¿Eres fotógrafo o artista? La respuesta que más me gusta para dicha cuestión se la escuché a alguien muy sabio: “¡Vete a tomar por culo!”. Yo hice mi propia interpretación de tan certeras palabras. ¿Cómo ser fotógrafo a secas pudiendo ser artista?
Me refiero a un posicionamiento de carácter vital, a una manera de estar en el mundo o, mejor dicho, sobre el mundo. Porque cuando uno se define como artista comienza a levitar sobre los demás, por encima del bien y del mal. No me explico cómo alguien puede rechazar tales superpoderes y seguir siendo un simple fotógrafo mortal, de esos que hacen comuniones.
Recuerdo perfectamente el momento exacto en el que tuve que posicionarme. Andaba yo entonces pensando que mi página de Flickr se me había quedado corta y que necesitaba una web de verdad. Me pregunté: “¿Qué pongo en la bio? ¿Fotógrafo o artista?”. Porque claro, yo hasta entonces era un aficionado a la fotografía, también conocidos como gente que hace fotos, foteros o los de las fotos. Como a muchos, la palabra “fotógrafo” me daba mucho respeto, un título que parece que no te puedes asignar si no tienes algún diploma o un escaparate con fotos horteras. Así que decidí que era mejor ser artista, que suena más petulante y te ahorras pagar la cuota de la asociación local. Mis página web se convertiría en la conexión cósmica que me uniría con el resto de los mortales.

Foto de Diego Alonso (Serie conexión cósmica)
A continuación dije “Google, quiero ser artista” (bueno, quizá lo tecleara y le diera al botón de “Voy a tener suerte”, pero son licencias narrativas que me permito como artista) y me salió directamente una página web de prestigiosa agencia de fotógrafos efervescentes. ¡Menudo precio tenían las copias que se vendían! Encima con serie limitada, como si se gastaran de tanto imprimirlas o se borraran solas de los discos duros al cabo del tiempo. No tardé ni diez minutos en enviarles mis mejores fotacas. En serio, ¿cómo puede haber gente que quiera ser fotógrafo de producto e hincharse a a hacer fotos a los boquerones muertos? Yo prefiero hacer una serie sobre rostros llenos de dientes de león, sacar copias bien grandes y luego venderlas en hoteles chic. ¡Dónde va a parar! Además, ni siquiera tengo que hacer nada innovador, está todo inventado.

Foto de David Catá
Además, gracias a mi relación con la gente del mundillo fue como descubrí el gran superpoder, el don con el que venimos al mundo los artistas y que sólo te es revelado en otro tipo de cuartos oscuros. Me refiero a la capacidad de sentar cátedra, de erigirnos en especialistas de cualquier campo del conocimiento o de la experiencia humana a poco que nos pongamos a hacer fotos sobre ello. Por el objetivo no entra sólo la luz que materializa la foto, se filtra también toda la sapiencia que rodea a lo fotográfico y debes transmitir inmediatamente cual profeta. Así, de pronto, uno puede volverse un ilustrado del conflicto birmano, del bipartidismo en un país, de la inmigración o incluso del culto a los elfos en Islandia. Y si encima quieres quedar como Dios, a pesar de toda esa erudición que se adquiere por ciencia infusa, lo mejor es que saques el fotolibro sin una puñetera línea de texto. ¡Cómo somos los artistas!
Lo cierto es que estoy encantado desde que soy artista, os lo recomiendo de corazón. Me siento como esos tertulianos que opinan de todo porque tienen el iPad delante con la wikipedia abierta. Si estuviera ahora mismo ocupado aprendiendo a ser fotógrafo estaría muy liado, posiblemente tendría encargos, clientes míos que nos son mis amigos y que hasta serían críticos con mi trabajo: un coñazo. No tendría todo el tiempo que tengo para reflexionar sobre la vida, tendría que cambiar los libros de Deepak Chopra por los de contabilidad y no podría permitirme holgazanear mientras espero a que me llamen de alguna escuela de fotografía para perpetuar el ciclo endogámico de engaño a los emergentes. Porque si intentas ilusionar a tus posibles alumnos con un futuro profesional lleno de bodas y documerciales tendrás a cuatro gatos. Pero promételes reconocimiento (que durará unas semanas), palmaditas en la espalda y sentimiento de grupo y los tendrás por decenas.
Sin embargo, hay algo que me tiene muy confuso respecto a mi nueva condición. Me he dado cuenta de que la sociedad no está preparada para reconocer a los artistas cuando verdaderamente lo son. Es decir, ahora me siento incomprendido por mi entorno. Cuanto más he elevado mi espíritu más me alejo de los que me rodean. Es curioso, porque cuando empecé en esto de la fotografía mis amigos y familiares, al ver mis fotos, decían “¡Estás hecho un artista!”. Ahora que sí lo soy, porque lo pone en mi página web, cada vez que enseño alguno de mis trabajos a mi novia y a mi gato obtengo la siguiente expresión. Falta cultura visual para entender a los artistas…

Foto de Duane Michals
