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La fotografía pictorialista

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Lo confieso. El fin de esta entrada es pretencioso. Quiere acabar de una vez por todas con el manido debate sobre si la fotografía es arte o qué es. Os lo aclaro: la fotografía únicamente es arte si consideramos a un número muy escaso de autores: los llamados fotógrafos pictorialistas, los cuales a propósito olvidé en mi post anterior sobre el retrato para otorgarles merecida justicia ahora.

Kerstens

Kerstens

Pero vamos al origen de mi afortunada y atrevida aseveración. Yo en realidad no conocía a ninguno de estos tíos, de los pictorialistas. Me sonaba el nombre, pero creía que esta fotografía era algo así como coger el pincel del photoshop y empezar a meterle a las máscaras de capa hasta que sale un Pollock o algo parecido. Pero un día conocí a uno y en qué extrañas circunstancias. Resulta que gracias a un buen contacto, tuve la ocasión de asistir a la grabación de uno de los apartados del famoso programa de Iker Jiménez, Cuarto Milenio. Supongo que el reportaje se emitirá en breve. ¡Menudo acojone! Eramos muy pocas personas en el estudio. Ésta fue la escena:

Sala oscura en la que sólo se ilumina, con un gran foco cenital, a un señor que espera meditativo con la cabeza gacha. Nuevo foco. Sale Iker y con un dominio total de la escena empieza a hablar de reencarnaciones, vidas anteriores y tal. Se tira un rato platicando con el experto de estos temas hasta que anuncian que van a hipnotizar a un fotógrafo que sospechaba que había sido pintor en el siglo XVII. Aparece éste, que tenía el pelo rasurado o era calvo y que por el acento parecía de origen francés, y se sienta en un sillón. Lo que ocurre desde este momento es escalofriante. El tío entra en trance tras las hábiles artimañas del hipnotizador y tras un momento comienza a hablar en una mezcla de castellano e italiano antiguos, a gritar que él era Jusepe de Ribera, elSpagnoletto”. El trance va a más y comienza a realizar ciertos ademanes un tanto amanerados, girando sin parar la muñeca y moviendo las manos, hasta que nos damos cuenta de que estaba, ¡oh prodigio!, pintando, un enorme retrato de Arquímedes.

Ribera

Los movimientos se van haciendo cada vez más convulsivos y van acompañados de quejumbrosos gemidos y alaridos. Los escasos asistentes nos miramos con temor y preocupación. Ante la situación, el hipnotizador empieza a gritar al fotógrafo: “¡Stop, Pierre, stop, regresa, despierta, stop!” Como no hay reacción, todo acaba con un seco bofetón al fotógrafo, que vuelve en sí sin recordar nada de lo ocurrido. Inquietante, ¿verdad?

Gonnord

Regresé a casa conmocionado y comencé a buscar por la red quien podía ser este fotógrafo. Entonces averigué lo que era en realidad la fotografía pictorialista. Y empezaron a brotar imágenes bellísimas, tan bonitas que parecían pinturas. Mi órgasmo visual sería tal como el de Sthendal en su día. ¿Cómo había podido ser ajeno a tanta belleza? ¿Cómo desconocía tal virtuosismo en mi principal afición? Y yo perdiendo el tiempo, primero con la street photo y el reportaje y luego, como sabéis, con la fotografía conceptual. Era una nueva fotografía que se distanciaba y liberaba de esas absurdas obsesiones de la vieja fotografía: de contar historias; de reflejar crudas realidades; de transmitir conceptos que nos lleven a cuestionarnos cosas y, a lo que es peor, a interpolarnos y tocarnos la conciencia y, por tanto, los cojones. Como ocurre con la imagen del desahucio que pusimos hace dos días en nuestra página de facebook.

Stolkiner

Por fin la fotografía se hacía arte porque buscaba la belleza sin más pretensiones. Por fin el sueño de algunos fotógrafos victorianos, que sólo pretendían situar a la fotografía a la misma altura que la pintura, era retomado hoy por un puñado de valientes fotógrafos que, olvidando modas y lobbies fotográficos, se habían empeñado en demostrarnos que la fotografía puede elevarse a la categoría de Arte. ¡Bravo!

Yo sospecho que algunos fotógrafos reconocidos, como Egglestone o Parr, también aspiraron en sus inicios a ser pictorialistas, pero como nunca aprendieron a controlar la exposición, decidieron con mucho dolor cambiar de registro. Pero aun así, hay excelentes ejemplos de fotógrafos pictorialistas: Hendrik Kerstens, Sugimoto, Giraudel (cómo recuerda a los frescos de Miguel Ángel), Gokdchain… Pero por centrarnos en autores residentes en España, podemos poner el ejemplo de Aurelio Monge. Si a éste se le hiciera otra regresión de éstas, saldría que su bellísima manera de fotografiar es tal porque hace años su alma fue la del mismísimo Caravaggio. Y no porque le sentaron mal unas ostras como dijeron hace tiempo los del Asombrario.

Monge

Así que ahora ando ensimismado con este nuevo retratismo español que da un merecido protagonismo a la luz, al rostro humano, a la madre naturaleza; incluso combinándolos en ocasiones en perfecta armonía. En realidad antes lo hicieron autores como Joan Vilatobà, Casas Abarca u Ortiz Echagüe, por nombrar algunos, pero los actuales tienen una inusitada fuerza innovadora. Desde luego, en los feos tiempos que corren, es de alabar la opción decidida de estos valientes por la búsqueda de la belleza. Ojalá queden atrás esos tiempos en los que calificar una fotografía como pictórica equivalía a mandarla a la basura por blandenga.

Vilatobà

Afortunadamente, todos estos nuevos autores están creando escuela y en el mundo de los aficionados, tan injustamente desatendido y donde tantas joyas podemos hallar, está surgiendo una renovada visión pictorialista muy interesante. Baste un ejemplo:

Jose L. Hernández Zurdo

Hernández Zurdo

Y como esto no pretende ser una galería de los honores, los paradigmas mejor los buscáis vosotros. Cienojetes prefiere mostraros el camino a la fuente a daros el botijo en la mano. Para que crezcáis por vosotros mismos. Yo ya lo estoy haciendo, porque con tanta reencarnación y espiritualidad no he tenido más remedio que hacerme budista. Y ya llevo la cabeza raspada, como Pierre.

La_infanta_fotografía_dándole_un_pincel_adicional_a_la_pintura



Sexo demasiado ruidoso

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¿Qué ha pasado? ¿Cómo puede ser? Esta vez se han vuelto para casa de Paris Photo sin llevarse ningún premio. Es más, parece que este año no está siendo muy propicio para los fotolibros españoles. La calidad o las influencias no duran para siempre, claro.Y mira que había una apuesta fuerte de verdad. Al final no quedó ni entre las finalistas, pero en su momento prometía hacer mucho ruido, porque el ruido es una de sus características principales. No sólo por el jaleo que se monta cada vez que sale un libro desde las entrañas de esa escuela, sino porque las imágenes tienen ruido a cascoporro. Los jueces de Paris Photo son gente con cultura fotográfica, se han leído los manuales de las cámaras, conocen todos los plugins que existen y saben que una imagen con ruido es inadmisible en el siglo XXI.

Foto de Fosi Vegue

Además, el error es mucho más imperdonable si las fotos son, nada menos, que del director de una escuela de fotografía. Fosi Vegue sacó a la venta este año 2014 un libro llamado XXX Y, repleto de fotos de escenas sexuales captadas a través de una ventana, al más puro estilo radio-patio, perdón, quería decir la ventana indiscreta. Quizá fueron las prisas por subirse al carro del éxito que generó su colega Óscar Monzón el año pasado. Quizá es la presbicia. Quizá sea que en la fotografía moderna la nitidez y la suavidad están mal vistas. ¿Acaso ese ruido que hay en las fotos es una sutil metáfora de los jadeos que se podían oír a través del patio interior?

El caso es que las imágenes parece que estén codificadas, como aquellas de las noches de los viernes que nos ofrecía el Canal+ a los adolescentes menos pudientes. Quizá de ahí venga la inspiración, quizá esto no sea más que metáforas de noches de juventud que quedan atrás en el tiempo. En el fondo puede ser otro diario personal más.

Estoy muy preocupado. La escuela de la que este hombre es director tiene muchos seguidores, adeptos o como se les quiera llamar. Hay mucha gente que estudia allí porque parece una plataforma hacia el éxito. Pero parece que se pasan demasiado tiempo dándole vueltas a cómo convencer al mundo fotográfico que su lenguaje representa la verdadera fotografía contemporánea. No queda ni media hora para dedicarle al Noise Ninja o al Neat Image. Desde Cienojetes queremos compensar esas carencias de los alumnos de dicha escuela tomando como base las imágenes de XXX Y, para que vean los tesoros que albergan las imágenes del “dire”. Empecemos por esta:

Foto de Fosi Vegue

Algo pasa, está claro que la imagen inquieta. Imaginamos que en el momento de la toma el “dire” tendría un pepino bien largo para poder captar esa imagen. Pero volviendo a la escena, parece que algo se está mascando ahí. Sin embargo, debido al ruido da la impresión de que estamos a unte una situación más bien sucia, que despierta unas sensaciones agridulces. Vamos a pasarle un filtro gratuito de Neat Image para ver qué sale:

copia_mejorada

Copia mejorada de Cienojetes

Esto es otra cosa. Hemos pasado del porno sucio al erotismo emmanuellístico. Además le hemos dado un ligero virado de color para que la imagen gane en ternura. ¿Tan difícil era pasarle esta herramienta, “dire”? Ayyy, las prisas por publicar. Ni diseñador, ni preimpresor (por cierto, que habrá tenido que trabajar bien poco con esas imágenes) ni nadie se dio cuenta de que eran imágenes mejorables. También podría haber utilizado un trípode para conseguir mejores resultados, lo que además le habría dejado las dos manos libres para otros menesteres.

Por cierto, que me pregunto yo cómo es posible que perteneciendo el “dire” al colectivo al que pertenece no haya metido flashazos en este trabajo. Y eso que las fotos están hechas a través de un “patio de luces”. Imagino que será porque habría generado un efecto relámpago que quizá hubiera alterado el clímax de las escenas fotografiadas y desvelado su ubicación. Un buen voyeur sabe pasar desapercibido.

Y ahora viene lo mejor. Nos hemos dejado unos euros (en esto nos gastamos las ganancias de las camisetas) en tener la versión de pago del Neat Image para terminar de sacarle partido a esta foto:

foto a mejorar

Foto de Fosi Vegue

De nuevo tenemos que echar mano de la imaginación para intuir qué está sucediendo, es lo que quiere el autor cuando habla del sexo como catalizador de instintos y demás conceptos artísticos de esos que enturbian tanto como el ISO 6400. Sin embargo, observad lo que sucede al pasarle el filtro de pago:

Foto con filtro de pago

Foto con filtro de pago

Ay, ay, ay. El “dire” es juguetón y se ha dedicado a recortar y a meterle el plugin de ruido extremo a fotos libres de derechos de autor, fotografía erótica de la clásica. Pero ¿esto no es más bien Fontcubertiano? ¿Tendrán en la escuela un infiltrado? Sea cual sea la respuesta, la moraleja de la foto de cara a los alumnos está clara: si no hacéis las fotos como nosotros queremos os vamos a dar palicos en el culete.

Nos despedimos con una exclusiva. Cienojetes ha podido saber que Fosi se apunta también a la moda de las apps para iPads, no iba a ser menos que otros modernos, y acaba de sacar una adaptación electrónica de su libro. Os ofrecemos el enlace para que os la instaléis en vuestros móviles, para esos ratitos tontos cuando volvéis a casa por la noche después de no haber pillado cacho en el enésimo sarao fotográfico. ¡Nosotros ya la hemos probado muchas veces!


Del multimierda al multimedia

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Resulta que hace un tiempo me presenté a un festival algo patatero en el cual uno de los actos consistía en que un grupo bastante numeroso de fotógrafos emergentes proyectaba fotografías en una plaza donde la peña estaba cómodamente sentada en el suelo y tan pendiente de lo que aparecía en una blanca pared como de sus móviles de última generación.

Esta actividad está últimamente muy en boga en festivales y demás eventos fotográficos porque es muy rentable para las dos partes contratantes. La organización no se gasta un euro ya que al fotógrafo se le le paga en algo muy cotizado en estos días y que se llama visibilidad.

Foto: madmove

Bien. Pues a dicho evento acudí yo con unas fotillos para exhibirlas/me. Cuando le dí el pincho al barbas que iba a encargarse del tema, me dijo:

- ¿Esto qué es? No veo nada aquí para proyectar. Sólo veo una carpeta con películas y un archivo que no sé qué es y que pone desasosegado.

- Ese es, tío: desasosegado.ptt -le contesté.

- Pero qué ϟ☢☠ ▓ es esto. El mac -enfatizó mucho esta última palabra- no lo reconoce.

Yo le repliqué que era una presentación en powerpoint, que claro que lo leería porque era de lo más corriente. Entonces al notas le cambió la cara:

- Corriente. Bueno, vale. Ahora lo veré, si eso -dijo con una media sonrisa, mientras apartaba el pincho y lo depositaba lejos de su persona.

