Hoy tengo que hablaros de algo que me pasó la otra noche. Aún alucino, fue completamente surrealista y yo lo achaco al proceso de plena efervescencia creativa por el que estoy pasando, ya que me brotan las ideas a cascoporro.
Esa tarde Ni Con y yo habíamos estado dando una vuelta por el monte, haciendo unas fotos impresionantes para sacarnos unas perrillas en el Getty (lo estamos petando). Era un día perfecto, con su cielo azul, el sol bajo en el horizonte, las nubes blancas. Todo estaba muy saturado de color y empezamos a comentar entre nosotros que era la tarde perfecta para sacar “fotos McFlurry”. Os explico, resulta que Ni Con y yo tenemos mucha jerga propia, expresiones que hemos ido consolidando con los años de convivencia. Aquí en Cienojetes de vez en cuando se nos escapan algunas (pepino, fotaca, visionario). Nosotros utilizamos la expresión “foto McFlurry” para referirnos a esas instantáneas en las que da igual que lo que estés fotografiando sea trascendental o insulso, lo importante es que tiene unos colores para fliparlo. En realidad la expresión proviene de nuestra admiración por el fotógrafo Steve McFlurry, ese hombre campechano de la Agencia Magnum que se hizo famoso con la foto de la niña afgana. Lo adoramos, tenemos devoción por él. Una vez asistimos a una conferencia suya, hora y media de profundidad conceptual. ¡Buaf! ¡Qué labia tiene, qué andamiaje conceptual! Era capaz de tirarse al menos diez segundos explicando cada foto, todas perfectamente hilvanadas y con un cuerpo simbólico realmente sólido en su conjunto. Ahora que lo pienso, tiene que ser impresionante la cena de Navidad de la Agencia Magnum, cuando se junten D’Agata y McFlurry para hablar de fotografía y terminen yéndose de copas juntos (de copas y lo que surja).
El caso es que, supongo que por habernos tirado la tarde con la tontería de la “foto McFlurry”, esa noche tuve un sueño extrañísimo, una auténtica pesadilla (aún me entran escalofríos cuando la rememoro). Imaginaos el locurón que les entró a mis neuronas en plena madrugada. ¡Soñé que McFlurry era el encargado de hacer las fotos del calendario Pirelli para el año 2013! Yo era uno de sus asistentes de iluminación y el buen hombre estaba ahí, delante de esas mujeres impresionantes, con su camarita, mirando por el visor pero incapaz de apretar el disparador de la temblaera que tenía en las manos. Total, que de pronto se le ocurre la genial idea de que se vistan todas, que no podía concentrarse viéndolas como sus madres las trajeron al mundo. Vamos, que se pone a hacerles las fotos vestidas (a un par de ellas hasta les tuvimos que poner un pañuelo en la cabeza porque no encontraba el encuadre apropiado sin pañuelo). Los asistentes le mirábamos atónitos, pensando que serían simplemente unas pruebas previas de iluminación antes de las fotos definitivas. Pues no. Resulta que el amigo McFlurry decide que este año las chicas salen tapaditas.
Justo en ese momento me teletransporto en espacio y tiempo, los sueños son así, y vuelvo a estar en mi casa unos meses más tarde. No paro de ver en las noticias que cada vez hay más accidentes de tráfico debidos a fallos mecánicos del coche, que la cifra de siniestrados no para de subir en 2013. Todas las hipótesis apuntan a un caso sin precedentes de depresión colectiva generalizada entre el gremio de los mecánicos de los talleres de automóviles. En pocas semanas, personas de todo el mundo dejan de utilizar sus vehículos particulares por miedo a tener accidentes y el transporte en bicicleta sufre un incremento sin precedentes. Las ciudades dejan de estar contaminadas, las nubes de polución desaparecen y el sol ilumina con todo su esplendor cualquier rincón del mundo urbano. De pronto las “fotos McFlurry” están en todas partes, los colores son siempre tan saturados y hermosos que la gente no puede soportar tanta belleza y tienen que taparse los ojos. Las almas más sensibles de este planeta enloquecen ante tal explosión de sublime esplendor ubicuo y los suicidios se disparan. Justo en ese momento, cuando siento que el color me asfixia irremediablemente, me despierto.

Las fotos McFlurry estaban en todas partes
Tremenda, la pesadilla fue increíblemente real y angustiosa. Fue muy surrealista, aunque sin llegar a la altura de aquella vez que soñé que Cristina García Rodero le hacía un reportaje tipo “¡Hola!” a Felipe y Letizia.
