Hace unos días nos juntamos Pepinos y yo a hablar sobre el rumbo que le dábamos a Cienojetes. Esto está subiendo como la espuma y no vemos un duro por ninguna parte. ¡Nosotros queremos vivir de nuestro blog! Chorrocientos followers y ningún ingreso, le dije a Pepinos. Así que hemos decidido que vamos a aprovechar el tirón lanzando Visionario en directo.
La semilla de la idea se me ocurrió una tarde tirado en el sofá de casa viendo la TDT. Fijé mi atención en un canal de videncia. Me había quedado prendado de la escena que contemplaba. Un hombre de mediana edad con pendientes de perlas y bufanda naranja estaba sentado tras una mesa sobre la que había dos cirios pascuales, una figurica de Buda y un gato chino de la suerte. Pero los elementos más importantes que se hallaban encima de la mesa eran 15 cartas del tarot. El vidente le estaba revelando a un telespectador algo sobre que su vecino también le amaba en secreto. Pero bueno, eso es lo de menos, porque para entonces yo ya estaba pensando en otras cosas. ¿Dónde habré visto yo esta escena?… Esto me suena. Hasta que caí en la cuenta: ¡mi último visionado de porfolios!
Efectivamente amigos. Las coincidencias son muchas, demasiadas como para no pensar que uno y otro rito no tengan en el fondo la misma procedencia: la necesidad de trascender, de conocer nuestro futuro, nuestra personalidad, saber si Alec Soth se podrá enamorar de nosotros (aunque sea a través de nuestras fotos). Analicemos las tremendas analogías.
No podemos negar que los visionarios de porfolios y los videntes tienen ciertas características similares. Cuanto más místicos se ponen y más raritos se muestran más sensación de espiritualidad ofrecen. Los visionarios no se limitan a mirar tus fotos. No, ellos quieren llegar a lo más profundo de tu alma, saber qué te mueve a realizar ese proyecto, si te sientes implicado, si tus fotos reflejan tu personalidad, etc. Mientras tanto, a nosotros nos pasa como a los telespectadores que están al otro lado del teléfono. Cada mirada intensa del visionario, cada resoplido que da nos provoca un mismo pensamiento: se me están yendo los euros por el sumidero.
Luego está el juego con las cartas y las fotos. Cuando un visionario de porfolios se pone a mirar las fotos, las coloca sobre la mesa, las reordena, las agrupa y de pronto se para te dan ganas de preguntarle: “Bueno, ¿me va a salir novia o no?“. En ocasiones el ritual da mucho más miedo, como cuando cogen una foto a la que miran fijamente y dicen algo así como “Veo en esta foto una presencia de la ausencia, una clara referencia a la muerte“. ¡Telita!
Y qué me decís de la terminología, del vocabulario empleado. Que si yo no acabo de ver nada en esta foto, que si yo veo a múltiples fotógrafos detrás de estas fotos, que si te falta madurar, que si debes reflexionar más sobre el tiempo y el espacio, que si la realidad abarca mucho más que lo que podemos contemplar.
Yo ya he desistido de intentar comprender el rollo que se traen todos los visionarios estos, me rindo. Sin embargo, le he propuesto a Pepinos que le demos la vuelta a la tortilla y lo utilicemos a nuestro favor. Como resultado podréis ver en las próximas semanas, a través de vuestro sintonizador TDT, nuestro nuevo programa de televisión “Visionario en directo”. Podemos daros algunos detalles a ver qué os parece (¡estamos tan ilusionados!).
El escenario va a ser un croma sobre el que proyectaremos fotos raras, de esas que crean mucho misterio como las del “Deja-vu” de Ralph Gibson o algunas de Andrés Serrano para cuando la cosa se ponga intensa. En lugar de velas negras pondremos sobre la mesa un par de ampliadoras para crear luz ambiente.
Los fotógrafos emergentes (a los que llamaremos telemergentes) podrán enviar a nuestro apartado de correos sus porfolios en papel, para que el visionario pueda editarlos en directo mientras charla con ellos distendidamente a través de nuestro número 806.
Por último, intentamos cerrar quiénes serán nuestros visionarios estrella. Estamos en contacto con Txema Salvans porque pensamos que su voz es perfecta para que el 806 corra alegremente, pero nos está poniendo pegas con el tema de que no quiere ponerse la túnica naranja (a ver si aceptara un chaleco reflectante al menos). Tampoco está siendo fácil convencer a Anna Bosch de que se ponga un tercer ojo en la frente (un ojo de pez, por supuesto). Me veo que al final tenemos que recurrir a Rappel y empiezo a pensar que podría dar el pego.