Llegó la hora de proyectar y la cosa fue a peor. Me tocaba el primero, además. Alguien me ofreció el micrófono al tiempo que me preguntaba si quería explicar de qué iba mi proyecto. “Es una serie de paisajes espectaculares recopilados de varios viajes. Seguro que les dejo con la boca abierta”, pensé.

- No hace falta -dije-. Con las imágenes, sobra.

Pero nada de eso pasó. Primeramente, las fotografías se veían como pixeladas, a una resolución muy mala. “¡Qué raro! -me dije-. Si la cámara tiene lo menos 20 megapíxeles. Tendría que ir la cosa sobrada.” Encima el tío no paraba de darle a una tecla del ordenador subiendo el volumen, al tiempo que me miraba haciendo ostensibles gestos de extrañeza, con lo cual un buen rato estuvieron pasando fotos muy tapadas por el simbolito del altavoz.

volumenpero

Al terminar, el silencio y la calor se echaron encima de la plaza. Sólo se oyó un débil aplauso con un “¡bieeen!”. El de un niño al que su padre acababa de comprar un polo.

Luego me dí cuenta de lo que había pasado. Todas las proyecciones posteriores iban muy bien montadas, acompañadas de música y efectos singulares. Las fotos, muy personales y distintas a las mías, aparecían al ritmo de la música. Parecían bailar con ella. Todo era un mágico espectáculo de interpretación visual. Incluso había vídeo en algunos montajes. “¡Qué creativa es esta gente, copón! -reflexioné-. Lo que buscaba el tío que proyectaba era sonido, ¡sonido!… Por eso no paraba de darle a la tecla”. Además todos los demás no tuvieron ningún miedo escénico y hablaron de sus proyectos con palabras muy meditadas, con una soltura digna del mejor actor teatral. Esto es: dominaban el concepto de sus trabajos de una manera pasmosa.

Regresé a mi casa desolado pero al mismo tiempo contento por haber aprendido algo. Desde luego, fui un iluso al pensar que unas imágenes se podían ver sin más, que iban a adquirir sentido por sí mismas. Es preciso dotarlas de una comparsa conceptual y sonora adecuada a todo lo que se quiera transmitir.

Y es que a día de hoy, el fotógrafo ya no es sólo fotógrafo. Debe de saber dominar múltiples medios, no sólo el fotográfico que quizás sea el menos importante; y ser un buen comunicador. Audio, video, concepto, discurso… Todo debe de tender a un todo.

Así que ahora que llegan las vacaciones navideñas os invito, si no queréis quedar a la altura del betún como me pasó a mí, a que aprendáis a elaborar un buen audiovisual. Aquí van unos cuantos consejos:

- La música. Es una buena ayuda si tus imágenes son malas, no transmiten o no tienen fuerza. Cuántas escenas de cine no valen una leche y con la música consiguen crear emociones (miedo, inquietud, romanticismo, etc.) en los espectadores. Observa esta serie de fotografías de Duane Michals:

duane_michals2

¿Qué le va mejor? ¿Una música de intriga policíaca o un bolero de Machín? Está claro.

Para el multimedia moderno, está muy de moda una música sin letra y sin melodía definida, un tanto rayante si es posible, puesto que ayudará a darle un aire interesante a tu trabajo y que parezca distinto. De este tipo podría valer:

- El concepto. Pon un breve texto acerca de qué va el proyecto en la web donde se aloje. Mejor al final para el que lo lea se diga: “¡Ah, coño, que iba de esto! Y yo sin darme cuenta”. Así te situarás por encima de tu público. También puedes esturrear palabras sueltas, pero que sean complejas y/o profundas, en el audiovisual. Ya os dimos vocabulario y útiles consejos sobre cómo trabajar el concepto. Relee y estudia si no lo has hecho.

- Los tiempos y la secuenciación. Las fotos no deben de aparecer más de dos segundos (y ya es mucho) en pantalla. Saturación, acumulación, ritmo trepidante. Evitará, si es el caso, que se note la carencia visual.

- Austeridad. Abandona los bonitos efectos de transición: espiral, relámpago o similares.

- Abandona el woperpoint porque con él sólo no basta. Se ha quedado para los aficionados. Un artista no puede recurrir a ellos.

- Si finalmente no sabes hacer el multimedia, págale a alguien para que te lo haga. O mejor: búscate algún conocido, como hace Castro Prieto con su hijo, cuyos audiovisuales son referente mundial.

Concluyo. El multimedia o audiovisual (así es como debemos denominarlo y nunca presentación) es una alternativa al porfolio de toda la vida muy válida. Además si las fotos no te dan para hacer un fotolibro, que es el summum bonum del fotógrafo de hoy en día, puedes salir airoso con un buen multimedia. A día de hoy, si quieres ser un fotógrafo que se precie, debes de dominar esta técnica para exponer tu trabajo en cualquier foro. Pasarás del multimierda, que es lo que yo proyecté, al multimedia. Y anda que no suena distinto.


Lo importante es tener un título

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Si a la gran mayoría de la fotografía contemporánea le quitas el concepto esta se desmorona. Igual que las fotos de Isabel Muñoz sin el trabajo de sus becarios, se quedan en nada. Ya hemos tratado ese tema alguna vez aquí. Además nuestras reflexiones fueron recibidas con los brazos abiertos en su momento.

Me he estado preguntando por qué tuvo tan buena acogida todo el asunto. ¿Será que la generación LOGSE/LOE cada vez lee menos y le mola las cosas más masticadas, menos rebuscadas? Con este artículo rizamos el rizo y hacemos la fotografía más accesible para los más gandulazos. Porque veréis que lo bueno si breve, dos veces bueno.

Hace unos días descubrí la gran verdad. Andaba yo perdiendo el tiempo en los foros, como todo hombre de mediana edad, en busca de un pollarizador para mi objetivo profesional 18-55mm. Amigos, no nos reímos de los fotógrafos trascendentales por arrearse esas parrafadas incomprensibles. La verdadera razón es que pensamos que malgastan su tiempo. Recurren a cientos de palabras para justificarse cuando al resto de los mortales nos basta con unas pocas. Me estoy refiriendo al uso certero del título de una foto.

Voy a poner varios ejemplos para ilustrarlo. El autor de la primera foto ha decidido titularla “Puesto de vigilancia para padres”, pie de foto potente donde los haya. Confiere cierta interpretación concreta a la imagen, transformando una anodina e insulsa fotografía en un útil consejo. Asumamos que un fotógrafo trascendental hubiera hecho esta foto (es imposible porque son alérgicos a todo lo referente al mundo infantil dado que los niños aún no son seres atormentados, pero imaginemos). Sin duda se trataría de una reflexión equidistante sobre el encarcelamiento definitivo de la identidad que supone criar a tus hijos, claramente expresado por esas sombras que enrejan el banco. Sin embargo, para qué malgastar tantas palabras cuando con un título ya lo apañas. Además, si te cansas de él lo cambias fácilmente. Yo he sugerido otro.

Título sugerido: “Zona de consulta de WhatsApps” (Foto de Daniel Prats)

Y es que los títulos son tan irresistibles para los aficionados como los statements para los fotógrafos contemporáneos. Sacan el poeta que llevan dentro, el filósofo de barra de bar. En la siguiente imagen el autor no pudo resistirse, proyectó todos sus oscuros deseos y transformó la imagen en toda una reflexión de vida.

Título original: “Cuando la felicidad es algo tan sencillo” (Foto de carnuzo)

Sin embargo, la foto habría ganado muchos enteros si hubiera incorporado el mensaje subliminal del cartel que aparece a la izquierda. Puestos a titular con intensidad, por qué no un “Cabizbaja y traicionada”. Además, así le hacemos un homenaje a Jeff Wall de paso.

Imaginad ahora que no se nos da todavía muy bien lo del Photoshop. Estamos ilusionados con los fotomontajes pero, como en el colegio, “necesitamos mejorar”. En ese caso se debe utilizar un título que desvíe la atención de nuestra impericia con la iluminación coherente. Pero el autor de esta foto no lo hizo, consiguió todo lo contrario al llamarla “Caída del cielo”. Si quería hacer referencia al fatal desenlace que se está mascando, debería haber recurrido a algo más en la línea de lo que propongo.

Título sugerido "¡Nooo, pichoncete al aire, que me acabo de lavar el pelo!"

Título sugerido “¡Nooo, pichoncete al aire, que me acabo de lavar el pelo!”

NOTA: Debido a que no podemos incluir la imagen como tal, a pesar de que se encuentra públicamente accesible en Internet (o se encontraba porque parece que ya se ha preocupado alguien de borrarla), os informamos que la foto en cuestión puede (podía) admirarse libremente en el foro Canonistas y en Flickr.

Como podéis ver, los aficionados han conseguido, a base de años de experiencia, depurar su capacidad expresiva hasta ser capaces de sintetizar tratados filosóficos en una sola frase. Sin embargo los fotógrafos trascendentales no pueden, es superior a ellos. De hecho suelen menospreciar los títulos, acaban recurriendo al consabido “Sin título”, ponen el nombre del lugar y el año en el que se hizo la foto o, algo que se lleva mucho ahora, ponen las coordenadas GPS y se quedan tan panchos. Vamos, que escurren el bulto. Desde Cienojetes queremos ayudarles. Para ello vamos a utilizar como muestra dos fotos distintas. La primera de ella la titularé yo, para la segunda voy a pedir la colaboración de los lectores, para que a través del sistema de comentarios sugieran el título que más le encaja.

Empecemos por esta foto de Pedro Grullo. Lo cierto es que parece muy conceptual, de lectura no precisamente inmediata. Por momentos me llego a creer que nos quiera decir algo realmente profundo. Claro, no tiene título y eso aumenta el desasosiego. Sin embargo, veréis como todo cambia cuando le ponemos uno.

Título sugerido “Otra vez me está dando problemas la tarjeta SD” (Foto de Pedro Grullo)

Y ahora la foto para la que os pido colaboración. Yo he desistido, no puedo. Para mí que esta foto se le disparó sin querer, pero está en el libro de David Hornillos, así que debe tener algún propósito. ¿Qué título le pondríais?

Foto de David Hornillos (del libro “Mediodía”)


Los 7 pecados capitales en la fotografía: la soberbia

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Querido Benito:

Aún recuerdo cuando te conocí. Desde parvulitos ya eras un triunfador y te gustaba que se notara. En el recreo ibas por delante de todos porque corrías más que nadie en el “pillao”. Cuando jugábamos a las canicas me limpiabas hasta las metálicas. Y cuando llegaron las partidas de billar y de Pang en la sala de videojuegos, invariablemente pagaba la próxima el que perdía: yo.

“…llegaron las partidas de billar y de Pang…”

Tu superioridad fotográfica se hizo patente muy pronto, incluso antes de que empezaras a hacer fotos. Siempre me ponías los cuernos con la mano en todas las fotos de los cumpleaños, esas en las que el flash resaltaba mi tez palida y sacaba mis ojos rojos, dándome aspecto de vampiro pubertoso. Era nuestra adolescencia y a ti, Benito, te divertía enseñarme las tiras de fotomatón en las que te morreabas con las guapas del barrio; en una de esas apareció Pili, mi amor platónico desde 4º de EGB; y tú me dijiste: “¡Espabila, Pepinos!”

“…tiras de fotomatón en las que te morreabas con las guapas del barrio…”. Foto R. Sharp

Crecimos. Yo fui a FP y tú, al instituto. Luego yo empecé a trabajar en la marisquería, donde tantas copas de Moët&Chandon te serví a ti y a las bellas compañeras de facultad que te acompañaban. Fue allí donde celebraste tu 23º cumpleaños. Yo te regalé una preciosa Polaroid y desde ese día siempre has utilizado la fotografía para mostrar tu superioridad. Esa misma noche, y luego vinieron más, terminó con decenas de instantáneas del acto sexual que luego me enseñaste orgulloso para restregarme aún más tus conquistas.

Tu primera réflex fue digital; yo seguía disparando con la Zenit de mi padre. Aun así, como me dijiste que no tenías tiempo, no me importó estudiarme el manual de tu cámara para enseñarte a manejarla. Nunca me lo agradeciste, pero mi premio era verte así de feliz, disparando a ráfagas sin parar, mientras me decías: “Estás atrasado, el carrete ya no se lleva. ¡Espabila, Pepinos!”.

Llegaron aquellas escapadas fotográficas de los domingos en mi coche, acompañados únicamente por nuestros fieles trípodes, para inmortalizar paisajes que ya son eternos en mis recuerdos. Y nos dio por presentarnos a concursos de todo tipo: de fotografía nocturna, de fauna y flora, de viaje, de paisajes, de Semana Santa, de deportes, etc. Yo nunca ganaba nada y a ti por lo menos un premio al mes te caía. Poco a poco te fuiste creyendo bueno. Y me hablabas cada día con más prepotencia. “Estoy empezando a creer que he nacido para esto, que quizás sea un genio de la fotografía”, me decías mientras ponías el pecho palomo. Luego presidiste aquella asociación fotográfica del barrio en la que dabas cursos de iniciación a la fotografía digital. Sí, esa en la que a mí no me admitieron porque no daba la talla.

