Quantcast
Channel: Cienojetes
Viewing all articles
Browse latest Browse all 133

Yo también fui amateur

$
0
0

Yo también fui un amateur, un aficionado a la fotografía, pero lo estoy superando. Dos veces por semana acudo a la reunión de Amateurs Anónimos, donde comparto con mis compañeros los recuerdos de mis días más turbios.

Voy a sincerarme del todo con vosotros. Era joven y quería probar cosas nuevas, tenía ganas de experimentar con mi cuerpo (full frame) y mi pepino. Era un irreflexivo y me pasaba el día jugueteando con el aparato, marcándome unos tiros en ráfaga en cualquier lugar y a cualquier hora. No le hacía ascos a nada, fuera al atardecer, al amanecer, desnudos… todo sin filtros Cokin. Un descerebrado que jamás reflexionaba sobre la toma fotográfica. Y así pasó lo que pasó, que llegaron las malas compañías y acabé en una conocida red social de fotografía.

Aquello fue una verdadera orgía. No había día que no me pavoneara con mis fotos, que no se la chupara a no menos de 100 personas mediante el mecanismo de favoritos. A lo mejor no me gustaba mucho, pero con tal que me devolvieran el favor yo era capaz de lo que hiciera falta. No tomaba ningún tipo de medidas de precaución, no editaba mis fotos, no sabía ni siquiera lo que era un porfolio. Tal y como salían de la cámara las subía, sin importarme lo que pudiera pillar.

(Foto: Henri Lartigue)

Henri Lartigue

Era el placer por el placer. Un deseo irrefrenable de jugar con la mirada y aprender cada vez más técnicas secretas. A veces sutiles, a veces agresivas. Tan pronto pasaba largas noches sin parar de exponer mi sensor como otras veces sólo me apetecía un meneo al obturador rápido en cualquier esquina a plena luz del día, con la primera persona que pasaba. A pesar de lo irresponsable, no podía dejarlo, lo encontraba excitantemente divertido. Yo quería ser fotógrafo, se me llenaba la boca al pronunciar dicha palabra.

Mi obsesión no iba más allá del próximo disparo. Sólo me importaba tomarla allí, hacerla mía, una toma única, sin más compromisos. No podía entonces establecer ningún tipo de relación en base a distintas tomas, no quería atarme a una historia estable, a una relación o una secuencia que minara mi libertad. No eran tiempos de proyectos, ni siquiera a medio plazo.

Sin embargo, a la vez se trataba de una época de mucha presión. Los otros amateurs invertían mucho dinero en sus cuerpos, los resultados estéticos que conseguían eran muy altos. Se trataba de un ambiente muy exigente en el que no era fácil destacar. Cualquier imperfección, por ejemplo si un día no tenía el horizonte bien recto, podía ser motivo de debacle. Conforme uno se hace mayor es difícil no trepidar de vez en cuando, a no ser que puedas permitirte un cambio de pepino. Al final la presión pudo conmigo y me fui alejando poco a poco de ese mundo.

El día que no se me enderezó el horizonte

El día que no se me enderezó el horizonte

Descubrí además que con los años debía renunciar a ese ímpetu, que uno debe madurar y dejar de ser fotógrafo para pasar a ser artista. A cierta edad uno no está ya para andarse con juegos, la vida es una cosa muy seria y por tanto la fotografía también debe serlo. Ahora pienso mucho antes de disparar. De hecho, a veces salgo de caza y vuelvo sin haber disparado ni una sola. Sin embargo reflexiono mucho y eso lo compensa todo.

Atrás quedaron las exigencias estéticas tan estrictas. Ahora puedo tener una imagen con mucho más grano, más descuadrada o más confusa. Sin embargo he descubierto que esa ambigüedad despierta interés entre las personas maduritas trascendentales, que pueden centrar su atención en lo que hay también en mi tercio superior. Aun así recuerdo con cierta nostalgia cuando no tenía que revestir todo lo que hacía con un discurso embaucador, cuando todo iba bien sin muchos prolegómenos.

Aquí te pillo aquí te mato, sin encuadrar

Aquí te pillo aquí te mato, sin encuadrar

He dejado la toma única y desde hace años tengo un proyecto estable a largo plazo. No seré hipócrita y debo reconocer que quizá lo compagine con ciertos proyectos de duración más corta que me den vidilla. Ya se sabe que con el tiempo uno deja de juguetear, todo se vuelve más previsible, menos fresco, más rutinario. Por eso a veces me veo tentado de salir a ver qué me encuentro por los barrios más sórdidos. Luego antes de llegar a casa me limpio bien el sensor para que no queden pruebas.

Actualmente tengo otros amigos, claro. Nos reunimos de vez en cuando en ferias y locales secretos. Comenzamos excitándonos sólo con el tacto de ciertos papeles y las cosa se va poniendo caliente con las performances de algunos. Al final todo acaba a lo Eyes Wide Shut, unos pocos mojan y los demás sólo miran.

Trascendentales contemplando un fotolibro durante un PhotoBookClub

Mis amigos y yo contemplando un fotolibro durante una feria

Yo también fui un amateur. Yo también amaba la fotografía. Ya no, lo he superado. Ahora sólo quiero tener fama y poder.



Viewing all articles
Browse latest Browse all 133

Trending Articles