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¡Cienojeteees!

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Nada. Que no podemos con ellos. Por más que lo intentamos… Me explicaré:

Conocí a mi colega Nacho Canon en un taller de un fotógrafo cojonudo. Es que ahora mismo no recuerdo su nombre… Pero sí recuerdo sus fotazas en HDR. ¡Acojonantes! Aunque yo soy de Nikon, me llamó la atención el peazo de pepino Canon que llevaba Nacho. Una auténtica joya tecnológica. ¡Qué pasada! Enseguida hicimos buenas migas hablando de nuestras cosas: de objetivos, de las últimas réflex, de la doceava  edición del  libro de Mellado, del Photoshop, etc.

Fue Nacho quien me informó que había en Murcia una especie de colectivo o asociación que se estaba moviendo mucho. Los de Cienojos. Y que ahora mismo esa gente manda romana. Es decir: que son los que saben por donde van los tiros en esto de la fotografía moderna. Y los dos dijimos que teníamos que ser como ellos. Entrar ahí como fuera.

Pero por más que asistimos a sus actividades y talleres (por cierto, ¡¿para cuando uno con Mellado?!), no nos admiten. Y mira que nos hemos dejado bigotito, fumamos de liar, nos ponemos camisetas indies, etc. Hasta hemos llegado a cambiar nuestras mochilas por bolsas del Juanan. ¡Pero no hay manera! No nos dejan porque se ve que son un círculo muy cerrado de gente moderna.

Asi que nos hemos armado de valor y hemos decidido hacer un blog, para hablar de nuestras cosas. Desde hoy despega al universo fotográfico… ¡Cienojeteees!

 



Antoine D’Agata se pasa al HDR

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Catedral de Murcia por Luis Tragaluz

Bueno, bueno. Me estreno en el blog con un notición que va a poner patas arriba el mundo de la Fotografía. Según fuentes muy fiables, el bueno de Antoine D’Agata, uno de los fotógrafos más reconocidos internacionalmente por su extrema implicación en sus proyectos fotográficos, ha decidido por fin pasarse al HDR (High Dynamic Range). ¡Pues ya era hora!

Miembro de la Agencia Magnum, D’Agata (¡Ojete, no confundir con Ruiz de la Prada!) se había caracterizado hasta la fecha por un interés en temas como las adicciones, el sexo, las obsesiones personales, la prostitución y otros temas de esos espinosos, turbios y que tanto morbo le dan a muchos. Sin embargo, al parecer el propio fotógrafo ha confesado recientemente que ya estaba bastante harto de su vida de mala muerte. Todo indica que, tras pasar toda una mala noche acompañando a una prostituta por Murcia, acudió por la mañana a la catedral a la espera de encontrar respuesta a toda la depravación de la que había sido partícipe y testigo. El fotógrafo admite que fue para él como un chute encontrar una exposición de fotografías HDR en una de las capillas del templo, de la asociación regional Autofocus de 28 Puntos (incluimos una de las fotos de la exposición de Luis Tragaluz).

El marsellés se quedó impresionado con esas fotacas y se le vino abajo todo el andamiaje conceptual que tenía armado en su cabeza hasta el momento.  Yo le había leído una entrevista en la que defendía que el mundo no está hecho de lo que vemos (esto no lo entendí muy bien, la verdad), sino de lo que hacemos, y había menospreciado la simple cuestión estética en sus fotos. Pues ahora dice sentirse “trastornado” por las posibilidades de la técnica digital. Afirma que no puede resistirse, tras aplicar un buen retoque con mucho HDR, “a la belleza de las luces de las velas encendidas en los altares de las iglesias, a los detalles de la madera en los bancos, a los reflejos en los suelos de mármol“. El nuevo libro que va a sacar me lo pillo fijo. Tendrá de título Illuminatia y  recoge los interiores de las principales iglesias de Palencia.

Antoine D'Agata - Stigma

Antoine D’Agata – Stigma

Es más, yo creo que se va a dejar la Agencia Magnum para dedicarse a revisitar en exclusiva todo su archivo fotográfico con el fin de pasar a HDR varias de sus fotografías que hasta ahora se consideraban grandes. En el fondo él sabe que muchas de ellas carecían de detalle y le habían salido un poco movidas, pero seguro que las mejora un huevo con la ayuda de la que, para muchos, es la técnica definitiva (la imagen de la derecha se puede quedar guapa guapa con el CS6). Lo que sí ha trascendido es que seguirá, eso sí, fiel a su idea de la inconsciencia como medio único para llegar a la verdad en sus fotografías.


El nuevo look de Spottorno

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Spottorno antes, con barba y gafapasta

En el post inaugural comentaba que tanto Nacho como yo estamos intentando hacernos con un look modernillo, más concertual si es posible, acorde a los nuevos tiempos que nos llegan. Si queremos ser modernos, hay que serlo por completo. No nos la podemos coger con papel de fumar. Está claro.

Ahí está el ejemplo en el afamado Spottorno. Yo no le conocía, pero un enterado en esto me dijo un día en el bar que era una referencia obligada. Sí; este hombre se ha hecho tan popular en el mundillo fotográfico que a ver quien tiene cojones a no leer lo que dice. De hecho hemos decidido publicar los martes porque él tiene mucho “share” los lunes. Y dos cosas: queremos tener una audiencia aceptable y no queremos tampoco quitarle lectores a él, claro.

Bueno. Pues a punto ya de dar el brinco al videoarte realizado con iphone, este fotógrafo y repensador de la fotografía también ha decidido dar otro salto adelante en su aspecto, dotándose de una imagen más a la moda, más vintage, más poppy; en definitiva, más chachi-piruli. Y si no comprobad por vosotros mismos. Mirad como se parece a uno de los iconos culturales de nuestro tiempo, otro que marca tendencias: el humorista Joaquín Reyes. ¿A que sí?

Reyes y Spottorno ahora. Bigotito y gafapasta nueva


Nueva EOS 5D Mark VI con corrección automática de fEOS

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Corrección de fEOS

Demostración de la corrección de fEOS

Ya llevaba un tiempo oyendo rumores sobre esto, pero ahora fuentes muy fiables me dan la primicia (si pudiera ver por un agujerico a los de Canonistas). Ya está aquí la nueva línea de sensores de Canon Only Beauty, y me han chivado que el nuevo modelo EOS 5D Mark VI será el primero en incluir la nueva funcionalidad de Corrección de fEOS. Tiene un sensor de formato completo de 400 megapíxeles, con procesador de imágenes FLIPIC 8+ que garantiza cielos azules. Los 150 puntos de enfoque aseguran nitidez extrema incluso aunque el objeto de interés no aparezca en el visor, puesto que algunos de ellos están incorporados en la nuca del fotógrafo.

Sin embargo, lo que a mí me deja todo loco son los distintos modos de lo que Canon ha venido a denominar Corrección de fEOS. El primero de ellos consiste en un desenfoque selectivo de los sujetos más feos de la imagen, de tal forma que parezcan estar situados claramente en un plano posterior o anterior al resto de elementos. La segunda técnica, no apta para ser empleada por menores de 12 años, consiste en el reencuadre agresivo. La cámara pega un meneo violento y evita que el sujeto más feo aparezca dentro del encuadre, sugiriendo una composición alternativa en la que priman las flores y los gatitos. La tercera técnica consiste en la sub-exposición o sobre-exposición del sujeto incómodo. Por último, se incluye un modo de clonación de la persona más guapa que aparezca en el encuadre, suplantando así la cara y todas aquellas partes del cuerpo incómodas de ver.

Me han pasado una muestra de todas estas posibilidades (la imagen que ilustra esta entrada) y como podéis comprobar el resultado es inmejorable, los retoques son tan sutiles que cuesta mucho trabajo darse cuenta de que la máquina te la está metiendo doblada. Yo me he puesto a pensar qué distinto habría sido el trabajo de Diane Arbus si hubiera podido contar con este cacharro, igual hasta podría haber hecho moda.

Una última característica que merece la pena mencionar acerca de este nuevo modelo es su chasis desplegable (hasta triplica su tamaño), con el fin de que podáis jugar a ver quién la tiene más grande.


Mi primer visionado. ¡Qué decepción! (1ª parte)

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Estoy frito, de verdad.  Muy tocado. Muy jodido. Os cuento, queridos:

Hace unas semanas decidí apuntarme a un taller fotográfico de esos de reflexión personal. En realidad yo ya he hecho muchos cursos, pero todos técnicos: del fotochop, del lairum, de iluminación, de manejo de réflex, de HDR, de desnudo (jeje, estos me gustan mucho, vaya, porque normalmente las modelos… ¡tela!)

Pero ya sabéis que tanto Nacho como yo hemos decidido ser modernos. Y claro. Hace falta un taller de esos en los cuales te enseñan a ser profundo, ¡a creaaaar!

El taller llevaba por nombre: Fotointrospección creativa. Vaya títulín, ¿eh? La primera vez que lo leí me quedé traspuesto. Me sonaba a chinorris. Pero un amigo lo había hecho y me dijo: “¡Corre ves, hombre, que ya verás como te gusta y aprendes! Yo soy otro desde que lo hice…”. Así que me animé a ir sin saber bien a qué iba y a pesar de los 200 pavos que costaba y de que era en Madrid. Pero, ¡vaya si aprendí! Que para nada me ha dolido gastarme los dineros (taller + viaje + pensión piojosa + comidas + cubatas, esto último no lo perdono) ¡Qué va! ¡Deseando estoy de hacer otro, coño!

Una de las cosas que había que llevar era un porfolio. Y especificaba que en papel. Pregunté a varios qué era eso y me dijeron que no era más que una serie de fotos. ¡Joder, ¿qué tontá es esa de llevar fotos en papel?! Eso, queridos, ya no se lleva. Creedme: lo que es necesario es un buen disco duro. Yo tengo uno de 9 teragigabytes y ya está casi petao de fotos que veo de miedo en mi pantalla amoled de 40 pulgadas de eslora.