“…acompañados por nuestros fieles trípodes”. Foto redfoto.com

Hace un par de años nuestros caminos fotográficos empezaron a separarse. Maldita la hora en que, como siempre en mi coche, se me ocurrió llevarte a la capital a conocer PhotoEspaña. En las exposiciones de las galerías, lo que llaman sección Off del festival, descubriste lo que podía pagarse por una sola foto. Y dijiste que querías cambiar y que no querías quedarte a mi nivel.

Lo siguiente ya te vino rodado. A los tres meses ganaste ese millonario premio de fotografía contemporánea (¿Pilar Citroen se llamaba?) y poco a poco llegó tu desprecio. Por más que te llamaba para quedar, aunque fuera sólo para media hora e invitarte a una caña, me decías que no podías, que estabas reunido con gente muy importante o que estabas madurando nuevas ideas. Cuando el desaliento más me invadía, un día contestaste al teléfono y me comentaste que no podías quedar porque te habías trasladado a vivir a la capital; Murcia se te quedaba pequeña.

Pasaron un par de años y un día vi tu foto en el periódico. Volvías a la ciudad que te vió nacer a dar una conferencia que llevaba por título “Fotografía y relaciones sociales. Lo fotográfico como elemento de cohesión entre individuos”. Asistí ilusionado, esperando que lo nuestro se retomara. Me costó reconocerte en el estrado, detrás de esa barba larga que te has dejado crecer. Andabas más tieso que un palo y pensé que tu pañuelo al cuello podía ocultar algún collarín cervical, pero luego comprobé que la rigidez se debía a tu porte altivo. El salón estaba lleno y la gente escuchaba atenta, pero si había alguien encantado de oirse ese eras tú. Después intenté acceder a ti, mas estabas rodeado de gente y no pude. Te saludé en la distancia y por un segundo me miraste por encima del hombro; empero súbitamente te giraste para hacerte un selfie en un espejo y te perdiste en la multitud de tus admiradores. Los días siguientes, te mandé varios wasaps proponiéndote vernos si estabas en Murcia, pero no hubo respuesta.

“Te diste la vuelta para hacerte un selfie en un espejo…” Foto S. Kubrick

Hace un tiempo quise recordarte como eras, entrando en tu Flickr. Ya sabes cómo disfrutaba viendo contigo tus preciosas imágenes de fotografía submarina. Pero habías borrado la galería. Encontré tu nueva web, en la que te autodefinías como nuevo artista visual. Sí; has pasado de sumergido a emergente.

Te escribo ahora este correo porque hace pocos días que me llegó uno tuyo en español y en inglés, informando que tenías un nuevo proyecto personal que culminaría en libro y exposición. Pero es que no sé bien de qué va eso del croissanding y estoy preocupado porque se me ha pasado por la cabeza que, si ahora estás pidiendo dinero, igual es porque la gente piensa que no tienes talento. ¿O es que estás sin un duro, Benito? ¡Muchacho, qué para eso están los amigos!

Bueno. Como no se cómo se hace el ingreso ni qué leches es eso del paypal, ¿por qué no quedamos, te doy las perras en mano y así de paso recordamos viejos tiempos y echamos unas risas?

Por favor, Benito; ya sé que estás liado pero contéstame al menos por aquí. Dime algo.

Tu amigo, Nicon Pepinos.


Dándole al play

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¡Hellooooooooo!

Acabo de salir un par de eones y parece como que han pasado cantidad de cosas en el ombligo fotográfico, ¿no? Lo digo porque he estado preguntando y como que ya no hay posfotografía, encima el fotolibro “made in Spain” ha hecho ¡¡¡POP!!! Pero a mí me parece que todo sigue siendo lo mismo.

Mantengo la idea de formarme y sacar la fotógrafa que hay en mí, pero… Voy a ser sincera (espero que nadie se ofenda aunque, en cualquier caso, me daría lo mismo porque soy una princesa y floto por encima de eso). Qué aburrido eso de ir de secta-escuela en secta-escuela, seguir su estética y modus operandi, decir que “todos somos muy colegas” mientras toman unas cervezas inaugurativas. Jurar lealtad a tus maestros aunque huelan a… ¿naftalina? Un poco de borregos.

Ante esta tesitura pregunté a los Cienojetes qué hacer. Me dijeron: “Princesa, Ud. ya no debe ir a una escuela; eso es para niñatos. Si nos permite sugerirle, ha salido un libro de la prestigiosa editorial Abertura que propone ejercicios para fotógrafos aburridos o de creatividad borderline, enunciados por grandes autores de la fotografía contemporánea. Está en inglés, que Ud. sabe que es la lengua de la fotografía. Tenemos uno con el plástico sin quitar, por si lo quiere”.

Aquí estoy, con mi librito. Todo un VOLUMEN.

He decidido leerlo, anotarlo y luego ya ponerme con algún ejercicio (bueno, les llaman juegos porque ahora hay que infantilizar al personal todo lo que se pueda). Por ahora veo que estos se pueden clasificar, y os he puesto un ejemplo de cómo funcionan, más o menos en lo siguiente:

  • SIGUE A TU CORAZÓN: Hay autores que dicen que la intuición es lo primero, lánzate sin miedo que ya las cámaras son digitales. Lo peor que te puede pasar es que te quedes sin batería. Pringao, ¿no te han dicho que hay que salir con baterías de recambio?

Ejercicio: Sales con la cámara y disparas a todo lo que se mueve, literalmente. Todo muy intuitivo. Llevas varias tarjetas de cantidad de megas y dos baterías, por si te apetece jugar con el flash y te olvidas de desactivarlo y no te quedes a mitad del ejercicio. Las tarjetas tardan tres horas en descargarse en el ordenador y luego… bueno, ahí se quedan tus cutrefactas fotos porque ni las miras. Pero no importa, has seguido tu intuición.

  • SEÑOR, SÍ, SEÑOR: Luego están los fotógrafos marciales. Reglas estrictas para que aprendas disciplina de trabajo; el método es el método. Mi método es el método.

Ejercicio: Hacer un 365 (una foto al día durante un año), cámara en trípode, 3 minutos máximo de tiempo para hacer la toma desde que sales de casa, enfocando al contenedor de la esquina a las 08:45 a.m. Disciplina. Ya veréis qué cambios de luz tan flipantes.

Te puedes hinchar a fotografiar amaneceres, como hace Penélope Umbrico. Quedan genial para hacerte un mantel luego.

  • SEGÚN DIJO…: Juego propuesto por los autores con poca personalidad. Fulano me dijo esto y yo no voy a pensármelo más. Lo pongo y quedo genial reconociendo la valía de otro fotógrafo, diciendo, claro, que me ha servido muchísimo y que siempre lo tengo en mente cuando voy a sacar fotos o al Mercadona.

Ejercicio: Leerse seguidos Sobre fotografía de S. Sontag, La cámara lúcida de R. Barthes, La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica“de W. Benjamin, La caja de Pandora de J. Fontuberta, algo de Debord, mirarse un par de vídeos de Beuys y ya estás listo. Ideal si lo que buscas es que se te quiten las ganas de hacer fotos inmediatamente.

  • LA CASITA DE WENDY: Fíjate en las cosas mínimas de la vida, hazles fotos y deja que fluya un inopinado interés por hacer lo mismo que en Flickr. Total ya sabíamos que eres capaz de ver más allá de tu ombligo. También valen retratos de los allegados, el resultado es el mismo.

Ejercicio: Hacer lo mismo que en el primer ejercicio pero en la casa del pueblo de tus abuelos, que así le da un toque de añoranza muy hipster.

Fue el primero en instalarse en el pueblo. Foto: Edward Weston.

Mientras estoy con el VOLUMEN a medias (sí, ya he leído una buena parte) veo en las redes que… ¡hay más! Un chico moreno que redunda llamándose “El Moreno” saca otro PLAY parecido con sus colegas y sale en el periódico. Dudo que todos los amiguetes hayan leído EL LIBRO y, por supuesto, no me he puesto a hacer los ejercicios moreniles; pero están en castellano y son gratis, dos cosas que se nos dan bien a los españoles.

Y, como no podía ser menos, alguna de esas escuelas que copian todo lo que funciona (hasta nuestro estilo humorístico) y que no es necesario que salga más en los periódicos porque ya ha demostrado que tiene amigos en todas partes, se ha dedicado a sacar su propia versión para la red, con ejercicios propuestos por su profesorado, difusión a bombo y platillo e infalible método de captación para esos alumnos tecnológicos, adeptos, seguidores y afiliados. No sé si vamos a poder con tanto ejercicio visual y tanta acumulación de saber fotográfico. Hasta los moños que me veo entre esto y las insufribles cadenas de retos fotográficos por Facebook.

A mí todo me recuerda mucho a los típicos piques de coleguillas flickeros-foreros para ver quién tiene el mejor HDR, pero ahora las cuentas de Flickr agonizan porque lo que sirve para masajear el ego es Facebook, Tumblr e Instagram (y de paso también te pavoneas de pero mordío móvil).

Los Cienojetes me han dicho que proponga algo interactivo, de este rollete en colaboración. He pensado que en lugar de hacer las fotos siguiendo un enunciado tenéis que encontrar fotos que cumplan con el siguiente enunciado:

Ejercicio: Encuentra fotos que parezcan tomadas por un mono después de haber sido obligado a ver todas las fotos de la página web 30y3 en bucle continuo durante 5 horas.

Selfie de macaco negro. Wikimedia.

Ale, no dejéis de enviarnos el link a alguna foto de ese tipo. ¡¡Ciao!!


Cómo hacer que tus fotos sean buenas

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Habrá quien empiece leyendo este artículo poniendo ya pegas. Dirá ¿quién dice si una foto es buena o no? La respuesta es bien sencilla. Basta con poner en Google “cómo hacer buenas fotos” y salen tutoriales a cascoporro. Esas son las fotos buenas. Es de cajón.

A todos nos gustan las recetas sencillas, las claves del éxito en 15 pasos y si puede ser en 10 mejor, que nos ahorramos tiempo y pasta en talleres inútiles. Es cierto que cuando uno empieza en la fotografía se lee todos los manuales de técnica fotográfica. Todos, incluidos esos que tienen consejos para hacer barridos si algún día te da por fotografiar los coches de los rallies de tu pueblo. Pero con el tiempo uno quiere ir al ajo lo más rápido posible. ¿Para cuándo el modo “fotaca” en nuestras réflex de última generación?

El selector de modos que todos deseamos

El selector de modos que todos deseamos

Yo hace un tiempo me leía las reglas de oro del bloguero de turno y las seguía a rajatabla. Lo hacía con la esperanza de que mis fotos me acabaran gustando más que las suyas, porque no todos aspiramos a inmortalizar un pajarillo sobre una rama, algunos queremos trascender con nuestra obra. Pero ahora existe otra opción: el método Cienojetes para convencer a todo el mundo de que tus fotos son buenas. Sí amigos, los tutoriales son un engorro, tienes que cambiar la forma de hacer tus fotos, reflexionar, llevarte bien con el obturador y el diafragma, saber de luces, etc. Nuestro método es mucho más efectivo, ni siquiera necesitas tener luces. Tú haz las fotos que te dé la gana, que nosotros te ayudamos a convencer a todo el mundo de que son buenas.

Ya lo anunció Arthur Danto cuando dijo que “todo vale porque ya nada vale”, refiriéndose a la muerte del arte. Por tanto, no merece la pena esforzarse por seguir unos cánones, el canon eres tú (y yo, claro). Aquí van las diez reglas de oro:

  1. Respecto a la regla de los tercios, la proporción áurea y demás artilugios cartesianos: haz lo que te salga del forro. Si las respetas dilo alto y claro, di que sigues una concepción clásica y formal. Si no las respetas di que tu dominio de la composición te lleva a romper las reglas y que además a ti la teoría de la Gestalt te recuerda a los cuentos de Bucay.

    La regla de los tercios garantiza una foto buena (Foto de Claudia Arévalo)

  2. Respecto a si tus fotos tienen parecido a otras fotos: haz lo que te plazca. Si copias a los grandes maestros entonces argumenta que tienes un conocimiento visual superior al de la mayoría. Di que tienes la mirada muy contaminada, que parece algo malo pero en el fondo está muy bien visto. Por el contrario, si tus fotos no las haría ningún fotógrafo de renombre con un mínimo de dignidad, entonces di que tienes un estilo rompedor, fresco, desenfadado, una mirada limpia. ¡Tú eres original, qué cojones!

    Una mirada contaminada aquí verá un referente, una mirada limpia verá genialidad (Foto de Jan Postma)

  3. Respecto a disparar en blanco y negro o en color: tú a tu rollo. Si haces blanco y negro di que es la esencia de la fotografía clásica, que tu mirada sólo ve luces y sombras. Si las haces en color argumenta que el color da una información extra, una doble lectura a tus fotos. Si no tienes ganas de líos ponlas desaturadas al 50% y luego di que esto es como lo del vestido, que cada persona las ve en color o en blanco y negro. Ya está.
  4. Respecto a si poner los datos EXIF o mejor un rollo conceptual sobre las fotos: para qué elegir, todo junto. Aquí va un ejemplo: mi fotografía tiene una concepción gran angular, una visión polisémica de apenas 20mm, sobre los instantes fugaces yuxtapuestos que ocurren a 1/125 debido a una sensibilidad intrínseca de apenas una centena de ISOs.
  5. Respecto a si las fotos están movidas o nítidas: te la suda. Si la foto te sale trepidada no te dejes vencer por las críticas, tú di que eres muy de Roland Barthes, que a ti te gusta impregnar tus imágenes de la mayor cantidad de vida que puedas almacenar. Si se quejan de que está muy nítida, de que te has pasado un poco con la máscara de enfoque, entonces contraataca diciendo que es la mejor forma que tienes de expresar la visión tan precisa que posees de la realidad.

