Pepinos, pirotécnico en su esencia, que me servía de brújula. Ahora ni eso. Hemos vuelto a discutir, esta vez por un fotolibro.

El otro día me llamó para pedirme dinero. Se quería comprar un libro, pero no uno cualquiera. Estaba decidido a malgastar mis euros en “PAIN” de Toni Amengual. Además estaba como raro, encadenaba más palabras de lo habitual, con un vocabulario demasiado rico. Creo que ha estado leyendo a Fontcuberta y se le ha subido. Con lo saturado que ando yo de poses intelectualoides, la verdad es que no me lo tomé nada bien. ¿Qué me está pasando? ¿Qué nos está pasando? Paso a transcribiros el  acalorado diálogo que mantuvimos por teléfono:

Pepinos: Toni ha concebido una obra fruto de su actitud como activista fotográfico…

Canon: ¡Menuda pose artificial! Otro salvapatrias que viene a liberarnos de la opresiva sociedad

P: …que tanto le ha caracterizado a lo largo de los años. Hay trabajos previos suyos en los que se aprecia la gran carga de protesta que destilan sus poderosas imágenes, como en la mítica serie “Majorcan Jewellery”, un trabajo cargado de un refinadísimo humor que aborda la esencia del turismo.

C: ¡Pero si son fotitos de souvenires en actitud completamente bochornosa, inmoral e indecente, es decir, un fiel reflejo de su concepción completamente vacía de la fotografía!

Foto de la serie Majorcan Jewellery (Toni Amengual)

P: ¡Para nada! Por ejemplo, recuerda la imagen de los conejitos amorosos. ¿A qué van muchos de los que visitan Mallorca? ¿A visitar bellos parajes? ¡Qué bestial epítome! Y ahora, genialmente, pone su primer libro a caballo entre el conceptualismo y el documentalismo.

C: Dios quiera que no ose sacar a la luz ninguno más.

P: PAIN aborda la situación de crisis vivida en España en los últimos años.

C: Tratar la crisis, tema reiterativo y manido con el que nos bombardean continuamente desde todos los ángulos, en lugar de hacer algo por el bienestar de este país, tan necesitado de teología y geometría.

P: Además, el formato del libro es muy poderoso. Utiliza en el lomo los colores de la bandera de España y el plegado japonés para impedir que las fotos puedan ser vistas a no ser que se rasguen las páginas. Es decir, al hojear en primera instancia el libro sólo se ven páginas rojas y amarillas, ni una sola imagen más.

C: Eso sí que es un acierto, porque cuando se le queden 400 ejemplares sin vender en el garaje verás como les da salida a la puerta de los estadios donde juegue la selección, por 1€ el paquete de 5. Sí, sí… Me apuesto lo que quieras que cuando ya has visto las imágenes  te das cuenta de que es mucho más práctico tener páginas rojas y amarillas sobre las cuales apuntar la lista de la compra.

El autor mallorquín ha elegido los colores de la bandera de España para el lomo de su libro.

P: ¡Es que esto es lo mejor! Para poder acceder a las imágenes tenemos que utilizar algún objeto afilado, como por ejemplo un cuchillo, con el fin de rasgar las hojas y poder acceder a las fotografías. ¡Hieres el libro y dentro aparece aún más dolooor!

C:  Qué sutil metáfora la de acuchillar la bandera de España y sacar el libro un 12 de octubre, a menos de un mes del 9-N. Semejante aberración de libro e incitación a la violencia sólo puede provenir de una mente atormentada por la incapacidad de expresar nada mediante las fotografías que realiza, convirtiendo todo en un lamentable espectáculo pseudointelectual que a pocos nos logra engañar a estas alturas.

P: Pues yo creo que el libro nos sumerge en una profunda reflexión acerca del concepto de identidad nacional y el sufrimiento colectivo por la situación de crisis. Yo respeto mucho la decisión del autor de no exponer las fotos abiertamente, aunque es una pena no poder disfrutarlas de primeras, con ese lenguaje tan personal y actual.

C: Que parece ser que no sabe hacer otra cosa que tirar con el flash a tope, contrastarlas mucho y desaturarlas, da igual lo que fotografíe. El cuento me suena…

P: Créeme, son muy poderosas. Retratan las caras de sufrimiento de los ciudadanos del Estado Español y están hechas ¡con un móvil! hace muy pocos años. Este tío va para grande.

C: Mientras hablábamos he localizado el vídeo que le han hecho los de Have a nice book. ¿Sabes? A ellos les pasa como a mí, no les interesan ni lo más mínimo las fotografías. Se entretienen mucho jugando con el cuchillo pero luego muestran las fotos de pasada. Esos se lo han pasado mejor incluso que nosotros haciendo el Have a nice boob de Pigs.

P: Pues yo quiero comprarle el libro a Toni. Espero de esa manera contribuir al alzamiento de su carrera profesional.

C: Pues no te voy a dejar la pasta. Así tendrá que seguir mendigando entrevistas en prestigiosos blogs como Foto321.com y respondiendo a preguntas sobre técnica fotográfica, la cual parece no sólo desconocer sino además ningunear con aire altivo.

P: ¡Yo quiero su libro!

C: Te presto el dinero con una condición… que me dejes ensartarlo con el cuchillo,  para mayor disfrute personal.

P: ¡Qué dolor! Vale, pero déjame saborearlo y despedirme de él un par de días.

Si al menos te regalaran el cuchillo...

El cuchillo no va de regalo…


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