Tras hacer el taller os tengo reconocer que me he quedado con la sensación de que me la han metido doblá. ¿Por qué? Amiguitos, sin mas dilación paso a contaros como transcurrió un taller de fotografía que duraba 14 horas (una tarde y un día completo):

PRIMER DÍA DEL TALLER

A las 16:00 estábamos citados con el profesor. Entre que la peña llega tarde y él también, hasta las 16:30 no empezamos. Pero es que lo primero que hace el experto es poner música (se tira un rato buscándola en el espotifai) y decir que hay por ahí disponible una cafetera malucha. Esa máquina durante todo el curso le va a ayudar a perder/ganar tiempo. La peña empieza a echarse cafés, tes e infusiones ¡porque son gratis!. Aquí llegó mi primera decepción, porque yo me esperaba encontrar un público mayoritariamente femenino y aquello parecía un campo de nabos, señores. Mal panorama para arrimar la cebolleta…

17:15. El profe nos habla de su trayectoria, de lo que ha hecho y va a hacer. Me quedo flipado con su C.V. Lo que no dice ni enseña es la cámara que tiene. A mí eso sí que me interesaba. Pero seguro que es una Hasselblad o incluso ya tendrá la Eos 5d Mark VI de la que hablamos la semana pasada… A todo esto, entra uno en la sala que dice que es el coordinador del curso y vuelve a presentar al que se presentó solo antes. Pasa lista y después de decir que hay una biblioteca de libros de fotos por ahí para ojear, se va al fin muy contento con cara de dólar.

18:00. No se le ocurre otra cosa al profesor que ponernos en corro y que digamos quienes somos, por qué hemos decidido hacer el taller, etc. Asi que la peña empieza a enrollarse y uno hasta casi llora. Yo sigo con mucha atención todo lo que dice la gente, ya que todos tienen unas vidas interensantísimas y las motivaciones son diversas. Todas las explicaciones van siendo comentadas por nuestro enrollado profesor. Terminada la ronda de presentaciones de gente que no veré más en mi puñetera vida, el maestro propone hacer una pausa.

19:00. Es hora de hacer el kit-kat. Más cafés para la peña, que aprovecha para hacer aguas menores y mayores. Y como sólo hay un váter, pues más tiempo a la suma. Me tomo un café bien cargado porque tengo sueño.

19:45. El tío enseña unas series de fotos suyas. Que si ésta la hizo en Ucrania, que aquella son retratos de su abuela de Cuenca… También saca unos libros. Como tiene rollo y entre que fotos y libros tienen que ir pasando de mano en mano se hace la…

20:45. …hora de acabar. “Bueno. Esto termina a las nueve y con la hora que es pues no vamos a empezar con lo siguiente y dejarlo a medio. ¡Zagales, nos vemos mañana! No olvidéis traer vuestras cámaras y los porfolios quienes lo hayáis traído. En pendrive o en papel, como queráis”  Pero, ¿no era obligatorio en papel? ¡Cagüen!

En fin. Me marcho en solitario del sitio, no sin antes guiñarle un ojo a la guapa del curso en el ascensor, y vago por las aceras intentando asimilar todo lo aprendido. En la próxima entrega os cuento el 2º día, en el que enseño mis fotos y…


Ricky Dávila sufre un accidente de pirotecnia visual

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Foto afectada por la pirotecnia visual

Lamento comunicar dos malas noticias. La primera es que Ni Con no se encuentra preparado todavía para hablar del visionado de su porfolio. Si hay algo que distingue a Ni Con de todos los demás es el calibre de sus traumas, un desgarro recurrente que crea territorios de oscuridad.

El segundo suceso es más dramático incluso. El bueno de Ricky Dávila ha sufrido un accidente de pirotecnia visual en el universo paralelo de Unza. Los acontecimientos son todavía pretendidamente confusos, creando un ovillo narrativo que alimenta de dudas a quien intenta desgranar la esencia de lo que sucedió. Al parecer, durante su búsqueda de nuevos territorios con los que podernos hacer cómplices de sus sueños, y mientras estaba subido en su andamiaje conceptual, cerró demasiado los negros de sus fotografías y se produjo un tremendo artificio detectable en sus tomas, precipitándose al abismo de lo pueril. De pronto, en la región de Unza los cielos se tornaron bíblicos (allí normalmente el cielo no cambia mucho) y aquellas instantáneas antes tan llenas de territorios compartidos dieron lugar a tratamientos torticeros y de mal gusto, más propios de un claro engolosinamiento con lo digital.

Muy probablemente el suceso ocurrió en el transcurso de una de sus sesiones de aparente descuido y primitivismo, tras llevar horas fotocopiando y rompiendo fotografías con el fin de alimentar las dudas y obsesionar su discurso. Él mismo reconoce que la mirada se le distrae muy fácil y quizá eso pudo causar el desafortunado incidente.

Otros apuntan a que todo pudo ser debido a una infección por vía sanguínea. Ricky ha reconocido en varias ocasiones que él adopta en los talleres la pretendida postura del maestro, pero en realidad les chupa la sangre a sus alumnos y encima queda bien. Es probable que su alma visual quedara contaminada con la estética artificiosa de un alumno que tuvo durante un taller reciente, un fanático de la fotografía digital de altísima calidad. Esto lo hubiera podido evitar si hubiera reflexionado algo más acerca de sus propias palabras. Él mismo piensa que nunca ha habido tanto fotógrafo tan bueno… ni tan malo, ojo. Pues uno malo le tenía que acabar tocando, no se puede tener un problema de incontinencia absoluta a la hora de chupar sangre porque los escenarios irreflexivos conducen a poéticas de difícil solución.

Bueno, yo ya lo dejo por hoy, me voy a hacer fotos de atardeceres para subirlas al instagram y conseguir muchos favoritos. Ricky diría que asocio demasiado mi fotografía al éxito, lo cual no es más que un engaño que se vale de mi vanidad. Y también diría que no debo buscar el aplauso de los demás, sino su inteligencia. Igual lleva razón, pero es que no le entiendo cuando habla.


Mi primer visionado. ¡Qué decepción! (2ª parte)

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Pues seguimos hoy con el SEGUNDO DÍA DE TALLER. Y ÚLTIMO, A DIOS GRACIAS.

Empezamos la mañana con un repaso de la obra del autor. Yo no conocía de nada al insigne, pero muchos comentaron que estaban allí porque era un cerebro en esto de la fotografía; lo admiraban. Asi que maldita la gracia que les hizo ver como el profe se iba a limitar durante un par de horas a proyectar su obra.

Una vez puestos en faena el cañon laser no funcionaba. ¡Oh novedad! Salió muy decidido a intentar resolver el tema uno de los alumnos, que dijo que entendía de eso un poco. Y tan poco: lo estropeó aun más. Llamaron al informático de la empresa. Pero, ¡oh novedad! Estaba desayunando fuera. Mientras llegaba el teeernicooo, el profesor en vez de avanzar materia se dedicó a chismorrear y hasta contó un par de chistes. ¡Qué graciosete el amigo! Mientras, la máquina de los cafés echaba humo. ¡Os recuerdo que eran gratis y estamos en España!

Finalmente el proyector quedó operativo y ahí que empezó el experto a poner fotos suyas. Lo que más decía era dónde las hizo, pero de cómos y porqués, poquito. Poco que ver con el título del curso que os recuerdo era: Fotoinstrospección creativa. Como puso tantas fotos, su tono de voz era monótono, la sala estaba a oscuras y era una hora difícil -la de la siesta del borrego-, yo no pude evitarlo y acabé cayendo en un pesado sopor aumentado por los movimientos hipnótico-pendulares de uno de los asistentes:

¡El hombre yoyó! Curioso fue descubrir que respecto a todo lo que decía el maestro entre el público había críticos exacerbados (pero de pasillo, ninguno se atrevía a decirlo a la cara) y admiradores natos. Entre éstos últimos destacó el que apodé de aquesta manera. A este notas, todo lo que decía el erudito le parecía estupendo; y lo demostraba con movimientos ostensivos y asertivos de cabeza como si fuera un perrito de esos de luna trasera de seat 600 ó 127. No paraba. ¡Qué musculatura cervical! ¡Admirable el hombre yoyó!

Una brusca cabezada me despertó y al poco se levantó la sesión pues era hora de comer. Después de hacerlo en un restaurante donde profesor y coordinador papearon por la patilla, salimos un rato a la calle a hacer fotos. Ahora sí que el profesor explicó que teníamos que crear desde nuestro interior. Nos dijo que dejáramos fluir nuestra creatividad de dentro pa fuera. Nos comentó un par de trucos fáciles (contraluces, barridos, etc) y comenzó a accionar su obturador de forma compulsiva. Aunque tonto no era y casi siempre apuntaba, haciendo unos picados y contrapicados espectaculares, a la guapa del curso. Se perdió por una calle diciéndonos que en dos horas nos veíamos en el aula. Para mí que se fue a dormir la siesta después de la tripá que se dio.

Yo me llevé mi réflex y mi mejor pepino para sorprender a la guapa del curso, pero de poco sirvió. Sí que cuando lo saqué de mi mochila profesional la muchacha mostró sorpresa y admiración al ver el tamaño, pero desgraciadamente un argentino zalamero la acabó engatusando.

De vuelta a clase nuestro instructor echó un vistazo directamente a las pantallitas de las cámaras, pero no dió tiempo a casi nada. Se detuvo especialmente con el hombre yoyó -no lograba zafarse de él- y con la guapa -con ésta de buen agrado-. Yo, que estaba deseando ver las fotos que había hecho él, le pedí que me las enseñara; pero comentó que él llevaba película triequis en su Leica M6. ¡Pero si eso ya no se lleva, hombre! Claro que así se ahorra demostrar que sabe hacer fotos…

Llegaba la hora del visionado. Sólo dos nos llevamos fotos en papel. Ya os comenté como me la dieron en la 1ª parte. Y no sé por qué los del papel se quedan para los últimos siempre. La mitad de los alumnos no llevaron nada y los otros se llevaron fotos en un pen-drive.