    En el foro de Nikonistas ponen a parir esta foto de Avedon diciendo que está trepidada. Al pobre hombre le habrían venido bien nuestras reglas.

  6. Respecto a qué motivos fotografiar: tírale a lo que se te ponga por delante. Por increíble que parezca siempre encontrarás a alguien a quien le guste tu motivo, desde los pájaros que vuelan bajo cuando hace un frío del carajo hasta los aparcamientos vacíos llenos de bolsas del carrefour que dan vueltas por los aires. Seguro que a más de una persona le acabo de dar ideas para su próximo proyecto.
  7. Respecto a qué ISO usar: tú tira en automático. Que al final sale mucho ruido, que se nota el píxel, pues la pasas a blanco y negro y dices que es de carrete. Si quieres quedar como Dios encima di que es un Tri-X forzado a 1600. Memoriza la frase, no hace falta que la entiendas. Ya te dijimos que nada de reflexionar.
  8. Respecto a si tirar en manual o en automático: tira en automático, que para eso has pagado la tecnología que lleva la cámara. Si viene el listo de turno y te dice que sólo los fotógrafos de verdad disparan en manual dile que se ponga a medir la luz sin el exposímetro, que quite el autofocus y que guarde la imagen a boli en lugar de utilizando un complejo algoritmo de compresión ejecutado por su procesador de última generación.
  9. Respecto a si debo mejorar mi pericia durante la captura: ni hablar, ¿para eso tienes el Photoshop pirateado? Hoy en día se arregla todo en el Photoshop.

    Foto pixshark.com

  10. Una última cosa. No os preocupéis si tenéis que cambiar el discurso en función de con quién os encontréis. Estas reglas son versátiles, se adaptan a todo. Esto es como lo de los principios de Groucho Marx, para el que no le gusten podemos tener otros. Los fotógrafos más inteligentes son los que cambian de concepto como de chaqueta.

Ale, a triunfar.


Las fototópicas

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Sé lo que se siente. Hubo un día en tu vida que eras feliz buscando la imagen única y bella; pero te metiste en el ajo y descubriste que sin un proyecto fotográfico no eras nadie. Ya hemos hablado aquí de eso. Si estás enfrascado en la elaboración de un proyecto fotográfico puede pasarte que no sepas ni cómo empezar porque simplemente no tienes nada que decir. Ocurre especialmente con los proyectos íntimos y personales; tienen esa miga: que a ver cómo plasma uno sentimientos como el olvido, el pesar por el paso del tiempo, el amor, la soledad, la alienación, el desconsuelo periférico, etc. De nuevo el bloguero de turno no nos va a dar soluciones, sino deprimirnos más.

Lo primero tranquilidad. Ya os hemos dado formación para salvar el tipo con la técnica y con el concepto. Ahora vamos a por el motivo.  Tienes que saber que, a día de hoy, hay determinadas fotos que tienen que estar incluídas en un proyecto fotográfico, sea éste del tipo que sea. Son las fototópicas. ¡No confundir con fotocopias! (Aunque en el fondo sea copiar sin criterio). Las fototópicas son fotografías que se han hecho desde la aparición de las primeras cámaras, pero que se siguen haciendo hoy simplemente porque son imágenes icónicas que siempre van a funcionar. El detalle de que estas fotos se hayan tomado toda la vida no te ha de preocupar, porque esto puede no saberlo quien se las enseñas: el galerista, jurado, editor, visionador de turno, etc. Las fototópicas son como el pan de gambas de los chinos: no pueden faltar aunque sabemos que seguramente pecan de rancias. Para combatir eso, tú les vas a dar un aire más actual, como os voy a mostrar.

Aclarar primero que para ejemplificar, tampoco he querido ir muy allá. Me he circunscrito a fotógrafos españoles de rabiosísima actualidad. Es decir: los que probablemente salgan en la próxima tirada del libro de Momeñe; esa que se comenta que está a punto de salir; una actualizada edición ilustrada que ya incluye fotógrafos que nacieron después del año de Naranjito. Hay que apoyar la fotografía española, qué cojones.

Bien. Estas son las fotos que tienen que estar en tu trabajo, sí o sí:

– El descampado periférico.

Pablo Castilla

– La ruina o edificio abandonado.

Eduardo Nave

– La tropelía urbanística.

Carlos Spottorno

– El cuadro antiguo en la pared.

Ángel de la Rubia

- La foto rescatada del álbum familiar.

Rita Puig-Serra

- El aparcamiento vacío.

José L. de la Parra

- El bicho muerto. Si está esclafao, mejor.

Ricky Dávila

- El animal disecado.

Yosigo

- El gatete. Nunca nos fallan estos tiernos felinos.

Alba Yruela

- El “bujero”.

Martínez Xouvanoba

- La bandada de pájaros en vuelo, siniestros o al menos desconcertantes. En el primer ejemplo, Moriyama se hace presente…

Daniel Alvárez

…mientras que en este se aprecia que la sombra de Cases ya es alargada.

David Hornillos

- La desolada zona boscosa.

Miren Pastor

- La farola nocturna al estilo Eggleston. También nos van muy bien los arbustos iluminados en la noche (el flash o el faro de coche es ideal). La foto del ejemplo hubiera mejorado muchísimo con un poco de niebla. Vuelva a hacerla, Martínez; no le tenga miedo al relente.

Pascual Martínez

- Los cielos bíblicos a lo Salgado.

Vizcaíno

- El perro oscuro, triste y/o huidizo a lo Koudelka. Olvidaos de los perretes de Elliott Erwitt.

José M. Navia

- La cama sin hacer. También nos vale la mesa sin recoger o sin empezar a comer, al estilo Shore.

Román Yñán

- La desolada gasolinera. Inspírate por ejemplo en Ed Ruscha.

Nave y Millás

- La carretera a ningún lugar. Este motivo se repite entre los grandes. Hay que hacerlo.

Carla Andrade

- El cielo estrellado o similar (caspica o azúcar sobre cartulina negra nos puede valer).

Javier Marquerie

- El campo que alberga objetos imprevistos.

José Guerrero

- La persona inquietante tras la ventana (a lo Robert Adams) o tras la cortina.

Juan C. Martínez

- La valla ocultadora.

Carlos Cánovas

- Las grietas, piedras o suelos fracturados. No temas meter más de una foto. El autor del ejemplo tiene un trabajo entero de bloques de un solar, equilibrado a su final con dos esperanzadoras imágenes celestes.

Xavier Ribas

- El bodegón minimalista a lo Kertész o a lo Chema Madoz.

- El vehículo abandonado en el descampado. También vale coche en lugar no usual.

Gerardo Custance

- Retratos con alguna de las características que ya expusimos en nuestro decálogo.

Bubi Canal

Hay proyectos que llegan a tener casi todos los motivos aquí expuestos. Son casos excepcionales, trabajos cuasi perfectos. Como Durmiendo por el Mississippi del copiadísimo Alec Soth u otros de Jeff Wall o Stephen Shore (en American Surfaces encontraréis multitud de los arquetipos domésticos mencionados). Pero por seguir con autores españoles contemporáneos, citaré Aquí estamos de Aleix Plademunt porque alberga casi todos los fototópicos citados.

Un último detalle que seguro que os animará a salir a fotear: no os hacen falta personas en las imágenes. Salvo en el caso obvio del retrato, observaréis ausencia de gente en muchos de los patrones citados. Es sorprendente, porque para ser fotógrafos que no paran de interactuar en las redes sociales, hay que ver con qué pocos humanos se cruzan en su camino. Se ve que todos son admiradores del gran Atget.

Seguro que se os ocurren más fototópicas a vosotros. ¡Adelante con las propuestas en los comentarios!



SE-VE

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Llevamos un tiempo sin publicar en el blog porque estábamos liados, preparando nuestra primera exposición como colectivo de dos personas. Esperemos que sirva para tapar esas bocas que dicen que no podemos opinar de fotografía sin mostrar antes nuestro trabajo. Cienojetes no había aceptado aun exponer porque, como todo el mundo sabe, somos insoportables. Y hasta que no hemos hallado soporte y condiciones acordes a nosotros, no hemos dado el sí.

Este fin de semana podéis acudir en peregrinación hasta el Alibaba Photo Festival para cautivaros/escandalizaros con SE-VE. Sólo adelantaremos que esta expo será distinta a todas las que hayáis visto antes porque, ya que hacemos algo, mejor marcar un antes y un después en la Historia de la Fotografía.

Se prevé que el festival se llene de monos cienojeteros, que estarán merodeando por allí ayudando a que la energía creativa fluya. Si veis uno, lo mejor es no entorpecerlo; y cuidado con acariciarlo si lo véis cerca de un huerto. Además, se podrán adquirir las últimas camisetas de Cienojetes a un precio especial.

Os permitimos hacer de todo con las fotos de nuestra expocición: tocar, besar, lamer, oler, igual que los más hipster de vosotros ya hacéis con los fotolibros que más os ponen en vuestra intimidad. Poneos hasta el culo porque todo estará permitido…

Se-Ve


SE-VE (doble)

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Este pasado fin de semana, y dentro de las actividades del Alibaba Photo Festival, Cienojetes expuso un proyecto fotográfico por vez primera y en un soporte nunca antes utilizado, que se sepa. Las fotografías fueron impresas en ropa interior donada por los habitantes de los alrededores (el lema del festival). De esta manera se consiguió una plena interacción público-obra y tal. La brisa y los resoplidos que los asistentes en torno a la foto-instalación daban, ayudaron a que calzones y bragones se agitaran con gráciles movimientos, situando a SE-VE a caballo entre la instalación fotográfica y la performance visual y tal.

Las foto-bragas fueron realizadas mediante transfer de plancha profesional, a 160ºC, con presión de 20 segundos, sobre tejido de algodón usado, previamente lavado y tratado con suavizante Perlán prendas delicadas.

Desde aquellos días, por acequias y carriles de la huerta murciana se comenta que la instalación de las fotobragas ha marcado un antes y un después en la Historia de la Fotografía. El vídeo es un resumen de cosas que por allí pasaron…

 


Cuando la fotografía es cosa de hombres

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Sí, lo reconozco. Soy un macho sigma. Aún no tengo la edad habitual de estos especímenes, pero yo es que siempre he ido sobrado de testosterona. Ya no hay forma de evitarlo, esto va a más. Estoy descubriendo que es lo que pasa cuando la fotografía es cosa de hombres.

Todos habéis oído hablar de la crisis de la mediana edad, la famosa pitopausia. Que si el descapotable (para los pudientes), que si la moto de alta cilindrada, que si las continuas visitas al local periférico de las altas luces. En fin, las consecuencias son varias pero la causa es la misma: empieza a fallar el obturador en los momentos más inoportunos. Lo que poca gente sabe es que también se nos puede identificar a los machos en crisis a través de la fotografía, de ahora en adelante los “machos sigma”.

Somos los responsables, como os desvelaré, de que la estética fotográfica predominante, especialmente entre los aficionados, sea respetuosa con el cuerpo de la mujer, que nunca la utilicemos como mero objeto de deseo y de que no se produzcan comportamientos y comentarios fuera de lugar. Nada que ver con lo que intentan hacer las de Género y Figura, una iniciativa que no podrá estar nunca a la altura de nosotros, los verdaderos artífices de la visibilidad de la mujer en la fotografía.

A nosotros tan tapaditas no nos van mucho. Estos de Género y Figura no llegarán muy lejos.

Somos muchos, pero quizá no habéis desarrollado todavía la habilidad de detectarnos con certeza.  No obstante, yo os voy a revelar algunos indicios que son prácticamente infalibles a la hora de descubrir a uno de nosotros. No es una guía tan completa como ésta, pero es muy útil.

  •  Somos el público objetivo de la serie de Taschen que incluye títulos como “The Big Book of Pussy”, “The Big Butt Book” o el aclamado y codiciado “The Big Book of Breasts 3D”. Nos escabullimos cuando vamos a la librería, diciendo que queremos pasarnos por la sección de fotografía, pero siempre volvemos sin un libro bajo el brazo y varios precintos de plástico en el bolsillo. No vamos para leer a Susan Sontag a ratos, necesitamos nuestras dosis de un buen par de páginas bien grandes.

Y que aún no se haya llevado ningún premio en Paris Photo…

  • Cada vez nos compramos la cámara más grande y el pepino más largo, pero las fotos nos siguen saliendo bastante reguleras. De hecho, cuanto más largo es el pepino más larga es también la cinta con la que nos colgamos al cuello la cámara, con el fin de que nos llegue por debajo de la cintura, perdón quería decir barriga, y de esa forma nuestra virilidad sea más notable. Tengo amigos que, debido a su edad, ya toman Viagra. Los reconoceréis porque exhiben normalmente objetivos de la serie L de Canon.

