Tengo que reconocerlo, adoro esa expresión. En el momento en que oigo o leo la frase “No lleva Photoshop” (a veces con la coletilla “ni nada“) me pongo como loco, sé que la diversión acaba de comenzar.
Porque a veces me pregunto ¿qué quiere decir la gente con eso de que “las fotos son 100% naturales”? ¿No les has puesto colorantes, conservantes, edulcorantes, cafeína ni gluten? ¿Las quieres vender en un herbolario en lugar de en una galería de arte?
Acudí recientemente a visitar una exposición de fotógrafos murcianos, atraído por una reseña que rezaba que cuando las fotos están sin retocar “el mérito es aún mayor, y nos muestra la belleza de la naturaleza tal y como es, sin subterfugios.“. Amén, hermano. Reflexionemos sobre estas sagradas palabras que oímos en tantas ocasiones ¡Hablemos de los subterfugios!
En primer lugar, no hay ningún subterfugio en elegir una exposición tan larga que el agua tenga efecto seda, todo el mundo sabe que un 10% de la población tiene el síndrome de Water Silk y siempre ve el agua así (los distinguiréis porque se bloquean cuando llueve).
De hecho, la fotografía “de verdad”, la original y primigenia era en puro blanco y negro, cuando el Adobe seguía siendo una masa de barro y poco más. Pero eso tampoco era un subterfugio, era muy natural porque una de cada 30.000 personas que tienen acromatopsia (los distinguiréis porque nunca conjuntan bien los colores de la ropa).
¿Y qué hay más natural que capturar en 1/8000 segundos la forma de las alas de un ave durante el vuelo? Esas fotografías tampoco llevan Photoshop y son absolutamente naturales. De hecho, aproximadamente 1 de cada 50.000 personas que visitan un hospital tienen el síndrome de Slow Movement y ven pasar la vida a cámara lenta (los distinguiréis sin subterfugios porque están a punto de palmarla).
O el colmo de la naturalidad: esas fotos en las que la firma del autor está incorporada en las propias imágenes y va en letra Arial de 72 puntos. La naturaleza nos dice claramente que ese paisaje sólo lo podía haber capturado él/ella, y eso debe constar de forma indivisible en el resultado final. En realidad, 1 de cada 25.000 personas tiene el síndrome VOSE y ve la realidad con subtítulos incorporados (los distinguiréis porque fijan la vista en la parte inferior).
En conclusión, queridos lectores, podemos afirmar que la fotografía natural existe en contra de lo que muchos incrédulos nos quieren hacer creer. Si no ha pasado por Photoshop entonces es completamente fiel a la realidad. Pero es comprensible que haya un alto número de agnósticos, la culpa la tienen algunos fotógrafos que sucumben a las tentaciones de poner los slides a todo lo que dan. Se les distingue fácilmente porque no resisten los interrogatorios prolongados. Todos sabemos que en cuanto les aprietas un poco acaban confesando aquello de “bueno, simplemente he reencuadrado y tiene los ajustes mínimos de niveles y curvas, poca cosa“.
Además, esto de centrar el debate en si las fotos están retocadas es otro claro exponente de la madurez que ha alcanzado la fotografía como arte. Porque a nosotros en realidad el contenido de las fotos nos da lo mismo, a nosotros lo que realmente nos importa es la forma. Somos tan artistas que nos da igual qué es lo que se ha fotografiado, lo importante es el cómo. Hemos conseguido hacer de la fotografía un fin, no un medio. Ahora ya somos autosuficientes.
Por ejemplo, este año ha tenido más repercusión que la foto ganadora del WPP de Paul Hansen tuviera retoque que el propio hecho de que mueran niños a diario en los conflictos. Eso es un triunfo de la fotografía.
El cine tiene mucho que aprender de la fotografía. No consigue generar polémicas cuando un documental o una película está rodada con retoque de color, iluminaciones, efectos digitales, etc. Casi nadie habla de la forma, sino del contenido y, claro, eso les pone en un aprieto, porque al final todas las críticas giran en torno a lo que se quería contar. No tienen cómo escaparse.
Sin embargo los fotógrafos son más espabilados, por si acaso descubren que no tenemos nada que contar, mejor centremos la atención en las formas. Que no sabemos qué contar exactamente sobre las obras de ampliación del Canal de Panamá: publicamos fotos en HDR y resuelto. ¿Véis qué fácil?
Por cierto, no sé si sabéis que hay un porcentaje de la población (se calcula que 1 entre cada 10.000 zurdos) que ven el mundo en HDR. Se le llama el síndrome de Horror Dióptrico Retiniano y los distinguiréis porque tienen miedo a los días nublados.