A mi me dejaron el último, cuando ya el visionador tenía la cabeza como un bombo de tanto ver imágenes. Se le notaba cansado y yo, con eso de quedarme para el final, estaba muy nervioso, temblando. “¡Venga, ¿a qué esperas?! ¡Pon tus fotos encima de la mesa!” Llevé fotos en color a tamaño 9×13 pegadas sobre cartulina gorda, como me recomendó uno. Unas 30 fotos de un viaje de grupo muy chuli a la Riviera Maya, muy variadas: playas, puestas de sol con palmeras, pirámides, gente… Pero al hombre pareció no gustarle nada y comenzó a gritar que qué era eso, que eran muchas fotos y que no veía tema. Y cada vez más nervioso comenzó a apartar fotos a manotazos de la mesa diciendo “¡Esto sobra! ¡Sobra! ¡Sooobraaa! ¡Fueeraaa!” Vino a ser una cosa parecida a lo que ocurre en el minuto 1:55 y segundos siguientes de este video:


El momento culmen fue cuando, entre risas de mis ¿compañeros?, una fotografía salió proyectada en vuelo raso. En su trayectoria casi le da al argentino locuaz que desgraciadamente la esquivó ágilmente, para seguir su viaje hacia una ventana abierta, como en la escena de Mujeres al borde de un ataque de nervios. Era una foto preciosa de un mono araña y espero que no le diera a nadie en la cabeza, porque con el paspartú tenía que hacer pupita.

En fin. Se ensañó conmigo todo lo que quiso el señor experto que encima, al no ponerse guantes de algodón para manipular las fotos como procede, me las dejó llenas de huellas y deterioradas algunas por los manotazos. Quedé destrozado. Hasta he tenido que hacer terapia para elevar mi autoestima. Y ahora os hago una pregunta a todos: ¿Como se hace uno visionario de éstos? ¿Va por oposición? Parece que con poca cosa te llevas unos cuartos muy ricos a la cartera. Lo tengo decidido: ¡yo de mayor quiero ser visionario de porfolios!


Roland Barthes y las fotografías recortables

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Foto de William Klein con recorte sugerido

El otro día estuve en una conferencia de esas sobre fotografía de autor. Yo sabéis que soy más de la fotografía de alta calidad, pero hay que saber de todo para estar a la onda. Durante la presentación del fotógrafo por parte de una anciana que dijo ser catedrática de Historia del Arte (sabía tanto que la presentación duró más que la conferencia) hizo un par de referencias a un libro llamado “La cámara lúcida” de un tal Roland Barthes, un tipo que no era fotógrafo pero que escribió un texto que todo intelectual menciona de vez en cuando. Yo no me enteré mucho de lo que decía la presentadora sobre el libro (porque estaba tuiteando mientras tanto), pero me picó la curiosidad y me lo compré para tener algo de qué hablar en las conversaciones entre modernos.

La verdad es que cuando lo vi en la librería me alegré mucho, porque es un libro finito de pocas páginas y yo es que no tengo paciencia para leer mucho. Lleva fotos dentro, pero parecen fotocopias maluchas. No entiendo cómo se ponen tan pesados los repensadores de la fotografía con los fotolibros y el dichoso janemule, para luego alabar un libro con fotocopias.

El libro tiene cuatro conceptos básicos a los que le da un rollo que no veas. Que si algunas fotografías tienen un “no sé qué que qué sé yo” al que llama punctum, que si el resto están tomadas en un stadium (digo yo que habrá fotos tomadas en todos los sitios) y lo que más flipado me dejó: lo de las fotografías visitables y habitables. ¡Vaya tela con los calificativos! Al parecer las fotos visitables son esas que miras así como de reojillo, esas que te enseñan los fotógrafos emergentes sobre huertos urbanos y tú miras pensando “no sé por dónde cogerla”. Sin embargo, las fotografías habitables son aquellas que te tirarías horas mirando, como esos paisajes guapos llenos de colores, con su tratamiento por zonas y tal, de los que piensas “¡ahí tengo yo que ir a hacer fotos al amanecer, fijo!”. Lo de las fotografías habitables me parece un concepto impresionante, la verdad es que molaría que en el Flickr te dijeran que cada foto tuya tiene 500 vistas (los que solo visitan) y 40 okupas (la peña que la considera habitable). Igual lo meten en la próxima versión cuando lean mi post.

Pero yo a lo que voy. El tal Barthes se calentó la cabeza con lo de afotar, pero se le pasó por alto un tipo de categoría que para mí es la más evidente: las fotografías recortables. ¡Hombre, por Dios! Todo el mundo sabe que cuando estás mirando tus fotos en el laitrum siempre piensas “qué pena que se me haya colado este tío aquí”. Yo es lo que pienso al ver algunas fotos de William Klein. Me pasa con la del chaval de la pistola, que siempre me pregunto por qué no quitar al crio que está con esa cara de pasmao. Si aplicas el recorte que yo sugiero te queda una foto vertical que no veas, perfecta para decorarte un salón como con las fotacas esas que venden en el Ikea. O si no la otra que pongo aquí… una foto perfecta de una parejita si no fuera por el hombre ese que mira a cámara y encima está medio movido. ¡Estas son fotografías claramente recortables! Además, para respetar la terminología de Barthes le he puesto un recuadro a la foto en la que indico cómo recortarla siguiendo la línea de punctums.

La verdad es que, ahora que lo pienso, la idea de las fotos recortables ni siquiera es mía. Se lleva haciendo desde que existen las fotos en papel. Por ejemplo: que rompes con la novia, pues ahí tienes otro ejemplo perfecto de fotografía recortable.

En el fondo me ha molado esto de hacer reseñas literarias. Si me entero de otro libro de intelectuales os haré mi desertización sobre él.



La falta de color y la Escuela de Helsinki

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Iniciamos con esta entrega una nueva categoría en nuestro blog destinada a poner encima de la mesa, sin tapujos, lo que consideramos graves problemas de la fotografía contemporánea.

Hoy comenzamos con uno que lamentablemente es muy abundante en nuestros días: la falta de color en las imágenes. ¿O no es verdad, queridos? Hay una peligrosa tendencia a sacar imágenes descolorías, sin gracia. Las fotos parecen estar hechas con un carrete del año de Naranjito. Y lo que es peor: a acrecentar este problema se han dedicado algunos fotógrafos modernos. Cuando empecé a investigar un poco sobre esta cuestión en google, descubrí nombres nuevos para mí. “¡Los conocerán en su casa!”, me dije. Pero no: resultan que son reconocidos artistas. Le dije un par de nombres a uno de Cienojos y me explicó que eran de la Escuela de Helsinki. Yo entonces -tonto de mí- pensé: “¿Y qué tendrá que ver el colegio donde haya estudiado esta gente?” Pero es que resulta que en fotografía una escuela más o menos enmarca una tendencia de gente con estilos parecidos… ¡Vaya tela!

Como siempre quiero aprender y los libros de fotografía son muy caros, decidí ir a la biblioteca a ver si había alguno de la Escuela de Helsinki esa. El caso es que todos los fotolibros con esa estética que encontré parecían quemados por el sol; como si una buena solanera les hubiera comido la tinta. Pero voy más lejos, amigos. ¿No será que este movimiento empezó así porque la tinta de impresora es cara y para gastar menos imprimían en modo borrador? ¿Nos la metieron doblá estos listillos? ¡Lanzo mi hipótesis al aire!

Y es que una fotografía floja de color no transmite nada. ¿Qué podemos hacer cuando una foto nos sale con el color apagadete? Una solución es lo que hace una fotógrafa llamada Ouka Leela, de la que probablemente hablaremos más adelante en el blog, que pinta las fotos a mano, con acuarelas y tal. Lo que pasa es que esto lleva mucho tiempo. Para ir rápido el fotochop tiene una poderosa herramienta llamada saturación, que nos soluciona el problema en un plis plas. Que un atardecer nos sale con cielos poco cálidos: ¡saturación de los rojos y naranjas! Que los árboles salen un poco secos: ¡saturación de verdes! Que el cielo está contaminaducho: ¡dale caña a los azules! Es muy fácil. Yo aconsejo llevar el slide a valores mínimos de +40. Qué mejor que un par de ejemplos para que lo veáis claro:

Riitta Päiväläinen pertenece a la Escuela de Helsinki. Sus paisajes son muy fríos y no dicen nada. Además deja los cielos más blancos que una sábana. Saturando un poco y subexponiendo los cielos como bien nos enseña Mellado, la cosa cambia. Hasta la hierba queda tan verde que apetece echarse una siesta:

Erwin Olaf creo que no es de la citada escuela, pero tiene como los de ella la fea costumbre de dejar a la gente que retrata con la piel muy pajiza. Sus inmortalizados, en vez de parecer sanotes, se nos figuran personajes de la saga Crepúsculo; o de una película de Tim Burton. Mirad como mejora una foto suya con sólo saturarla un poquito:

¿Veis como ha mejorado el chiquillo? Ha pasado de asemejarse a un cadáver andante a estar más guapo que un don Juan. Podíamos haberle puesto un poco más hermoso, dándole un poco de volumen a la cara, porque creo que lo de comer no es lo suyo. Y también hacerle el bigote más velludo y varonil. Pero nos hemos limitado a darle un poco de color, que es de lo que estamos tratando, y hasta parece que ha ido a la playa y todo. Le hemos dejado la foto lista para ponerla en el badoo y buscarse novia.