A partir de cierta edad necesitas serie L

  • Necesitamos la competición. La fotografía para nosotros es una lucha de poder. Nos presentamos a los concursos de fotografía, a los fotomaratones y a cualquier cosa que implique batirse en duelo. Tenemos luchas encarnizadas por conseguir favoritos y “me gustas” en las fotos subidas a las redes sociales fotográficas y, sobre todo, a los foros. Si nosotros sacáramos fotolibros, cosa que no hacemos porque eso es de sensiblones con cámaras baratas, haríamos ediciones de 5.000 ejemplares como mínimo. Para vender 200 ni me bajo del BMW.
  • Y es que cuando nos damos de alta en un foro de aficionados a la fotografía, lo primero que configuramos es la firma con la que terminan los mensajes. Dicha firma debe incluir todo el equipamiento disponible, puesto que entre los sigma es muy importante dejar claro quién la tiene más grande (la cámara). Somos tíos exigentes, con muchos objetivos en la vida.
  • Tenemos la sensibilidad a flor de piel. No es una expresión hecha, es nuestro lema. Nos da por las flores y por la piel. Nos pasamos el día con el macro capturando florecitas (que seguramente son las únicas que les llevamos a nuestras mujeres a casa) o con los retratos de chicas, a ser posibles jóvenes, atractivas y en actitudes confusas.

Bueno, pues creo que con esto ya no tendréis ningún tipo de duda para identificar a uno de los nuestros. De todas formas, os pido bastante discreción. No hay mucha gente que conozca nuestra existencia todavía y nos gustaría que así siguiera siendo. Prueba de ello es que nos comunicamos de forma muy sutil, sobre todo a la hora de recomendarnos equipamiento fotográfico, como muestra el siguiente vídeo.

 

 


El ego fotográfico

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¡Guerreros de la luz! Ha llegado el momento de tener un cara a cara con vuestro otro yo. ¡Dejadme desmontar ese falso yo y haceros salir de la ceguera colectiva!

Pero antes de nada, permitidme que primero os cuente como caí yo mismo del burro. Fue hace unos meses, cuando estaba pensando apuntarme a los visionados de Descubrimientos de PhotoEspaña, porque así me lo aconsejó el fotógrafo de bodas de mi pueblo después de ver el primer proyecto serio que hice. Me dijo que tenía que darme a conocer en esta puesta de largo, donde se cita lo más selecto y talentoso de los emergentes por aflorar con un puñado de expertos visionaros que critican sus fotos. Cuando conocidos del mundillo fotográfico han sido admitidos allí, se han puesto a dar palmas con las orejas por el contento. Me dije que yo tenía que ser uno de aquellos triunfitos.

Pero en el momento en que iba darle a la tecla para hacer el pago de las tarifas estipuladas [*], la duda me asaltó. La oportunidad de emerger estaba ahí, al alcance de mi dedo, pero mi economía no estaba para tirar cohetes. Y sólo faltaba que tras la pagamenta, me pusieran verde y me volviera a la provincia llorando por no haber acabado la efepé de fontanería. En esas andaba, digo, cuando la acostumbrada llamada telefónica de la siesta me detuvo. Una simpática comercial de latino acento me ofrecía más y más megas, más y más minutos…

Más y más

“Más, más y más…”, -pensé. “¿Qué es esta cosa que me empuja a querer más y más en este mundo de la fotografía, a competir para estar siempre en el candelero, a ser tan ambicioso?”

¡Ay, el ego fotográfico! Llevad cuidado con él, amigos, porque si lo dejáis suelto es el brebaje de Jekyll que os transformará para llevaros por donde quiera. Como no entendéis su mecánica mental, no lo podéis reconocer y caéis una y otra vez en el desastre de identificaros con Mr. Hyde.

El ego fotográfico es el que te hace estar más obsesionado con ser un fotógrafo reconocido que con hacer fotografía. Pero, ¿cómo reconocer si estás dominado por él y evitar así que se infle más y más y te destruya? A continuación doy una serie de medidores conductuales, que pueden variar dependiendo de la madurez mental de la persona y su perfil fotográfico (trascendental o pirotécnico). Según lo que se haya dejado hacer al ego, estos comportamientos estarán más aposentados, haciendo que más subidito se lo tenga el individuo a tratar:

El artisteo o postureo, por vía telemática o presencial. La primera se suele centrar en buscar como loco por Facebook o Twiter “amigos” importantes del panórama fotográfico actual; la pócima de Jekyll te transforma en las redes sociales no en un asesino aterrador, sino en un actor que interpreta al fotógrafo perfecto, simpático, culto y sensible. La vía presencial se basa en asistir a los eventos a los que los que ya emergieron asisten, para codearse con ellos. El objetivo es que te conozcan, principalmente más a tí que a tu trabajo, que tu nombre suene antes que tus fotos. El arquetipo de la primera vía es aquel que tiene más amigos del mundillo fotográfico en Facebook que fotos en su disco duro; el de la segunda es aquel que viaja más que Willy Fog, de sarao en sarao fotero por el planeta. Es fácil que ambos sólo tengan amigos relacionados con la fotografía.

Frecuentes, costosas e innecesarias mejoras en los equipos fotográficos. En el universo trascendental el súmmun de esto puede ser conseguir una Hasseblad de película de formato medio; en el pirotécnico, la elegida como mejor cámara del año en Photokina.

Dedicar varias horas al día a buscar en webs y redes sociales concursos, festivales, maratones y similares. Reservar una parte importante de tus ingresos a la inscripción en dichos eventos. Pillar cabreos y frustaciones monumentales en caso de no ser seleccionado o no ganar en ninguno de ellos, alegando que “esa gente no entiende de/tu fotografía”.

Marienna García-Gallo (Descubrimientos PHE 2015)

Alteraciones agudas en la personalidad e incluso en el modo de andar y vestir, por haber logrado discretos logros: recibir muchas felacitaciones por una foto en Facebook, en galerías como Flickr o en foros especializados; ganar un concursete fotográfico en tu pueblo; publicar un par de fotos en una revista; exponer en el bar de tu amigo; etc.

Obsesionarse con publicar un fotolibro o exponer a las primeras de cambio, con un proyecto que a todas luces está sin terminar. El fotógrafo decide lanzarse de panza a la piscina porque con un par de buenas críticas ya se cree Michael Phelps. Subrayar que aquí el ego fotográfico suele saciarse de una vez: la mayoría de la gente se conforma con vender 200 ejemplares de un sólo libro porque no tienen ganas ni quizá talento para hacerlo más veces. Su ego seguirá creciendo en otros ámbitos de su vida. Como ya se han demostrado a sí mismos que pueden ser una estrella de la fotografía, ahora pueden irse a triunfar a Master Chef.

Explotar un trabajo que ya está finiquitado hasta la saciedad, enseñándolo en todos los foros posibles. El paradigma de esta conducta es aquel fotógrafo que lleva a los visionados un libro ya editado para que le digan lo bueno que es. O el fotógrafo de cierta edad que ya no se acuerda ni de cómo funciona una cámara porque vive de glorias y rentas pasadas; suele contar batallitas que demuestran que lo que él hacía en su tiempo con los carretes y la ampliadora sí era fotografía de verdad.

Raúl Linares (Desc. PHE 2015)

Empezar a creerse que con un par de de libros leídos (un Langdord por allí y un Berger por allá) uno tiene suficiente criterio y otra manera de contar, creyéndose un excelente educador fotográfico. El modelo de este tipo de ego fotográfico son los fotógrafos que comienzan a demandar altos emolumentos por una actividad que nunca antes habían realizado, como impartir talleres, conferencias, visionados, etc.

Prohibir la edición ajena de las imágenes bajo ningún concepto.

Éstos son sólo algunos ejemplos. Si te has identificado con más de uno, es posible que tu ego fotográfico te domine y te haya empujado a una espiral de competición no sólo con los demás, sino contigo mismo. No te sientas culpable; llevas dándote guantazos a ti mismo desde pequeño. En el cole ya empezaste a ver que los mejores murales, los mejores dibujos, los mejores trabajos manuales pasaban a formar parte del decorado del aula.

Sólo me resta invitarte a mis terapias anti ego fotográfico. Te convencerás de que no necesitas ningún recononimiento porque el principal espectador de tus imágenes eres tú mismo. Si estás interesado, mándame un mail y llegamos a un acuerdo monetario. ¿Eh? ¿Qué te pensabas? ¿Que te lo iba a dar todo hecho? No seas egoísta.

Vicenta Miño (Desc. PHE 2015)

[*] Las tarifas para Descubrimientos PHE 2015 incluyen una pre-inscripción no reembolsasble de 10€ y una módica inscripción de 240. Las cancelaciones de la inscripción llevan un recargo. Sin contar éste y las preinscripciones de los no seleccionados, para calcular los ingresos por esta actividad habría que multiplicar 200 (seleccionados) x 250€.


Apropiacionismo postfotográfico y postelectoral

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Durante años me he presentado a concursos de fotografía, festivales, visionados… Mis fotos no molan; pasan desapercibidas por ser demasiado buenas. Estaba a punto de tirar la toalla como autor de fotografía de autor cuando descubrí que hay una manera de ser fotógrafo sin ser autor de las fotografías. El tema no va de usar la idea de otro, lo que se llama comúnmente plagio, ni de usar una parte de sus fotos para hacer obra derivada, como puede ser un collage. No. Se trata de emplear un método artístico, que como otros es igualmente válido, al que se le ha venido en llamar apropiacionismo. Con este nombre tan guay y elegante se denomina a lo de echarle más morro y usar directamente las fotos de otro como tuyas.

Os preguntaréis qué merito tiene eso de adueñarse del trabajo ajeno. ¡Craso error! El logro del fotógrafo descubridor respecto al creador es conceptualizar renovadoramente las imágenes, darles sentido, que no es poco. ¿O es que siempre vamos a estar con la camarita dando tumbos? ¡No hombre, no!

Me acordé de la gloriosa exposición Fotografía 2.0, que comisionó Fontcu en el PHE del año pasado. El Spanish 2.0 del From Here On de los Encuentros de Arles de 2011. Allí descubrí los nuevos talentos de la posfotografía española, como Uriarte o Loureiro que, cabalgando por explorados territorios, proponen utilizar fotografías ajenas como ya hicieron en su tiempo Richard Prince y Sherry Levine, por ejemplo.

Untitled-Cowboy, (2001-02) – Richard Prince – 3.4 millones $

El mismo Fontcu lleva ya años con la copla de la postphoto, sin parar de advertirnos que ésta es la nueva “filosofía del arte: se deslegitiman los discursos de originalidad y se normalizan las prácticas apropiacionistas”. Lo habían dicho de forma parecida hace ya años Duchamp (con su “arte encontrado”, 1915), Walter Benjamin (1936), Roland Barthes (con la “muerte del autor”, 1967) y algunos otros. Pero estos nombres son desconocidos para muchos; y Fontcu lo sabe.

Lo que pasa con estas prácticas es que al ser posfotográficas conllevan un postratamiento y, si no retoque, al menos detentan un agresivo reencuadre, pos para hacerlas distintas. Yo quiero ir un paso más adelante: propongo un apropiacionismo puro, sin manipulaciones y contaminaciones de la imagen primigenia. Sólo modificaré su contextualización, mediante un título o leyenda. Ya sabemos que “la fotografía miente siempre”. Pero eso no es del todo cierto: quien nos la mete es el fotógrafo y su mejor arma, en la actualidad, ya sabéis que es el concepto. Ya no es el instante el que decide, sino el discurso.

A continuación va mi nuevo proyecto. A ver si ahora cuaja la cosa. Es una propuesta en la que además de dejarme llevar por el apropiacionismo, reivindico el uso del título en la fotografía, como se ha hecho siempre y como se sigue haciendo, afortunadamente, en la prensa y en ese mundo de los aficionados del que tenemos tanto que aprender. Galeristas y comisarios, escribidme un mail si queréis forraros.

La fiesta de la democracia

desh

Desahuciados de su casa por no pagar la hipoteca

Amor inquebrantable

Miradas sinceras de amor

No le va el whatsapp

No le va el whatsapp

Olvidó cerrar la bombona de butano

Olvidó cerrar la bombona de butano

Tierna mirada

Educación para la ciudadanía

Alborotadora detenida y conducida a la alcaldía

Verano azul

El euromillón

¡El novio, el novio, el novio es cojonudo. Como el novio, no hay ninguno!

“Para dar el sermón, siéntese aquí, padre”

Reparto de la tortilla más grande del mundo

Speaker´s Corner, Hyde Park, Londres

Haciendo cola para tomar pescaíto en la feria

“¿Me estaba mirando el culo, joven?”

Mercado de Lepe. Artesana alfarera.

 

 

 

 

 


La fotografía contemporánea me deprime

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¿Pero qué les pasa a los fotógrafos contemporáneos? ¿Será una moda o es que están casi todos alicaídos (perdón, alicatados)? Yo he hecho todo lo posible por triunfar en el mundillo de la foto, pero en vista de que no lo consigo creo que sólo me queda imitarles y, por tanto, deprimirme.

La última prueba de que ser un poco taciturno es el único camino para triunfar son los premios Photoespaña al mejor libro de 2015. Es el festival del humor, la celebración de la alegría, el jolgorio desatado. Los cojones. Por resumirlo en pocas palabras, han premiado 3 libros que contienen fotos sobre:

  • (Premio Internacional) Revelar negativos sobre la piel de las personas mediante luz ultravioleta. Son como tatuajes, pero con fotografías antiguas y quizá una ligera quemadura alrededor. Mucho premio internacional pero cuando vea esto la OMS se le va a caer el pelo al autor, a la editorial y a PHE por premiar idea tan insalubre. Cuando empiecen a brotar cánceres de piel, ya me dirás, Tomás, ya me dirás.

Esto sí que es estar quemado por la fotografía (Foto de Thomas Mailaender)

  • (Premio Nacional) Una localidad atravesada por varias infraestructuras de transporte. Uyyy, esto es súper novedoso, no hemos visto jamás fotos de vallas, rayas de carretera, gente medio sonada y periferia. Bueno, algunas fotos se parecen a las que nosotros publicamos de coña en “Una deslumbrante realidad”, pero claro esto va en serio. Es más profundo y por tanto tiene que tener ese aire opresivo-oclusivo.

Foto incluida en el mejor libro de fotografía nacional (Autor: Arnau Blanch)

  • (Premio libro autoeditado). Rostros consternados de la gente de la calle durante el periodo de crisis. De este libro ya hablamos en su momento, no le hagamos más publicidad a Antonio.

Menos mal que el premio Descubrimientos del año se lo han dado a Yannis Karpouzis, un fotógrafo griego que aborda un tema mucho más jovial: la crisis en Grecia. Vamos a ver…¿A que se debe esta constante celebración de la vida, de la felicidad y del buen rollo? ¿Cómo explicar el éxito de tanta cara mustia, de tanto animal muerto en la cuneta de las carreteras, de tanto puente de autopista que parece un vertedero? A ver si va a resultar que la alegría está mal vista hoy en día, a ver si, al contrario de lo que decían los Monty Python, hay que mirar el lado oscuro de la vida constantemente. Eso explicaría muchas cosas.

Chica mustia mirando el lado oscuro de la vida (Foto de Yannis Karpouzis)

Mirad, yo hace unos meses inicié un proyecto fotográficos sobre las pachangas de fútbol sala que echamos los sábados por la mañana. Tenía fotos de las celebraciones de los goles, de los regates, de los paradones, de las risas en el aperitivo tras el partido. Las llevé a un visionado y me dijeron que eran demasiado amables. Ahora el trabajo ha sufrido un giro hacia el apocamiento, me centro en las barrigas de los cuarentones, los esguinces de tobillo, los pelos de las piernas peludas y sudorosas. Lo estoy petando en los talleres, es tan desagradable que los visionarios tienen orgasmos encubiertos. El problema es que se me han quitado las ganas de echar el rato los sábados, le he cogido asco. Me estoy deprimiendo por no poder disfrutar ya de esos momentos. Voy por el buen camino.

Y es que realmente ahí radica mi desconcierto. Gran parte de los trabajos que se publican en la fotografía contemporánea son alegorías de mundos, emocionales o físicos, que se derrumban o que están en difícil equilibrio. Pero, ojete, mundos que no están más allá de unos pocos kilómetros de tu casa. Esto no va en la línea de Susan Sontag y su “Ante el dolor de los demás”, no. El sufrimiento o la extrañeza (perdón, quería decir la presunta extrañeza) tienen que ser tan cercanos que quede claro que sigues siendo el ombligo del mundo. ¡Venga trabajos sobre tu proximidad! ¡Y a mí que me importa tu patio de vecinos y el solar que usaste de picadero cuando eras pubertoso! Y que no falte el halo de inquietud, depresivo y de melancolía… ¡Que me duermo, copón!”

Fotografía de la serie ganadora de Nexofoto 2014, hecha en el patio de la casa del fotógrafo Pedro David.

Lo que pasa es que por miedo a que los demás descubran que lo más desconcertante que te ha pasado últimamente ha sido cambiar de operador de telefonía, hay que revestirlo todo de ese aire críptico y opaco que tiene la fotografía contemporánea. Es decir, como diría Óscar Molina, los proyectos son fototerapia, pero el lenguaje fotográfico debería dar a entender que parece que hay algo más. La regla de oro es, cuanto más cerca de tu casa esté que menos se entienda y más atormentado parezca, no vaya a ser que no estés realmente confuso. Para ello todos recurren sistemáticamente a las fototópicas. Es decir, los símbolos, aunque posiblemente carentes de significado alguno, deben ser confusos para los no iniciados, pero llenos de guiños para los de la tribu, no vaya a ser que ellos tampoco les entiendan, que son los 200 que luego compran el libro y con eso no se juega.

La verdad, estoy muy confuso. Porque desde Cienojetes seguimos las cuentas de las redes sociales de estos fotógrafos emergentes y nos sorprende su modus vivendi,  la facilidad con la que están siempre de fiesta en fiesta, de sarao en sarao, de batalla campal. Vamos, que desde fuera parece que son miembros plenamente integrados de la masa festiva, que la fotografía es más una excusa para socializar y pasarlo bien que para exprimirse los sesos. Sin embargo, qué les pasará a estos chicos y chicas que es coger una cámara y ponerse mohínos, “intensos” como diría aquél.

A ver si todo va a ser una moda. A ver si tanto criticar a los pirotécnicos por su manía de sacar macros de florecitas, amaneceres coloridos o cielos HDR lo que en el fondo esconde es un miedo atroz a representar lo que realmente nos hace felices. A ver si va a resultar que hay demasiado miedo a mostrar lo que nos llena de gozo por si viene alguien y nos hiere en nuestros sentimientos. A ver si será mejor que parezca que ya venimos heridos de casa, incluso deprimidos.


La batallita detrás de la foto

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Ya sabemos que hoy en día el texto que hay detrás de una obra fotográfica pesa mucho. El concepto es clave si eres un poco perrete a la hora de hacer fotos y quieres vivir sólo de lo que fotografías los fines de semana y los meses de agosto, como mucho. Lo que pasa es que yo soy un poco borderline y me lío con todas esas palabrejas incomprensibles. Tenía que haber otra forma de llamar la atención sobre mis fotografías y por fin la he descubierto.

Hace unas semanas estaba en mi casa intentando hacer unas fotos a lo Chema Madoz cuando me llamó Nicon para proponerme asistir a una conferencia de un prestigioso fotógrafo. No me lo pensé dos veces, porque ya me había quemado tres veces los dedos con las cerillas y estaba a punto de recurrir a los cubitos para compensar. Le pregunté a Nicon si el fotógrafo era de los contemporáneos, de esos que ven más la luz de la pantalla de su iMac que la del Sol, pero me aclaró que no. Era un fotógrafo de toda la vida de Dios, un fotógrafo de los que hacen fotos de verdad, con su trayectoria, su libro de PhotoBolsillo, sus canas. Vamos, emergido y casi sumergente. No podía rechazarlo, necesitaba un descanso de tanta pretendida trascendencia.

Imitación del estilo de Chema Madoz (Foto de Catalina Saar, Julieta Visintini)

Al poco de comenzar la conferencia ya me di cuenta de que el tipo no podía ser catalogado como moderno o contemporáneo. Varias eran las características que lo diferenciaban de los otros. En primer lugar hablaba de forma totalmente comprensible, sin mencionar la yuxtaposición polisémica ni la visión poliédrica. Además, daba datos sobre la cámara y los objetivos que había utilizado sin que por eso le diera vueltas la cabeza o escupiera sangre. Pero, sobre todo, la principal diferencia estaba en que el discurso acerca de su fotografía se centraba en la descripción de todo lo que rodeaba al momento de la toma, a las batallitas detrás de las fotos, las cuales relataba con todo lujo de detalles.

Ay amigo, ¡claro! Por fin lo entendí. Los fotógrafos contemporáneos tienen que inventarse toda esa palabrería conceptual sobre sus proyectos a posteriori, tras haber hecho las fotos. Sin embargo, los fotógrafos de toda la vida de Dios no lo necesitan, ellos venden su trabajo gracias a todo lo que sucede antes de la toma. ¡Qué liberador me resultó! Tal era mi asombro al principio que no lograba encontrar la razón por la cual los modernos recurrían a tan difícil tarea con el fin de darle empaque a su obra, pudiendo simplemente contar los entresijos de cada imagen. ¿Por qué ya no quedan fotógrafos como los de antes? Más tarde caí en la causa y me invadió la lástima.

Algunos, como Mikel Bastida, escenifican la batallita al no haberla podido vivir en persona (de su serie War Theatre)

Veréis, los fotógrafos de toda la vida de Dios son una especie en extinción, gente sociable que relatan su relación personal con otros fotógrafos en términos del mundo real. Es decir, se ven en persona con ellos, se visitan, se van a hacer fotos juntos. Como los modernos no se despegan del ordenador o del smartphone  no entienden el significado de la palabra “anécdota”. Además, cuando hacen fotos a la gente, como suele ser de espaldas o cuando la persona retratada está cabreada o deprimida, tampoco entablan conversación, por si acaso, y luego no tienen nada que contar. De hecho, rara vez saben el nombre de las personas que aparecen en sus fotos, eso implicaría hablar con ellas.

Robert Capa, fotografiado algo más lejos de la periferia suburbana, intuimos.

Sin embargo los fotógrafos de toda la vida de Dios te cuentan con mucho detalle lo que estuvieron comiendo ese día, con quién iban, cómo llegaron hasta allí, de lo que estuvieron hablando con la persona retratada o de que si se hacen el tonto nada más llegar a un sitio. Presumir es un elemento indispensable, por ejemplo alardean de que tuvieron al mejor fixer, de que se juegan la vida, de que casi les roban, de que oyeron tiros, de que casi se despeñan, etc. Luego todo eso no se aprecia en las fotografías, no se ve por ningún lado, sólo forma parte de su tinglado novelesco, tan necesario para estos abuelos batallitas.

Castro Prieto riéndose mientras trabaja, hasta parece que disfruta de la fotografía.

Así que yo he decidido que a partir de ahora me voy a dejar el tema de la fotografía trascendental y abandono mi ambición de publicar fotolibros, no puedo más con eso de la reflexión a posteriori. ¡A tomar por saco eso de ser artista, yo sólo quiero ser fotógrafo! Comenzaré un nuevo camino y me ganaré la vida gracias a las conferencias que acompañarán a mis fotografías, hechas como toda la vida de Dios. Realmente no son caminos tan distintos, los dos se pueden basar en centrar la atención en el texto más que en la imagen, en adornar a las fotografías de palabrería por miedo a que no se vaya a entender la imagen por sí misma o a notarse que no tienes andamiaje conceptual que lo sostenga. Pero, qué cojones, al menos me aseguro de que alguien entiende lo que digo.



Los proyectos fotográficos por fascículos

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Llegó un nuevo mes de septiembre, el mes, junto con enero, en el que más nos mentimos a nosotros mismos. Nuevos propósitos, nuevas metas, nuevo espíritu y los mismos fracasos dentro de un año. ¿Y qué sería de la fotografía contemporánea sin el mes de septiembre?

Los fotógrafos del mundo, ya sean pirotécnicos o trascendentales, tienen algo en común cuando llegan estas fechas: nuevos propósitos que cumplir. No debemos olvidar que son humanos también. De esos que engordan en verano, se sienten culpables por no haber aprovechado el tiempo o incultos porque, como todos, no distinguen una columna jónica de un obelisco. Menos mal que llega septiembre para solucionarlo todo.

Sin duda es el mes en el que, en un acto de enajenación mental, vuelven un año más a autoengañarse, convenciéndose con eso de que pueden ser buenos fotógrafos, de que van a hacer algo novedoso e impactante. No importa el historial, cada vez más pesado con los años, de proyectos que no pasaron de 2 fotos decentes. Ni siquiera les detiene la imagen de la carpeta “Proyectos” llena de más carpetas, con nombres pomposos, difusos y absurdos, que sólo contienen algunas decenas de fotos en su interior. Este año es el bueno, por fin hemos conseguido la foto semilla que alberga todo un bosque en su interior. La fotaca. Además tenemos cámara nueva, de esa que hace buenas fotos. Ahora sólo queda una cosa, un detalle sin importancia, trabajar y seguir haciendo fotos.

proyectos septiembre

Algunos de mis proyectos inconclusos

¡Venga, va! ¿Es que no habéis aprendido nada de las colecciones por fascículos? Sí, esas que empiezan todos los años también por estas fechas. Todo proyecto empieza por una idea feliz, a menudo por una foto casual, algo que se nos proporciona casi como un regalo y que parece prometedor. El fascículo número 1 de cada colección también suele ser atractivo y, sobre todo, muy económico, casi regalado. Da igual el objeto físico del que se trate, debe ser barato con el fin de que enganche. Por tanto, ambas cosas seducen inmediatamente de cara a un propósito más alto: llegar hasta el final, concluir lo empezado. El movimiento se demuestra andando, suelen decir. Pero claro, sois un poco perretes.