Nace el fotobú-clú Hofmann

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Fotobú-clú Hofmann

Comparte tu fotolibro Hofmann

Por fin nos hemos animado a dar el paso. Aprovechando la popularidad de la que gozamos ahora en el ciberespacio, nos armamos de valor y lanzamos una nueva iniciativa en el mundillo fotográfico que seguro que será muy bien acogida por muchos de vosotros. Tenemos el placer de presentaros el nuevo fotobú–clú Hofmann (fcH).

Hemos captado la onda de que el tema ese de los fotolibros está pegando fuerte, que hay mucho moderno que no se deja un euro en un buen pepino de 200mm f1.8 pero que está dispuesto a aflojar la cartera si se trata de llevarse a casa un libro del que se han vendido 3 ejemplares y que tiene las fotos emborronadas. Así que lo que primero pensamos Ni Con y yo fue en organizar un sarao de esos en los que la gente lleva sus fotolibros más preciados, hablan cansinamente sobre ellos y sueltan frases de Barthes cada dos por tres. Lo que pasa es que eso es ya muy vulgar, le llaman Photobook Club, y lo hacen en todo el mundo. Hasta en España hay varias ciudades en las que se ha puesto de moda, como Madrid, Barcelona o Murcia (lo que daría por escuchar cómo pronuncian en Murcia eso del PhotoBook Club, más de uno se tiene que haber atragantado ya al intentarlo). Es decir, que está todo el pescao ya vendido, ahí no vamos a rascar nada. Fue así como comprendimos que tenemos que movilizar a otro tipo de público, a los que sí que tienen auténticas joyas fotográficas en su casa.

Efectivamente, estamos hablando de esos entusiastas de la fotografía que siguiendo su impulso creativo han dado a luz sus propios fotolibros Hofmann. El fotobú-clú Hofmann (fcH) es un foro en el cual poder enseñar vuestras creaciones al resto de los asistentes e iniciar un interesante diálogo en torno a vuestras fotos más potentes. ¿Por qué hablar de fotos que no habéis hecho vosotros,  en las que aparece gente que no conocéis de nada ni vais a ver en toda vuestra vida y de las que no tenéis ni los datos EXIF? En nuestras tertulias fcH podréis contar con pelos y señales cómo sacasteis esas fotos de las pirámides de Egipto a pleno sol de mediodía, podréis presumir de la cantidad de fotos de “yo delante de” que tenéis por todo el mundo, o podréis compartir las anécdotas sobre esa pareja tan maja de Teruel que conocisteis en el viaje a la Riviera Maya. Y es que donde se ponga un libro Hofmann de esos en los que aparecen 400 imágenes, con páginas que tienen hasta 25 fotos encajadas a presión, que se quiten los libros de autor con fotos pegadas a mano.

Además, durante las sesiones del fcH intentaremos contar con expertos que puedan guiar a los asistentes en la elaboración de sus propios fotolibros, auténticos expertos de la edición que manejan las plantillas de motivos navideños con gran virtuosismo.  Nuestro objetivo es que todos vayáis mejorando vuestra capacidad de asombrar a amigos y familiares con vuestras ediciones fotográficas, convertiros en el centro de atención de las cenas de amigos en casa, conseguir un ambiente intelectual de altas cotas, digno de ser rematado por una partida a la Wii como Dios manda.

Próximamente anunciaremos la fecha y el lugar de nuestro primer fcH. Mientras tanto, os recuerdo que el software de Hofmann tiene el “Modo Moderno” para generar fotolibros conceptuales, una herramienta automática que de las 400 fotacas que metáis se queda con las 40 más borrosas e insulsas y os las manda a imprimir en hojas manchadas de café, encuadernadas mediante gusanillo. Así podéis pasaros por los PhotoBook Club mientras que ponemos lo nuestro en marcha.


Sobre como fotografiar niños y una imperdonable ausencia en GetxoPhoto

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En el post anterior hablamos de la mejor manera de hacernos un fotolibro con nuestras fotos más sentidas, que son sin duda las familiares. Y dentro de éstas, las de niños.

No entiendo como alguien puede comprar libros de autores como Sally Mann, que encima publica en blanco y negro. Con la alegría que dan unos buenos colores un poco saturadillos. ¿Qué es eso de comprar un libro con insulsas fotos cotidianas en las que no aparece nadie conocido? ¿O con dramáticas y ajenas historias personales? ¿Eso pa qué?grandazo

En este orden de cosas, y a sabiendas de que llega la Navidad, os recuerdo que ya es hora de ir preparando los calendarios del año nuevo con vuestras fotos más entrañables. Y como quedan preciosos estos almanaques es con fotos de niñitos.

Es todo un arte fotografiar pequeñajos ya que dan mucha tabarra a veces. No se están quietos y hay que estar atentísimos, pendientes de captar el mejor gesto o sonrisa de la criatura, para que de esta forma nuestro calendario quede impecable. Recomiendo por ello el disparo a ráfagas con vuestra mejor réflex digital, porque el efecto sonido metralleta con un buen pepino (teleobjetivo) a poca distancia de la cara del niño podrá provocar en él las expresiones más dispares y espontáneas.

Si hay una persona de la que podemos aprender mucho y que ha insuflado modernidad en el arte del retrato de bebés es la fotógrafa australiana Anne Geddes. En Cienojetes nos alzamos prestos en defensa de esta mujer que en ocasiones ha sido acusada injustamente de ñoña por almas insensibles, incapaces de captar la delicadeza de sus instantáneas. Bueno, lo de instantáneas es un decir, porque en muchas de sus mágicas imágenes los nenes aparecen dormiditos con incómodos utensilios y ropajes; y esto puede llevar tiempo. Es posible que los termine desesperando y finalmente se ensoñisquen, siendo éste el momento que aproveche nuestra avispada creadora para apretar el disparador.

gedcardNo hay que preocuparse por la  “tortura” a la que se somete al bebé. Él cuando sea mayor se emocionará viendo esas fotacas; nos lo agradecerá entre lágrimas y, quién sabe, quizás quiera repetir la experiencia como ya han hecho algunos; tanto ellos (véase el grandazo de la foto de cabecera) como ellas.

Y qué habilidad con el merchandaisin tiene la tía, que hasta hace tarjetas de crédito con sus evocadoras imágenes. Inocencia y dólares. ¡Grande la combinación!

Un aplauso a Mrs. Geddes. Pero un abucheo a Frank Kalero, que no estuvo listo en la pasada edición 2012 de GetxoPhoto (dedicada a la infancia) y se le pasó invitar a una artista de la talla de Anne. ¡¡¿Estamos en lo que estamos, señor Kalero?!! Si se le olvidó, el error es inaceptable. Y si es intencionado, no sé qué busca, no lo entiendo. No me gusta, no. Mal vamos en España con estas actitudes tan poco modernas…

Al menos lo bueno crea escuela. Y así,  se puede citar al fotógrafo-costurero Tom Arma, cuyos disfraces para niñitos ciertamente son una monería. Podéis vestir a vuestro nene de lo que queráis, porque tiene disfraces de todo. Pueden ser algo incómodos, pero seguro que en fiestas de cumpleaños, carnavales y, por qué no, por la calle y en el parque, seréis la envidia de todos vuestros amigos y vecinos. Destacar los modelos de niña/o mariposa-lobo, pulpo rosa, coral-pez tropical, chepudo-caracol, delfín amazónico y, por apropiado a las fechas venideras, el de árbol de Navidad.

Lo cierto es que los bebitos quedan tan lindos que están para comérselos. Y literalmente así lo hace esta bloguera. Fijaos qué galletitas-bebé tan apetitosas. En su última frase bien que nos lo advierte: “Porque no hay nada tan placentero como comerte la cabeza de un bebé hecho de azúcar…”. ¡Qué ternura la de esta mujer!

Las variaciones pueden ser múltiples. Y si no nos apetece fotografiar niños porque no los soportamos, siempre podemos fotear animales para hacer nuestro calendario al estilo Geddes con animalitos. ¡Que no pare esa creatividad!


La pesadilla McFlurry

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El motivo de la temblaera

El motivo de la temblaera

Hoy tengo que hablaros de algo que me pasó la otra noche. Aún alucino, fue completamente surrealista y yo lo achaco al proceso de plena efervescencia creativa por el que estoy pasando, ya que me brotan las ideas a cascoporro.

Esa tarde Ni Con y yo habíamos estado dando una vuelta por el monte, haciendo unas fotos impresionantes para sacarnos unas perrillas en el Getty (lo estamos petando). Era un día perfecto, con su cielo azul, el sol bajo en el horizonte, las nubes blancas. Todo estaba muy saturado de color y empezamos a comentar entre nosotros que era la tarde perfecta para sacar “fotos McFlurry”. Os explico, resulta que Ni Con y yo tenemos mucha jerga propia, expresiones que hemos ido consolidando con los años de convivencia. Aquí en Cienojetes de vez en cuando se nos escapan algunas (pepino, fotaca, visionario). Nosotros utilizamos la expresión “foto McFlurry” para referirnos a esas instantáneas en las que da igual que lo que estés fotografiando sea trascendental o insulso, lo importante es que tiene unos colores para fliparlo. En realidad la expresión proviene de nuestra admiración por el fotógrafo Steve McFlurry, ese hombre campechano de la Agencia Magnum que se hizo famoso con la foto de la niña afgana. Lo adoramos, tenemos devoción por él. Una vez asistimos a una conferencia suya, hora y media de profundidad conceptual. ¡Buaf! ¡Qué labia tiene, qué andamiaje conceptual! Era capaz de tirarse al menos diez segundos explicando cada foto, todas perfectamente hilvanadas y con un cuerpo simbólico realmente sólido en su conjunto. Ahora que lo pienso, tiene que ser impresionante la cena de Navidad de la Agencia Magnum, cuando se junten D’Agata y McFlurry para hablar de fotografía y terminen yéndose de copas juntos (de copas y lo que surja).