Llegó Septiembre

Y, claro, luego empiezan las dificultades. A lo mejor hay que salir todas las semanas a hacer fotos, incluso hasta en el peor de los casos habría que hacer fotos varias veces por semana. Incluso, en situaciones extremadamente difíciles, habrá hasta que conocer gente y documentarse un poco. A ver si al final no va a ser tan fácil y encima nos va a costar más dinero del que pensábamos. Como esos fascículos que de pronto cuestan 10 veces más y en los que no hay forma de hacer la dichosa cabaña del bosque con cerillas sin que salgamos ardiendo en el intento. ¡¿Cómo puede ser?! Si la idea parecía divertida, realizable y hasta innovadora. Si no terminaste la colección fascicular porque te daba pereza levantarte el domingo para ir al quiosco, ¿vas a madrugar para irte de fotero, perrete? ¿A ver si resulta que vas a ser otra de esas personas que adoran las ideas que tienen pero no la realización de las mismas? Si es así, tienes futuro en la fotografía contemporánea, vas a estar rodeado de tus semejantes, te adelanto.

El día que no seguí la colección de construcciones con cerillas (Foto de Gregory Crewdson)

Un porcentaje irrisorio de la población persiste en su empeño algo más de tiempo. Gente con determinación, que repasan las fotos de Andreas Gursky una vez tras otra esperando encontrar la clave para que valgan varios millones de euros aunque sigan creyendo que las podrían haber hecho ellos mismos. Continúan haciendo fotos pasado el mes de febrero, mientras que los demás ya se han vuelto a apuntar al gimnasio como propósito de año nuevo. Sus proyectos fotográficos van cogiendo algo de forma, hasta parecen bien encaminados. Pero entonces se produce el mazazo definitivo. El día en el que ves en un chino, a 15 euros, la casa de muñecas que estabas haciendo por fascículos y te preguntas por qué no te dedicaste a no hacer nada, a ser community manager.

Si no la terminas siempre puedes convertirla en un espacio expositivo (Foto de Fundación Newcastle)

Es decir, un día aparece una página web, un post en un blog, un mensaje de un amigo o un libro en la tienda que nos demuestra que hay alguna persona insensata  que ha abordado lo mismo que nosotros y que sí ha llegado hasta el final. Nos cabe la duda de si realmente habrá trabajado duro o será otro fotógrafo de autor de esos que cierra las cosas con 10 carretes. Da igual, el caso es que nos hunde en la miseria. Para qué vamos a seguir, si eso ya lo ha hecho otro. Nada nos convencerá de que nuestra mirada es única, de que nuestro estilo es distinto, de que podemos hacernos oír. A estas alturas del año estamos completamente destrozados psicológicamente porque somos conscientes de que ya no llegamos ni a la operación bikini. Así que nada, otro año será, se dicen algunos, ¡a tomar por culo la fotografía!, dicen otros.

No os desesperéis. Cierro este artículo con un mensaje de esperanza y una idea que os vendrá de perlas. En Cienojetes llevamos tiempo dando claves de como colocar vuestras fotos. Vais a coger todas las fotos esas que tenéis en la carpeta “Proyectos”, las vais a meter en una colección de Lightroom y al final encontraréis la forma de que den el pego. Ojo, no digo que les encontréis un sentido, me refiero a que tienen simplemente que aparentar que hay algo detrás. Algunos diréis que eso es como si al final terminarais la colección del barco pirata usando restos de otras colecciones, amueblándolo con los objetos de la casa de muñecas, con los dedales en miniatura de antaño como si fueran los barriles de pólvora, con dos zippos como cañones, con Darth Vader como si fuera Barba Roja, con las piedras que activan los chakras en la despensa, con un cromo de Cristiano Ronaldo como emblema Vikingo y un “Rosario del mundo” como ancla. Pues sí, a eso me refiero. ¿O qué parecen sino algunos trabajos fotográficos de esos denominados de archivo o diarios fotográficos? ¡Ay, qué sería de la fotografía contemporánea sin los meses de septiembre!


¡No foto!

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Sabedor de mi escasa cultura visual –y reconocerlo ya es un avance respecto a muchos– este verano me dio por suplirla de una tacada, aprovechando las vacaciones. Y es que antes de las calendas me pegué un buen cepazo cuando un amigo, visionando mis fotos –no me gasto un euro más en visionarios, lo siento– me dijo que no tenía ni idea de composición. Me recomendó no sólo estudiar a los grandes fotógrafos, sino revisar también la obra de maestros de la pintura y la escultura. Comencé por la opción barata, usando la búsqueda de imágenes de Google. Volví a encontrarme con mi experto colega y nuevo cepazo:

-“¡No seas rácano! Hay que irse a las fuentes y no precisamente a las de agua. Visita los museos y detente a contemplar las obras directamente, ¡in-si-tu, Pepinos!”

A continuación vino un descomunal discurso del que sólo recuerdo conceptos y palabras aisladas como: inspiración, enriquecimiento, diferenciar bueno de malo, canon (no se refería a mi amigo y compañero), paisaje, perspectiva, Renacimiento, volumen, dimensión, luz, claroscuro, color, etc.

Elliott Erwitt

Elliott Erwitt

Me propuse unas vacaciones de cultureta, visitando los mejores museos para mitigar mis carencias. Pero lo que pasa es que yo soy de esos que con mirar una cosa una vez la asimilo. Ya había visto casi todos los cuadros en internet y no veía mejora en el directo. Casi prefiero la comodidad de la pantalla del ordenador que sufrir en el museo el dolor de pies por los plantones y las apreturas por obtener unos segundos de visión del cuadro en primera fila.

gioconda-turistas

Para no perder el tiempo, y dado que no puedo parar de crear, enseguida pensé en sacar provecho de estas visitas en forma de otro proyecto fotográfico. Sí, ya sé que en esto de hacer fotos sobre la vida en los museos no iba a ser el primero. Pero inspiración es, según una acepción de la RAE, “enardecerse y avivarse el genio del artista con el recuerdo o la presencia de alguien o algo, o con el estudio de obras ajenas.” Así que no me vengáis con cuentos y con que esa foto ya la hizo fulano, porque en esto de la fotografía todos andamos sobre caminos ya transitados.

Lo que primero intenté fue realizar retratos a los propios visitantes, al estilo de Francesco Jodice, pero me encontré con varias dificultades: tenía que pedirlo y soy muy tímido; había que dialogar y el silencio es norma en estos espacios… Aun así probé pero al segundo día ocurrió la fatalidad de que un turista tropezó con mi trípode y tras él cayeron, como fichas de dominó, varios más de un grupo de japoneses, al tiempo que el trípode casi vuelca un jarrón del pasillo. Me llamaron la atención por la que lié y decidí cambiar el estilo.

Francesco Jodice

Francesco Jodice

Resolví combinar en los encuadres las obras de arte con sus admiradores. Comencé en la Galería de Florencia. Saqué mi réflex equipada con mi mejor flash, que comenzó a lanzar destellos para ayudar al enfoque de una señora que, con la boca abierta, miraba las proporciones perfectas del David de Miguel Ángel. De pronto, el sonido del obturador se unió al de la colleja que me dió uno de los vigilantes, al tiempo que me gritaba cerca de la oreja: “¡¡No foto, mister, no fotooo!!” Ya que viajaba por Italia, decidí continuar el proyecto en la Capilla Sixtina. Más de lo mismo: dos enfurecidos vigilantes me obligaron a enfundar el pepino.

Y es que resulta que en practicamente todos los museos prohíben hacer fotos con flash, lo que puede estar justificado por la alteración de los pigmentos en el caso de las pinturas. Pero, ¿ocurre lo mismo con la escultura no policromada y la arquitectura? Llegué a pensar, cuando salí de la Galería, que quizás con los flashazos David podía broncearse, perdiendo ese color puro que le da el mármol de Carrara.

En otras pinacotecas, ni con flash ni sin él. Las razones que se arguyen son dispares:

  • Que son ciertas las creencias tribales que dicen que la fotografía roba el alma de lo que capta. Las obras de arte poco a poco van desvaneciéndose en la nada.
  • Que hay que proteger los derechos de autor. Seguramente si fotografío el Jardín de las Delicias, el Bosco se pondrá que trina y su espíritu se aparecerá al director del Prado pidiéndole explicaciones.
  • Que hay que proteger los derechos de imagen de los visitantes y del personal del museo.

Banksy

Habrá más premisas, pero creo que la más cierta tiene que ver con el título del documental de Banksy. La tentación de comprar la taza o el póster con la pintura que nos gusta puede volverse irresistible.

Sin embargo, otros museos no sólo permiten fotografiar, sabedores de que la fiebre de constatar el “allí estuve” puede otorgarles más visitas, sino que animan a su público a hacerse selfies (como el Tate Modern) o van abriendo la mano, forzados por las circunstancias políticas.

No obstante, como aun son muchas las galerías que no permiten fotografiar, aquí van unos consejos para pasarse la prohibición por la recámara. Amén de que dotaremos a nuestro proyecto de un fresco aire contestatario:

  • Respecto al equipo, evitar llevar una cámara voluminosa y dejar el trípode en el hotel. Una compacta o el móvil nos hará pasar más desapercibidos. Silenciar el disparo (modo mute) y desconectar flashes y luces de ayuda al enfoque. Si sólo dispones de una réflex o no quieres prescindir de ella porque “tiene poco ruido a iso alto”, puedes emitir sonidos (como una potente tos, un estornudo o un pedo) al tiempo que disparas. Desconcertarás al guardia, que no sabrá bien qué pasa.
  • He podido comprobar que los vigilantes alternan períodos de atención extrema con otros de relajación, en los que suelen atender sus mensajes de wasap, leer e incluso dormitar. En este ciclo de reposo tenemos el instante decisivo. Puede sernos de utilidad llevar un ayudante que nos haga de parapeto o, mejor aun, les interpele con alguna cuestión que los despiste: “Perdone. ¿La mancha de café de ese cuadro está allí de siempre?”
  • Usar los grupos de turistas a modo de hide, colocándonos en el centro del grupo. Otra opción es estirar el brazo con el paloselfi encabezando el grupo, a modo de guía turístico, y, rotándolo como si fuera un periscopio, disparar con buen pulso en varias direcciones.
  • Usar el método de casi todos los street photographers. Llevar la cámara colgada y no tener miedo en abusar de los robados. Ya reencuadrarás y enderezarás en el ordenador.
  • Echarle huevos –que para eso eres fotógrafo– y hacer la foto pasando de prohibiciones. Cuando te aperciban, ya habrás disparado y siempre puedes ir por las salas diciendo a cada uno de los vigilantes: “Perdón… no sabía… no se volverá a repetir”.
  • Si te han observado por las cámaras, puede ser útil cambiar la tarjeta antes de salir, por si dicen de revisártela. Haz un par de fotos al menos irrelevantes antes de salir para borrarlas en la trompa del celoso guardián.

Alberto Schommer

Una última cuestión. En algunos sitios piden pasta para autorizarte a sacar fotos. Si decides pagar, amortízalo: desahógate a flashazos hasta que El caballero de la mano en el pecho del Greco quede más radiante que la Venus naciente de Botticelli.


Por qué ser fotógrafo si puedes ser artista

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¿Eres fotógrafo o artista? La respuesta que más me gusta para dicha cuestión se la escuché  a alguien muy sabio: “¡Vete a tomar por culo!”. Yo hice mi propia interpretación de tan certeras palabras. ¿Cómo ser fotógrafo a secas pudiendo ser artista?

Me refiero a un posicionamiento de carácter vital, a una manera de estar en el mundo o, mejor dicho, sobre el mundo. Porque cuando uno se define como artista comienza a levitar sobre los demás, por encima del bien y del mal. No me explico cómo alguien puede rechazar tales superpoderes y seguir siendo un simple fotógrafo mortal, de esos que hacen comuniones.

Recuerdo perfectamente el momento exacto en el que tuve que posicionarme. Andaba yo entonces pensando que mi página de Flickr se me había quedado corta y que necesitaba una web de verdad. Me pregunté: “¿Qué pongo en la bio? ¿Fotógrafo o artista?”. Porque claro, yo hasta entonces era un aficionado a la fotografía, también conocidos como gente que hace fotos, foteros o los de las fotos. Como a muchos, la palabra “fotógrafo” me daba mucho respeto, un título que parece que no te puedes asignar si no tienes algún diploma o un escaparate con fotos horteras. Así que decidí que era mejor ser artista, que suena más petulante y te ahorras pagar la cuota de la asociación local. Mis página web se convertiría en la conexión cósmica que me uniría con el resto de los mortales.

Foto de Diego Alonso (Serie conexión cósmica)

A continuación dije “Google, quiero ser artista” (bueno, quizá lo tecleara y le diera al botón de “Voy a tener suerte”, pero son licencias narrativas que me permito como artista) y me salió directamente una página web de prestigiosa agencia de fotógrafos efervescentes. ¡Menudo precio tenían las copias que se vendían! Encima con serie limitada, como si se gastaran de tanto imprimirlas o se borraran solas de los discos duros al cabo del tiempo. No tardé ni diez minutos en enviarles mis mejores fotacas. En serio, ¿cómo puede haber gente que quiera ser fotógrafo de producto e hincharse a a hacer fotos a los boquerones muertos? Yo prefiero hacer una serie sobre rostros llenos de dientes de león, sacar copias bien grandes y luego venderlas en hoteles chic. ¡Dónde va a parar! Además, ni siquiera tengo que hacer nada innovador, está todo inventado.