El caso es que, supongo que por habernos tirado la tarde con la tontería de la “foto McFlurry”, esa noche tuve un sueño extrañísimo, una auténtica pesadilla (aún me entran escalofríos cuando la rememoro). Imaginaos el locurón que les entró a mis neuronas en plena madrugada. ¡Soñé que McFlurry era el encargado de hacer las fotos del calendario Pirelli para el año 2013! Yo era uno de sus asistentes de iluminación y el buen hombre estaba ahí, delante de esas mujeres impresionantes, con su camarita, mirando por el visor pero incapaz de apretar el disparador de la temblaera que tenía en las manos. Total, que de pronto se le ocurre la genial idea de que se vistan todas, que no podía concentrarse viéndolas como sus madres las trajeron al mundo. Vamos, que se pone a hacerles las fotos vestidas (a un par de ellas hasta les tuvimos que poner un pañuelo en la cabeza porque no encontraba el encuadre apropiado sin pañuelo). Los asistentes le mirábamos atónitos, pensando que serían simplemente unas pruebas previas de iluminación antes de las fotos definitivas. Pues no. Resulta que el amigo McFlurry decide que este año las chicas salen tapaditas.

Justo en ese momento me teletransporto en espacio y tiempo, los sueños son así, y vuelvo a estar en mi casa unos meses más tarde. No paro de ver en las noticias que cada vez hay más accidentes de tráfico debidos a fallos mecánicos del coche, que la cifra de siniestrados no para de subir en 2013. Todas las hipótesis apuntan a un caso sin precedentes de depresión colectiva generalizada entre el gremio de los mecánicos de los talleres de automóviles. En pocas semanas, personas de todo el mundo dejan de utilizar sus vehículos particulares por miedo a tener accidentes y el transporte en bicicleta sufre un incremento sin precedentes. Las ciudades dejan de estar contaminadas, las nubes de polución desaparecen y el sol ilumina con todo su esplendor cualquier rincón del mundo urbano. De pronto las “fotos McFlurry” están en todas partes, los colores son siempre tan saturados y hermosos que la gente no puede soportar tanta belleza y tienen que taparse los ojos. Las almas más sensibles de este planeta enloquecen ante tal explosión de sublime esplendor ubicuo y los suicidios se disparan. Justo en ese momento, cuando siento que el color me asfixia irremediablemente, me despierto.

Las fotos McFlurry estaban en todas partes

Tremenda, la pesadilla fue increíblemente real y angustiosa. Fue muy surrealista, aunque sin llegar a la altura de aquella vez que soñé que Cristina García Rodero le hacía un reportaje tipo “¡Hola!” a Felipe y Letizia.


Carta a los Reyes Magos

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Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar:

Este año he sido muy bueno y además he trabajado mucho. He disparado a destajo y he llenado las tarjetas de fotacas. Por eso, antes de que se me haga tarde, os dejo con tiempo una lista de cosas que quiero que me traigáis y que me van a venir muy bien para ser un fotógrafo moderno. Quiero ser un artista de la imagen, un tío de esos que marcan tendencias, una referencia obligada, un mago moderno_fotogrdel HDR, un… un… ¡Me emociono, copón!

Lo que pasa es que no tengo claro aun qué estilo quiero tener. Tengo que definirme. Es que por un lado no puedo olvidarme de lo que he hecho hasta ahora; y por otro quiero mirar al futuro de frente y volverme moderno. No sé para dónde tirar.

Mientras me pienso este dilema que me asalta en cada siesta, os pido estas pocas cosas:

1. El último libro de Mellado, Fotografía de Alta Calidad. Y como él lo ofrece en su güeb: autografiado por él mismo. ¡Con un par! Hay que actualizar esas técnicas digitales, que en un cerrar de ojos se nos quedan obsoletas y se nos escapa el tren, señores.

2. Un fotolibro de un autor que se lleve mucho y a la vez algo “underground”. ¡Joder, qué cultureta estoy hecho! Por ejemplo, el de los astronautas de Cristina de Middel. Yo no entiendo muy bien de qué va, pero me han dicho que es imprescindible y además me trae recuerdos de una de mis pelis favoritas: El astronauta, con ese gran actor que fue Tony Leblanc. Bueno, Melchor: si no encuentras el libro, porque creo que se ha hecho objeto de culto y se lo quitan de las manos a los libreros, me traes el divedé de la peli, que me parto el ojete con ella.

astronau_cienojetes

El afronauta de Middel y el hispanauta de Leblanc

3. Un pepino de los buenos, para mi réflex fuck-frame. De los que acercan mucho. Si no está estabilizado, me traéis además este super-estabilizador, muy apañao para hacer street-photography. Gaspar: ¡No te olvides que yo soy de Nikon! ¡Canon caca! Uyuyuy, menudo cabreo se va a pillar Nacho… ;)

4. Una cámara digital compacta de las buenas, de esas con aspecto retro. Muy útil para ir a los saraos que van los modernos: talleres de autor, visionados, fotoclús, charletas, etc. Ellos las llevan mucho. Por favor, Melchor: no te equivoques y le eches mano a una de carrete de segunda mano, que eso no es práctico. Que tenga raw, ¿eh? Esta iría bien, por ejemplo.

5. Para mi nueva novia (llevamos un mes, jeje), me gustaría que le dejárais esta cámara de Hello Kitty. Una cucada:

camara kitty

6. A Baltasar le pido un hide de camuflaje, para ir al campo con mis colegas a fotear y a hacer picnic. Así podré hacerle fotos con el pepino a todo bicho que aparezca. La especie del animal la verdad es que me importa poco. Yo no soy biólogo. Lo que quiero es que queden unas fotazas que sean la envidia de todos los fotógrafos de naturaleza.

De la web fotosnaturaleza.es

7. Este chaleco fotográfico estilo reportero.

8. Una bolsa del Juanan para ir a los saraos antes mencionados y, si podéis, una de sus cajas de luz para mi chorvi. Yo no sé dónde querrá poner ese trasto, que además lleva una foto revelada a la antigua usanza o polaroids. No paro de decirle que es mejor un marco digital y además se lo llenaría de fotos mías con colores alegres, no como las negruzas de ese. Pero ¡qué le voy a hacer! A ella le encantan y si quiero…

9. Un ipad. Algunos me dicen que es demasiado pequeño para teclear, pero yo no soy de escribir mucho, la verdad. Gaspar: no se te ocurra traerme una tablet con android. Yo quiero el del pero mordío, porque me he dado cuenta que todos los modernos son adictos a apple. En cuanto van a dar una charla y sacan su macbookpro o su ipad, un aura electromagnética les rodea y la audiencia se queda boquiabierta digan lo que digan. Lo usaré para ir enseñando porfolios y proyectos en los saraos y presumir delante de los amigos. Además con él también se pueden hacer fotos y su tamaño viene bien para dar capones.

le

10. Un taller de autor que me enseñe a reflexionar sobre los procesos creativos. Que me ayude a crear sin parar. Pero por favor, a los tres os lo pido: que el visionario no sea muy riguroso, no sea que recaiga del bajonazo que cogí tras mi primer y último visionado.

11. Una tarjeta de memoria ultrarápida, para disparar sin parar, con el botón apretao un buen rato; y que tenga muchas gigas para que le quepan muchas fotos. Es que las lleno enseguida, joel.

12. El calendario Pirelli 2013 de Steve McFlurry, del que habló Nacho en la entrada anterior, y que tiene esas imágenes estilo HDR que me molan tanto. Este hombre se ha superado a sí mismo. Y si aun quedan y no es mucha molestia, el del año 2009, que me ponía burrísimo.

pirelli calendar 2009


I Concurso Fotográfico Cienojetes

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I Concurso Fotográfico Cienojetes

Hemos estado pensando que durante estos días disponéis de más tiempo para fotografiar, pero seguramente os cuesta encontrar el tema, un proyecto fotográfico con el que sentirse realmente implicado. Por eso, desde Cienojetes, en un día tan especial como el de hoy, queremos haceros partícipes de nuestro primer Concurso Fotográfico Cienojetes, en el que el tema central serán los mendigos.

Vaaaale. No somos muy originales con esto, es verdad. Lo cierto es que ya se nos han adelantado algunas personas en el foro de Canonistas (ver aquí), o en el de Leicanistas (ver aquí) o muchos grupos de Flickr (como éste). ¡Pero es que es un tema cojonudo, os lo aseguramos!

Estos días, que salís mucho a la calle a realizar las compras navideñas seguro que os encontráis a muchos de ellos, casi en cualquier esquina, por lo que es un motivo fotográfico fácilmente accesible. ¿Cómo resistirse a robarle una fotillo a esa gente, aunque sea con el móvil? ¡Es que son tan fotogénicos! Si no quieren salir pues que no se pongan. En cuanto se descuiden, ¡placa, placa! Desde lejos, si puede ser con un teleobjetivo, soltáis una ráfaga y luego le aplicáis un buen procesado agresivo con el photoshop para darle más dramatismo por si no da mucha pena así a primera vista (que algunos no parecen mendigos). Y si son mendigos internacionales mucho mejor, que se note que habéis viajado por ahí con vuestras cámaras de alta gama para triunfar en concursos como este.

Mirad, las bases del concurso no las tenemos muy claras, porque es la primera vez que organizamos un tinglao como este. Pero básicamente las vamos a copiar de alguno que ya exista, de esos en los que nos podemos quedar con vuestras fotos después para hacer negocietes. Igual se nos echan encima los pesados de Stop Cláusulas Abusivas a los Fotógrafos o los de @noconmisfotos, pero si tantos organismos lo hacen será porque es lo que se lleva.

No hace falta que presentéis ningún texto sesudo sobre la exclusión social, la crisis o cosas por el estilo. Nada de implicaros en plan trinchera como dice Spottorno. En los foros en los que nos hemos inspirado para nuestro concurso no se le pide a la gente que utilice sus imágenes para denunciar situaciones precarias o indignas, sólo se piden unas buenas fotacas. Así que no vayáis a soltarnos un rollo sociológico o a saberos el nombre de los fotografiados, que eso sólo le interesa a unos pocos. Eso sí, los EXIF hay que ponerlos, el que no los ponga queda descalificado en el acto.

Os dejamos algunas recomendaciones básicas para que vuestras posibilidades de éxito aumenten:

  • Podéis poner a la fotografía un título impactante, algo así como “Viejo palomero” o “Dame argo
  • Si la persona que aparece en la foto os pilló y se sintió molesta entonces eso da más puntos. Contádnoslo, estamos deseando conocer esos detalles.
  • Cuanto más de lejos esté hecha más puntúa. Nada de acercarse, lo importante es usar un buen pepino de 500mm para robarlas sin que se enteren, que además te desenfoca mucho el fondo y queda guapísimo.
  • Procurad no echarle todos la foto al mismo mendigo, aunque sea muy fotogénico. Si recibimos muchas fotos del mismo mendigo entonces no seréis originales a no ser que alguno de vosotros le haya metido un buen HDR.

Para acrecentar la motivación y la creatividad, os dejamos aquí escrita la primera estrofa de la Canción de Navidad de Silvio Rodríguez, a la que nos hemos tomado la pequeña licencia de modificar sólo una de sus palabras, para que encaje en los propósitos del certamen:

“El fin de año huele a compras,

enhorabuenas y postales

con votos de renovación.

Y yo qué sé del otro mundo

que pide vida en los portales.

Me doy a hacer una fotaca.”

Ya anunciaremos quiénes son los honrosísimos ganadores para que puedan contárselo a todos sus familiares y amigos. ¡Ánimo y a fotear, campeones!

El equipo de Cienojetes


Mi cuñado quería ser fotógrafo

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Universos paralelos

Universos pirotécnico y trascendental

Mi cuñado tenía un nuevo propósito de año nuevo: quería ser fotógrafo. Como tenía éxito en el Instagram con sus fotos de comida y de aparcamientos vacíos se planteó la posibilidad de comprarse una cámara nueva. Vino a pedirme consejo y fue entonces cuando se lió la gorda.

Cuñao, le dije yo, en esto de la fotografía hay un camino que se bifurca y que nunca más vuelve a unirse. La primera decisión no es sobre la cámara que quieres comprarte, sino en cuál de los dos universos quieres habitar, puesto que son paralelos y nunca se tocan.

Hay un universo, al que podemos llamar universo pirotécnico, en el que habitan todos los amantes de la técnica fotográfica y de la tecnología. Aman a sus cámaras, sus objetivos, sus flashes, sus accesorios y sus foros de Internet por encima de todas las cosas. En él siempre tendrás la sensación de que tu cámara ya se ha quedado anticuada, que tu objetivo nunca abre lo suficiente, que el zoom nunca acerca lo que querrías, que el filtro de densidad neutra podría ser más neutral. Es posible que acabes empeñando los ahorros de tus hijos con el fin de no dar mala imfotografo-suelopresión en las quedadas fotográficas. Porque una cosa has de saber, en ese mundo se fotografía a menudo en grupo, en manada se podría decir, una pugna por ver quién se tira al suelo en la postura más difícil con el fin de tener el encuadre más artificioso posible. Por cierto, otra cosa para la que tendrás que ahorrar es para el viaje de rigor a Islandia. Es inconcebible no haber gastado 10 tarjetas de memoria en Islandia o no haber fotografiado playas del norte de España al amanecer, serías un don nadie. Guarda también algo de pasta para los talleres de iluminación con modelos.

Y luego la fotos hay que subirlas corriendo al Flickr o al 500px, para que todo el mundo pueda decirte que eres la releche. Hay que reconocer que se apoyan mucho entre sí, casi cualquier foto que eches te dirán que es “genial”, “estupenda”, “bonitos colores”, “fenomenal blanco y negro” y te lloverán los favoritos. Verás que todas sus fotos se parecen mucho entre sí, pero eso es una ventaja, así no tienes que ir mirándolas todas: vista una, vistas mil.

En este universo no importa mucho saber quiénes son los grandes maestros de la historia de la fotografía, porque esa gente disparaba con carretes y la mayoría de las fotos están desenfocadas, borrosas o incluso tienen mucho ruido, con lo fácil que es quitarlo con algún plugin del fotochó.

Ojo, que por otro lado puedes optar por el universo trascendental, la creación en su máxima expresión, una forma de relatar mediante imágenes que sólo puede salir de lo más profundo de tu cerebro creativo, que se escapa a las reflexiones de la razón. Los habitantes de este universo nunca hablan de la técnica, es un tema completamente tabú, ni se te ocurra preguntar cómo hicieron una foto, qué objetivo usaron o si le han aplicado posprocesado, porque te mirarán con los ojos inyectados en sangre. Son personas muy atormentadas, que deben acudir al psicólogo continuamente cada vez que inician un nuevo proyecto fotográfico porque se derrumban.

1era desenfocadaSí, sí, he dicho proyecto fotográfico. Aquí no vale eso de que te salga una foto tremenda de un bosque otoñal, eso no tiene ningún valor si no está encuadrado dentro de una reflexión más profunda de entidad superior a la que se le llame proyecto. Un proyecto no es una serie de fotos, cuidado. Un proyecto es un posicionamiento ante la vida, una apertura de espíritu, un viaje sin billetes ni maletas. Una búsqueda interior en el que lo de menos son las fotos, lo importante es que todo el mundo sepa que tú eres el ombligo del universo trascendental y punto. Otra cosa, por cierto. Aquí nada de ir a fotografiar en grupo, aquí debes perderte a tu aíre, conocer a gente que parezca muy interesante para luego poder contar anécdotas en los talleres y asegurarte de que nadie sepa dónde has hecho esa foto desenfocada, no vaya a ser que vaya otro y la desenfoque mejor.

Porque aquí lo que funcionan bien son las fotos incomprensibles, mucho mejor que las perfectamente nítidas, enfocadas y encuadradas. Si no quieres que te pongan de vuelta y media en los visionados de porfolios debes hacer fotos rarísimas, ya que nunca reconocerán que no entienden tus fotos, sino que son potentes y “que tienen múltiples niveles de interpretación”, “que son lecturas abiertas”, “poesía visual”, etc. El caso es que te las des de enigmático, que es apuesta segura.

Podría pensarse que este universo es más económico que el otro, que sus habitantes son más espartanos, pero aquí hay que hincharse a comprar fotolibros, cuanto más estrafalarios mejor. Ah! y el que no se va a la India, al sudeste asiático o a Oriente Medio lo lleva claro. Eso sí, recuerda lo que he dicho antes, como sepan que la foto la has hecho en alguno de esos sitios la has fastidiado, la India nunca puede parecer la India. Y tienes que irte solo, sin hoteles, con mochila, sin tarjetas… recuerda, el viaje es interior, a lo más profundo de tu alma, al menos eso es lo que te contarán en los innumerables talleres que tienes que hacer para pulir tu visión personal y para que el calibre de tus dudas no pare de aumentar.  Ya te lo dije, te vas a gastar un pastón en psicólogos y en…

Yo iba a seguir contándole más cosas, porque mi intención era aconsejarle bien y tenía más información que darle. Sin embargo, se me puso blanco como la pared y me dijo que se iba, que se había dejado el horno puesto en casa. El otro día me crucé con él en casa de mis padres. Finalmente se ha comprado una Play Station.



Tenemos facebook

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caralibro_cienojetesIniciamos una categoría nueva, los miniposts. Entradas de corta duración que servirán, por ejemplo, para comunicaros pensamientos y noticias que tengan que ver la luz de forma inmediata; o para cuando no podamos detenernos en escribir mucho porque estemos madurando algún proyecto fotográfico, en pleno viaje interior… Salvo imprevistos, nuestro día para publicar seguirá siendo el martes.

Aunque muchos de vosotros ya os habéis dado cuenta, sirva este primer minipost para informar de que los Reyes Magos nos dejaron una página en Facebook, que se añade a la red social Twitter con la que comenzamos. Pensándolo bien, no sé si es un regalo o un marrón. En fin: ¡ahí va!


No tengo química con la fotografía analógica

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Parece que la fotografía analógica regresa con fuerza. Yo, como ya os he dicho alguna vez, no le veo sentido a eso de tirar el dinero tontamente, con lo bien que se ven las fotos en mi pantalla de ordenador de 24”, en mi TV led de 40”, en el ipad que me dejaron los Reyes o incluso en el marco digital que tengo en el aparador de entrada a casa.

Pero de nuevo el mismo amigo que me habló de la Escuela de Helsinki me dio otro toque de atención. “¡Qué no te enteras, Pepinos!”, díjome, para pasar después a advertirme de que las sales de plata están de moda otra vez y que cada vez son más los proyectos de autor que se vuelven a hacer en película.

revel2Me propuse entonces aprender a revelar, positivar y todas esas cosas relacionadas con el rollo fílmico. Porque tenía muchas lagunas y falsas ideas acerca del proceso argénteo. Por ejemplo, de fijador pensaba que podía valer la laca Nelly diluída en agua. Después de investigar por internet y de leer un poco, me encaminé a una tienda de fotografía de mi localidad, que vamos a llamar ficticiamente Crimen, dispuesto a asesorarme.

- “Buenos días, señor. ¿Le puedo ayudar?”

- “Hola. Sí, señorita. Quería empezar a revelar fotos de una manera artesanal, como se hacía antes. Y venía a que me aconsejara cual es el mejor material para empezar.”

Emulsión, cianotipia, papel baritado, exposímetro, virado, proceso Van Dyke… Conforme iba diciéndole términos, el rostro de la muchacha iba poniéndose cada vez más rojo, como si le estuviera hablando en chino mandarín.