Foto de David Catá

Además, gracias a mi relación con la gente del mundillo fue como descubrí el gran superpoder, el don con el que venimos al mundo los artistas y que sólo te es revelado en otro tipo de cuartos oscuros. Me refiero a la capacidad de sentar cátedra, de erigirnos en especialistas de cualquier campo del conocimiento o de la experiencia humana a poco que nos pongamos a hacer fotos sobre ello. Por el objetivo no entra sólo la luz que materializa la foto, se filtra también toda la sapiencia que rodea a lo fotográfico y debes transmitir inmediatamente cual profeta. Así, de pronto, uno puede volverse un ilustrado del conflicto birmano, del bipartidismo en un país, de la inmigración o incluso del culto a los elfos en Islandia. Y si encima quieres quedar como Dios, a pesar de toda esa erudición que se adquiere por ciencia infusa, lo mejor es que saques el fotolibro sin una puñetera línea de texto. ¡Cómo somos los artistas!

Lo cierto es que estoy encantado desde que soy artista, os lo recomiendo de corazón. Me siento como esos tertulianos que opinan de todo porque tienen el iPad delante con la wikipedia abierta. Si estuviera ahora mismo ocupado aprendiendo a ser fotógrafo estaría muy liado, posiblemente tendría encargos, clientes míos que nos son mis amigos y que hasta serían críticos con mi trabajo: un coñazo. No tendría todo el tiempo que tengo para reflexionar sobre la vida, tendría que cambiar los libros de Deepak Chopra por los de contabilidad y no podría permitirme holgazanear mientras espero a que me llamen de alguna escuela de fotografía para perpetuar el ciclo endogámico de engaño a los emergentes. Porque si intentas ilusionar a tus posibles alumnos con un futuro profesional lleno de bodas y documerciales tendrás a cuatro gatos. Pero promételes reconocimiento (que durará unas semanas), palmaditas en la espalda y sentimiento de grupo y los tendrás por decenas.

Sin embargo, hay algo que me tiene muy confuso respecto a mi nueva condición. Me he dado cuenta de que la sociedad no está preparada para reconocer a los artistas cuando verdaderamente lo son. Es decir, ahora me siento incomprendido por mi entorno. Cuanto más he elevado mi espíritu más me alejo de los que me rodean. Es curioso, porque cuando empecé en esto de la fotografía mis amigos y familiares, al ver mis fotos, decían “¡Estás hecho un artista!”. Ahora que sí lo soy, porque lo pone en mi página web, cada vez que enseño alguno de mis trabajos a mi novia y a mi gato obtengo la siguiente expresión. Falta cultura visual para entender a los artistas…

Foto de Duane Michals

 

 


El visionado ajedrecístico

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Yo fui una joven promesa de la fotografía. Uno de esos fotógrafos que empezó siendo de “culto”, de los que la gente presumía de conocer en las tertulias sobre fotografía. Ahora no hago fotos desde hace años. Ni falta que me hace porque, desde que soy la figura clave en todo festival de fotografía que se precie, gano más dinero que nunca. Estos saraos se han convertido en un circo de actuaciones previsibles por parte de todos los que participan y yo garantizo espectáculo, porque conmigo ocurre como cuando se va a ver a La Cubana o a La Fura dels Baus: nunca sabes qué va a pasar. Empiezo a ser imprescindible.

Foto: Philippe Halsman

Philippe Halsman

¿Cómo ocurrió esta genial metamorfosis? Cuando mis fotos empezaron a repetirse, las ideas escasearon y fueron perdiéndose las ganas de pasar fatigas y arriesgar mis escasos ahorros (para que luego esas fotos pudieran no interesar), decidí dejar de darle al obturador. Y empecé a conjugar verbos que antes apenas pronunciaba: comisariar, visionar, impartir…

Ahora algunos me dicen que que ya no amo la fotografía, que he perdido frescura, que ya no consigo decir nada con la cámara (ni a mi mismo ni a nadie), que cuando hablo de la época en que hacía fotos los ojos se me humedecen… Pero, ¿qué importa todo eso ahora? ¡Qué sabrán ellos de lo que es fotografía! Lo que ha ocurrido en mí es algo que muy pocos saben hacer: he conseguido reinventarme. Ahora sé más de fotografía y soy un referente a la hora de marcar tendencias en la fotografía contemporánea de este país.

No he dejado de ser honesto. Sigo viviendo por y para la fotografía. Aún me sacrifico: al igual que cuando era fotógrafo, la mitad de las noches las paso fuera del dulce hogar. Es verdad que las pensiones de mala muerte y las tabernas se han transformado en hoteles de varias estrellas y en restaurantes de varios tenedores, pero es que con la edad ya no puede uno dormir y comer en cualquier sitio.

Foto: Stephen Shore, Room 125. Idaho, 1973

Stephen Shore: Room 125, Idaho, 1973

Como dije, mi campo de acción preferido son los festivales, esos circos de la fotografía con multiples atracciones: stands de venta de libros, cámaras y pepinacos, conferencias, proyecciones, mesas de debate, exposiciones comisariadas, maratones, bares para el mamoneo (mejor dicho, para hacer contactos) y… ¡los visionados! El visionado es la sección festivalera donde mejor puedo desplegar mi arsenal de conocimientos. Soy tan popular que todos los emergentes pujan para que yo les visione. Y para que el festival no pierda ni un ápice de beneficios y los aficionados ni uno sólo de mis consejos, he desarrollado un método original y exclusivo que he llamado el visionado ajedrecístico.

En el visionado ajedrecístico me muevo, cual Gary Kasparov en exhibición simultánea, por el interior de un círculo formado por las mesas de los candidatos a emergentes que, en la forma que previamente les he indicado, despliegan las fotos de sus porfolios sobre los tableros. Yo me desplazo, ágil y veloz, de puesto en puesto. A veces he usado unos patines para ir más rápido. Cada uno de los fotógrafos dispone de un par de minutos, que un cronómetro mide con exactitud, durante los que voy editando su porfolio y encestando con energía en una papelera, anexa a tablero, las fotos arrugadas que voy desechando, al tiempo que doy indicaciones breves y precisas al aspirante.

No soy de extenderme en explicaciones, porque si la imagen necesita de muchos argumentos, malo Manuel. Tampoco me duelen prendas a la hora de ser estricto, al tiempo que no incurro en demasiados halagos, pues debilitan. Como mucho, en tres vueltas me liquido un porfolio; y así pueden ir entrando más fotógrafos a escena e ir aprendiendo. Todos ganan; nadie pierde, ni el tiempo.

¿Tu sarao fotográfico (feria, festival, taller…) hace aguas? Llámame. Soy el creador genuino, el único, del visionado ajedrecístico. Además hago muchas otras cosas. Aquí te dejo mi currículum:

Nicon Pepinos (Murcia, 1961, vive a caballo entre Madrid, Berlín y San Francisco) es comisario, crítico cultural especializado en fotografía, director de cursos y talleres, visionario, especialista en management artístico y ensayista.

Como agente independiente ha desarrollado varios proyectos de comisariado e investigación fotográfica en diversos Centros de Arte y Museos de todo el mundo. Entre sus comisariados recientes figura la exitosa exposición colectiva “Lo efímero de lo periférico; una reflexión sobre lo fugaz a través de lo material”, en el Centro Cultural de Lobosillo; la multiexposición “Impressions and Obsessions 3.0” en la 1ª Bienal de Fotografía de Autor de Bacon Bridge; y la muestra “Unreal Sunsets” en la sala de exposiciones del Piano-Bar Apyce de Tembleque.

Ha participado como visionador en numerosas ocasiones. Recientemente en el Festival of Photography and Videoart de Kagar (Germany); en la Feria de Arte Contemporáneo y Deportes Naúticos ARCO_Nada de La Manga del Mar Menor; y en el Festival de Fotografía de Autor y de Paisaje de Cuenca (Spain).

Ha sido miembro del jurado de premios tan prestigiosos como el “Pilar Citroen”, el de la Semana Santa de Crevillente, el “Concurso de Artes Visuales Arriesgadas” de la Universidad Popular de Burguillos del Cerro, o el “Internacional de Fotografía” organizado por la Real Asociación Fotográfica de Ubrique.

Es colaborador de diversas publicaciones especializadas, como las revistas “TEXIT”, “Fotografía Artística de Alta Calidad” y “Arte y Reparte”.

También es consejero fundador de la Plataforma “Noa Lugar”, un espacio abierto, al aire libre, de pensamiento y experimentación fotográfica para artistas emergentes.


Mira mis fotos, mira qué molona es mi vida

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¡Pero qué vida tan molona que lleváis todos! Por un tiempo creí que mi vida era un desastre, un fracaso, al ver las fotos que subíais a las redes sociales, pero os he pillado el truco, pillines. Y encima me voy a forrar a vuestra costa.

Desde que llegaron los móviles con cámaras de fotos, las redes sociales, los filtros, las WiFis y las 3Gs el mundo no deja de ensuciarse de imágenes. Y no sólo de los fotógrafos, de cualquier persona dispuesta a contarle al mundo cómo es su realidad. A veces resultan tan convincentes que incluso casi me lo trago. Pero realmente esas fotos cuentan más acerca de cómo os gustaría que fuera vuestra vida. Lo cierto es que ni siquiera sabéis cómo es vuestra realidad, estáis demasiado ocupados sacando fotos de ella y anticipando qué repercusión van a tener en vuestros círculos que no os dais cuenta de que se os ha colado un tipo buscando unos pantalones.

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El patrón que se repite es sencillo y suele ser parecido a lo que sigue. Se toman aquellas fotos en las que se pueda aparentar una vida interesante y exitosa, seleccionando las que mejor lo transmiten y retocándolas después para que el pego sea óptimo. A veces también puedes tomar fotos con la intención de transmitir soledad, fracaso o desasosiego, pero debes hacerlo de forma que al otro también le apetezca sentirse como una mierda. En resumen, tu vida siempre es guay (aunque te etiquetes como #sadboy).

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Y para rizar el rizo llega la moda de los selfies. Porque todo esto va de TU vida, claro. Ahora resulta que están de moda las fotos que contienen principalmente el careto de alguien, un trozo de su brazo, una deformación de la imagen debido al angular, un flashazo que le resalta los poros de la cara y… espera, que parece que hay algo más en la foto… sí, alguien o algo con quien está o donde está. Menos mal que salís en la foto, para que podamos creer que habéis estado allí. Porque, como dice Jason Thomas, un selfie con tu abuela no va sobre tu abuela, sino sobre que eres tan espléndido que has ido a ver a tu abuela. Vamos, que no sólo hacéis cosas magníficas en vuestras vidas, sino que además sois maravillosos.

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Yo tengo una regla que intento aplicar a la hora de conectarme a las redes sociales. Cuando alguien sube más de una foto de algo que está haciendo eso no es información, es ostentación (lo llamaremos la regla del brasli, palabra murciana que sirve para denominar a los calzoncillos paqueteros y que me sirve como metáfora de que se te marca el pijo). Habrá quien diga que lo de compartir nuestras fotos de las vacaciones no es nada nuevo, que los carruseles de diapositivas tienen ya sus años. Pero hay algo enfermizamente novedoso en el fenómeno, la competitividad. Cuanto antes, tenéis que dar a entender al mundo que vuestras vacaciones son grandiosas, fastidiar a los demás mediante un recochineo sutil. Aunque todo esté yendo fatal, siempre habrá algún filtro de Instagram para dar otra impresión.

Por eso he decidido sacarle partido a todo esto, tengo un plan perfecto. Me he convertido en uno de esos fotógrafos que está dispuesto a distorsionar lo que haga falta tu vida si así lo necesitas. No hay nada más representativo de nuestro tiempo que una iniciativa como a la que ahora pertenezco, acompañarte en tus viajes y prometerte que se publicarán en tus redes sociales, cada día, las fotos más chachipiruli sobre tu aventura. Así ahora te podrás tocar las narices a dos manos mientras yo dejo todos los megapíxeles bien ordenados. No temas, si quieres que tus selfies sigan pareciéndolo, sólo tendrás que acercar el brazo hasta mi pepino, lo tengo todo pensado. Ahora hasta me estoy especializando en nutscapes de esos.

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Lo más cínico es que nos lo podíamos haber ahorrado todo. Cada recuerdo, con el tiempo, se acaba distorsionando y casi siempre prevalecen las interpretaciones más positivas. Los recuerdos no dejan de ser ilusiones de lo que realmente acontece. Aunque tuvierais  fotos más insulsas, menos impactantes, menos ostentosas, al final de vuestra vida tendréis sólo ilusiones en vuestro interior. En vuestra visita a la abuela, la del selfie, quizá estuvisteis viendo fotos antiguas sacadas de una caja de hojalata. Ahora pensad en la cara de vuestros nietos y lo que se van a descojonar cuando dentro de unos años les enseñéis vuestra cuenta de Instagram y de Facebook, con miles de selfies, pies en el agua, mojitos, platos de comida y demás. Esa foto, la de la cara de vuestros nietos, sí que quiero que la subáis a la redes sociales, la estaré esperando mientras ignoro todas las demás.

 

Por cierto, para terminar. Últimamente me siento más reconciliado con los fotógrafos contemporáneos. Les agradezco mucho, de corazón, que publiquen fotos de aseos públicos. A veces uno necesita saber que hay otras personas a las que, como a mí, tampoco les pasa nada interesante en la vida.

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