- “Espérese ahí un momento. Eso lo tiene que hablar usté con el encargao”, se excusó al tiempo que salía trastabillada en busca del experto.

No merece la pena reproducir la conversación que tuve con este hombre. Me dijo que lo que quería hacer era de locos. Me recomendó que me comprara una cámara digital y una buena tarjeta de memoria. O que actualizara mi reflex digital con un objetivo más luminoso. Que podía imprimir directamente las fotos de la tarjeta en las máquinas de la tienda, etc. En fin: tuve que ponerme serio. Viendo mi empeño, lo único que encontró para venderme fueron unos carretes Ilford (en blanco y negro otra marca no tenía), un manual sobre el sistema de zonas de Ansel Adams, un paquete de papel RC de la susodicha marca; y un tambor de revelado, cubetas y unas pinzas llenas de polvo que encontró en el almacén del establecimiento. Salí de Crimen (y castigo) jurando como Escarlata O´Hara que jamás volvería a.

Ni que decir tiene que cámaras de carrete no tenían en la tienda. Yo cuando me pongo, me pongo y quiero lo mejor. Para lograr unos cielos bíblicos al estilo de Salgado me propuse adquirir una Leica M. Además, el círculo rojo en el rollo argénteo produce en los analógicos el mismo efecto que el pero mordío en los digitales. Pasión y admiración zenith emdesmedida. Pero antes de pedir el préstamo correspondiente, decidí probarme para ver si esto era lo mío. Por ello le pedí prestada a mi tito una férrea réflex Zenith un poco desgastada, ya que había sido usada una vez a modo de martillo.

Asimismo tuve que adquirir una ampliadora de segunda mano en internet. Mientras llegaba me dediqué a “tirar” los carretes que tenía. Pero como tengo la costumbre de disparar a saco con la cámara digital (porque no cuesta nada), enseguida los acabé en un edificio en ruinas. Caí luego en la cuenta de que llevaba blanco y negro y que el color de los graffitis no iba a salir. ¡Cago en los tontos!

En la extracción del primer carrete casi me corto el dedo con las tijeras. Pero, salvo este accidente, lo gordo estaba por venir a la hora de positivar. Ya lo dijo Uelsmann: “El cuarto oscuro es un lugar de descubrimientos, observación y meditación…” Y no lo supe hasta que me metí dentro. Contactos, tiras de prueba, reservas, tiempos de exposición y revelado… Mira que hacía pruebas y pruebas, reservas y más reservas, pero no había manera de que aparecieran la magia esa y los cielos bíblicos. Las fotos salían de las cubetas más negras que un tizón o blancas como la nieve.

Empecé a desesperarme. Pensé que algo había mal en los químicos y decidí probar con no sé qué liquido que llevaba selenium. Y se ve que mezclé o yo qué sé: eso comenzó a desprender vapores tóxicos y empecé a marearme cada vez más. Con el atontamiento, y casi a oscuras con la débil luz roja, intentar salir de allí, palpando. Pero volqué una cubeta y resbalé con tanta mala pata que, buscando apoyo antes de caer al suelo, me tiré la ampliadora encima, quedando en el suelo, en postura fetal, empapado en líquidos pestosos y malferido. Salí de ese infierno como pude: cegarruto, a rastras y dándome topazos. Estoy vivo de milagro.

En fin. Que para el que lo quiera. ¡Mucha paciencia hay que tener con esto de las sales de plata! Con lo fácil que es disparar en digital y si una foto es regulera mejorarla con el fotochop.

Nada. Si quiero que una foto parezca de carrete y tenga un estilo vintage, le meto un plugin que la dejo niquelá. Y con el móvil, para eso tenemos el instagram. ¡Voy corriendo al banco a anular el préstamo! ¡De la que me he librado!

lmatiz


Bodas Cienojetes

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El otro día me di cuenta de que había acumulado un montón de libros de teoría fotográfica. Sin embargo no estaban produciendo en mí el efecto que yo esperaba. No era mejor fotógrafo. No encontraba mi parcela creativa. Decidí entonces coger uno de ellos, quitarle el plástico y comenzar a leerlo, a ver qué pasaba. ¡Pues nos va a cambiar la vida!

Elegí La cámara de Pandora, de un tal Joan Fontcuberta. En su momento lo compré porque tenía la portada en rojo, que me combinaba con los muebles del salón. Al parecer este hombre sabe mucho de fotografía, yo diría que incluso más que algunos etiquetados como “Máster” en algunos foros de Internet. El libro es una serie de artículos breves, lo cual se hace más llevadero porque yo me desconcentro pronto mirando el Twitter (y ahora el Facebook también). La verdad es que no me enteré mucho de lo que se iba diciendo, pero me quedaba con frases sueltas, de cara a impresionar luego en los saraos fotográficos. Sin embargo, llegué a un artículo que me dejó traspuesto.

Resulta que hay autores que defienden lo que se ha venido a denominar “ecología de la imagen”, algo así como que ¡ya está bien de tanto disparar!, que todo lo que hay en este planeta ya está en fotos y de todas las formas posibles. Además, yo entendí que la mayoría de las fotos que se hacen sólo nos contaminan la vista. Incluso uno que se llama Schmid, el iluminado de turno, dice: “Fotógrafos, uníos y reciclad”. O sea, que lo que deberíamos hacer es parar máquinas y dedicarnos sólo a editar lo que ya existe. No capturar ni un solo instante más. Nada. Ni siquiera ese gatito tan mono. Fin.

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El aerolito que me noqueó

Me dio un patatús. Tuve que salir a darme un paseo por el campo para tomar aire e intentar asimilar lo que acababa de leer. Pero, ¿cómo iba a dejar de hacer fotos yo?, ahora que le estaba cogiendo el truco a la dichosa profundidad de campo. La ansiedad cada vez era mayor y, de pronto, recuerdo un golpe seco que me hizo perder la conciencia. Al cabo de un rato, cuando desperté, me di cuenta de que un aerolito (formación de roca y hielo que procede del espacio exterior) había caído justo sobre mi cabeza y estaba allí a mi lado. Me pareció también ver a un fotógrafo sacándome una foto desde lejos, quizá me confundió con un mendigo. El caso es que el golpe, lejos de atontarme aún más, me iluminó, me dio la idea que nos cambiará la vida.

Si no es posible hacer más fotos, igual lo prohíben, entonces hay que darle la vuelta a todo esto. Me vino a la mente otra frase del libro, algo así como que quizá “la obra maestra es sólo el resultado de un simple muestreo estadístico”. O sea, que pagando una buena suscripción a un banco de imágenes podemos acabar encontrando obras maestras. Fue así como le propuse a Ni Con Pepinos que creáramos nuestra propia agencia fotográfica: Bodas Cienojetes.

Sí, amigos. Hemos decidido embarcarnos en el a veces prestigioso, a veces denostado, mundo de la fotografía nupcial, pero con un enfoque radicalmente nuevo y diferente. Lo primero que hemos hecho ha sido vender, en una tienda de esas de segunda mano, nuestras dos cámaras réflex, 8 pepinos, 6 baterías, 10 tarjetas de memoria, 4 flashes de relleno, 4 trajes de corbata a lunares y nuestro juego de 6 copas de champán. Eso no nos va a hacer falta ya porque nuestra apuesta fotográfica es muy distinta. Con el dinero que hemos sacado hemos comprado decenas de suscripciones a bancos de imágenes existentes y licencias para software de creación de caras, como el Faces.

Tu reportaje donde tú quieras

Tu reportaje donde tú quieras

Bodas Cienojetes ofrece a las parejas que vayan a contraer matrimonio (si se casan por lo civil también vale, que nosotros somos gente moderna) sus servicios de reportaje fotográfico basado en banco de imágenes. No tiramos ni una foto, pero brindamos a los novios la oportunidad de tener un magnífico álbum de bodas haciendo uso de maravillosas imágenes de otras parejas, y son todo ventajas. Por ejemplo, se acabó eso de ahorrar para comprarse ropajes de ceremonia carísimos, podéis hasta ir en chándal a casaros. En nuestras fotos los modelos lucen ropas carísimas y exclusivas. Además, después de firmar los papeles os podéis ir directamente al bar, ya no hay que pasar frío en el parque. Nuestro amplio abanico de localizaciones os permitirá simular que cogisteis un avión para haceros las fotos junto a las pirámides de Egipto, por ejemplo. Y si no os gusta ninguna de nuestras localizaciones no hay problema: arrancamos el fotochó y con el Google Street View ponemos a vuestros modelos en cualquier rincón del planeta. Por último, somos la agencia ideal para aquellas parejas a las que les vaya regulín y se casen por eso del “a ver si así mejora la cosa”. Cuando estéis divorciados no os va a dar pena revisitar vuestro álbum de boda, es posible que ni queráis romperlo.

Honestamente hablando, para nosotros también son todo ventajas. Los precios que ofreceremos serán mucho más competitivos porque, entre otras cosas, nos ahorramos pagarle al párroco. También evitamos que nos acusen de intrusismo, tener que sentarnos en la mesa de los “miscelánea” durante el banquete y que se nos acerque el cuñado preguntando por el equipamiento que llevamos. Y lo mejor: adiós al desenfoque gaussiano y a las horas de trabajo quitando granos de la cara.

Nosotros confiamos ciegamente en las palabras de Fontcuberta, que consideramos nuestra máxima, y tenemos fe en que esta iniciativa va a ser un bombazo. Lo que sea con tal de que no se vuelva a repetir lo de la boda de Iniesta, por favor.

Boda de Iniesta


Los palomos de Ricardo Cases

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El otro día fui a comprarme calzao al polígono industrial de Elche.  Cuando ya me retiraba de la zona, con unos bambos bien guapos y baratos, desde el coche ví un barullo de gente. Los allí congregados no tenían aspecto de trabajadores; tampoco parecía aquello una disco de poligoneros. Todo lo contrario: había mucho moderno por allí, que es lo que Nacho y yo queremos ser de mayores. Así que decidí aparcar y acercarme a oler.

Resultó ser la inauguración de la exposición Paloma al Aire del oriolano Ricardo Cases, en la Mustang Art Gallery, nada menos. Una galería de arte que se emplaza en el recibidor (bueno, es más moderno decir hall) de lo que creo que es una fábrica de zapatos. El acto estaba a punto de comenzar. El olor a comida y sobre todo mi pasión por la fotografía me animaron a quedarme.

Tras unas palabras de un señor de la empresa y otras de una atractiva mujer con altos tacones, que luego me dijeron que era la comisaria de la expo, habló Ricardo. Poco después nos invitaba a visionar un vídeo del trabajo fotográfico, al tiempo que una pequeña orquesta de trompeteros ponía banda sonora a la proyección. Pero la música, como la del video, me pareció muy rara y cansina. Asi que, dada la temática de la exposición, para futuras inauguraciones e incluso para una reedición del vídeo, yo creo que podría venir mejor esta otra. Que su escucha sirva, al menos, para amenizar la presente lectura.

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Cases ha sido seleccionado hace poco por la revista Time como uno de los mejores fotoperiodistas del 2012. Pero lo interesante de él es que con este trabajo de los palomos renueva de un plumazo las anquilosadas visiones fotográficas anteriores. Marca un antes y un después en la manera de fotografiar, qué duda cabe.

Exposímetros, flashes TTL, correcciones de altas luces, histogramas… ¡A la mierda! Necesitamos luz en el sombrío panorama fotográfico nacional. “¡Re(in)ventemos los blancos!”, parece gritarnos el Martin Parr español.

Ciertamente, la técnica de Ricardo Cases nos deslumbra. La misma comisaria declaró que las imágenes “permanecen en nuestra retina incluso tras cerrar los ojos”. El personal que asistió al acto contemplaba maravillado el mágico estallido de luz rebotada sobre los objetos a pocos palmos de distancia. Mirad,  por ejemplo, al viejecico de la foto de abajo.  ¿Se protege de las palomas o de los flashazos de Ricardo? ¿Lo abruma la explosión de color alado o, confundido por las ráfagas de luz cegadora, inicia una reverencia a Amon-Ra? No lo sabemos a ciencia cierta, amigos. Cases no desvela nada, sugiere. Su cámara lúcida nos enajena la mirada, permitiendo a la mente volar cual palomo en busca de cópula amorosa.

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Investigando sobre este renovador fotógrafo descubrí que es miembro de la Escuela de BlankPaper. Sí. Otra escuela de esas como la de Dusseldorf o la de Helsinki. Blank paper=papel en blanco. Ahora lo entiendo todo. A base de abusar un poco del flash, poniéndolo a to lo que da, estos fotógrafos pretenden cargar el fotograma de blanco. ¡Qué tíos! La de tinta que se ahorran también éstos así…

Mi olfato no me engañaba. Instantes después llegaron las cervecicas y las cocas (una especie de pizzas, no malpenséis). Qué hincheta me pegué, jeje. La ingesta de alcohol sirvió para que al personal se le fuera soltando la lengua. Llamaba la atención una foto enorme que había al fondo y que estaba dividida en dos pedazos. Mientras que alguien comentaba que quería imitar la edición del libro, a modo de bloc, voces que aseguraban estar bien informadas decían que la foto era tan grande que había tenido que ser partida porque no cabía en la fragoneta de transporte.

Especulaciones aparte, lo que sí me gustó bastante fueron unos cartelicos muy chulos para colorear la pluma de los palomos, de la misma forma que lo hacen los palomeros o palomistas, como a ellos gusta denominarse. Cogí unos cuantos para que mis sobrinos se entretuvieran pintándolos y desarrollaran así el amor por estas aves.

La fiesta seguía. Ya me iba cuando entre la multitud me pareció ver al mismísimo fotógrafo, ya de por sí simpaticón y vivaracho, dando vueltas sobre su propio eje y alrededor de una damisela, sacando el pecho, estirando y encogiendo cuello y emitiendo ininteligibles sonidos guturales.  Entendí entonces lo honesto de su propuesta, ya que esto denotaba muchísimas horas de convivencia con los palomos, hasta el punto de haber llegado a asimilar algunos de sus comportamientos más instintivos: estaba cortejando a la hembra.

Salí de aquel sarao con una sonrisa en la boca y el estómago lleno. Hacía frío. En el momento de dar el primer paso, una cagada se estampó en toda mi cara. Me quité las gafas, miré arriba y allí estaba. La figura desenfocada de una paloma al aire. ¡Pero qué bonicas son, coño!


Los españoles

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Acabo de volver de mi primer viaje fotográfico. Al igual que muchos otros antes, he creído indispensable recorrer la geografía del país para documentar mi particular visión de sus habitantes. Y sí, lo reconozco, me he inspirado en (bueno, he querido plagiar) la obra de Robert Frank.A mí me pasa como a muchos de los lectores de este blog, que cuando veo unas fotos que no están correctamente compuestas, enfocadas o expuestas enseguida acabo pensando: “¡eso también lo sé hacer yo, no te fastidia!“. Con la obra de “Los americanos” de Robert Frank es automático, me sucede casi con cada página. Yo me compré el libro porque pensé que al menos compensaría por los paisajes de los parques nacionales. Pues ahí mi primera sorpresa, porque este hombre al parecer carecía de bagaje fotográfico y no tenía ni idea de quien era Ansel Adams. Si hubiera visto alguna de sus fotacas del Yosemite estoy seguro de que cambia la ruta lo que haga falta con tal de estar allí al amanecer, con el filtro de densidad neutra preparado, su trípode y venga a hacer números para sacar las dichosas zonas. Pues no. Lo más parecido a un paisaje son cementerios, buzones y poco más. Se centró en lo que venían siendo los habitantes de EE.UU. en aquella época.

Los españoles de Nacho Canon

Los españoles, de Nacho Canon

Así que después de hojear el libro durante varios días me decidí. Había llegado el momento de dar a luz mi obra más seria: Los españoles, de Nacho Canon. Como sólo tenía dos semanas antes de tener que fichar otra vez en el paro, debía aprovechar muy bien el tiempo. Al igual que Frank, yo también conseguí una beca para desarrollar mi trabajo. Acudí a un edificio bastante concurrido, pregunté por un señor, un tal Mecenas, y me dieron unos 420€ metidos en un sobre. A mí la cosa me parecía un poco rara, pero para mi tranquilidad la transferencia quedó claramente anotada a mano en unos papeles. No me consta que se tratara de ningún chanchullo.

Ya en la carretera, iba rememorando el libro de Frank en busca de imágenes similares. Yo también quería empezar el libro con un interrogante sobre quién se esconde detrás de la bandera del país. Lo que pasa es mi foto iba a ser más complicada. Tenía que encontrar a 17 personas distintas detrás de 17 banderas distintas para que aquello tuviera algún indicio de veracidad. A ver dónde iba a encontrar yo eso, porque no hay ninguna Eurocopa ni Mundial cerca, y es en el único sitio donde he visto algo así.

Me fue muy fácil reproducir algunas fotos de gasolineras desiertas en medio de carreteras por las que no pasa nadie y de coches tapados con lonas. Personas de todas las edades sentadas en los bancos de los parques un lunes por la mañana y sucursales de bancos vacías. Otras escenas me resultaron más complicadas, ya que por ejemplo me cruzaba con más desahucios que entierros, y también me fue casi imposible encontrar cafeterías tan llenas de gente como las de Detroit, así que opté por pasarme por los comedores sociales ya que ahí no tendría problema de concurrencia.

Como mi beca no era muy cuantiosa tuve que dormir principalmente en mi propio coche, el cual compartí durante tres noches con dos inmigrantes que cada vez tenían más claro que se habían equivocado de país. Opté por alimentarme con fast food, puesto que pensé que así aumentarían mis posibilidades de hacerme con una buena colección de fotos de jukebox con las que ponerle estribillo a mi trabajo. Pero los sitios de comida rápida están decorados como si fueran pubs selectos y no había ni rastro de las jukebox. Eso sí, al menos pude llevarme un fotón de un bebé que, pese a que apenas gateaba, ya estaba devorando una hamburguesa doble.

Cada vez fui siendo más consciente de que me había embarcado en una aventura que me superaba. Mi aspecto cada vez más andrajoso sólo atraía a un número creciente de fotógrafos armados de teleobjetivos. Decidí entonces agarrarme a mi única esperanza, tenía que encontrar a una ascensorista de mirada triste, ignorada por los ocupantes temporales de su segundo hogar. Como un auténtico imbécil fui subiéndome en los ascensores de todos los edificios de más de 15 plantas de las principales ciudades por las que atravesaba. Entrar y salir. Nada. Probar suerte en el hotel de al lado. Nada. Y fue una tarde cuando me di cuenta de que me había enamorado, aquella voz femenina que repetía en uno y otro edificio “Planta baja, puerta abierta” se había convertido en mi más preciada compañía. Había llegado la hora de dejarlo, se me había ido la bola.

Completamente decaído, hundido tras comprobar como mi proyecto fotográfico se derrumbaba, soñé al menos con la posibilidad de llevarme a casa una fotografía que ilustrara el incierto futuro de todo viaje fotográfico, una imagen como la de esa carretera que se pierde en el horizonte en la U.S. 285 de Nuevo México. Me dejé llevar con el coche, buscando un lugar en el que me invadieran las sensaciones de incertidumbre. Pero qué mala suerte la mía, me dio por coger una de tantas autovías que acaba de forma abrupta en un bancal, por falta de presupuesto.

Autovía del bancal

Autovía del bancal


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